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sábado, 23 de abril de 2016

Las drogas, y la única pregunta clave: ¿por qué las tomamos?/ La columna de Lanata

Las drogas, y la única pregunta clave: ¿por qué las tomamos?


La columna de Lanata

El 20 de mayo de 1616, el gobernador de Buenos Aires, Hernando Arias de Saavedra, publicó un bando prohibiendo la yerba mate. “Sugestión clara del demonio”, “vicio abominable y sucio que hace a los hombres holgazanes”. Los indios “jalaban” el mate como hoy se jala la cocaína; llevaban las hojas de yerba triturada y tostada. Durante la prohibición los españoles comenzaron a hacer lo propio y el combate contra el yerbatráfico concluyó cuando los jesuitas ingresaron al negocio instalando cultivos en las reducciones. En el Perú de los incas las hojas de coca eran un premio reservado sólo a los miembros de la Corte. En la Roma anterior al Imperio sólo podían tomar vino los mayores de treinta años; en Rusia beber café fue, durante más de medio siglo, un crimen castigado con tortura y mutilación de las orejas, y fumar tabaco se consideró excomunión entre los católicos, y se condenaba con desmembramiento en Turquía y Persia. En Buenos Aires, el Museo de la Ciudad aún conserva, en su botica, frascos de cocaína –era utilizada por los dentistas como anestesia– con la etiqueta de los Laboratorios Merck, lo que terminó bautizando “merca” al producto en el lenguaje coloquial.
A esta altura es una obviedad decir que la historia de las drogas se mezcla con la de la economía y la cultura: cada sociedad elegirá demonizar cada cosa. El trabajo más serio escrito en el mundo sobre el tema es Historia General de las Drogas, publicado en 1998 por el profesor español Antonio Escohotado. Allí describe lo bueno y lo malo de cada una, su historia, y ayuda a disipar los mitos. La muerte reciente de cinco chicos en Costa Salguero volvió a poner a full el motor de la hipocresía social; manos golpeándose el pecho, o dedos señalando responsables en medio de una enfermedad con la que convivimos a diario. El sentido común –como en tantos otros casos– parece no servir para esta discusión: la mejor manera de combatir las drogas es preguntándonos qué lleva a las personas a consumirlas. El problema de encontrar esta respuesta es que abarca al gerente que se toma tres whiskies de más, a la señora que duerme con su Lexotanil, al chico que vive frente a la pantalla, al fumador, a todos los que a diario intentamos, en vano, escapar del vacío. Una escena posible: el papá que juega en el casino y la mamá que toma ansiolíticos instan al nene a no fumarse un porro. Se dirá, entonces, que todo es cuestión de medida; puede ser, pero el estereotipo de “medida” excluye, en ese caso, a las drogas demonizadas por el sistema. Escohotado, como buen científico, consumió todas las drogas que describe (como lo hizo Freud en sus “Escritos sobre la cocaína”, o los poetas beatniks de los 60). 
Por qué algunas personas se drogan con marihuana y otras con la televisión, es una pregunta de una generalización imposible. Deberemos reducirnos a la experiencia personal: yo tomé cocaína entre los treinta y los cuarenta años, luego quise dejarla, hice un tratamiento y nunca más volví a drogarme. Tengo mi pequeña teoría: algunas personas somos más débiles para soportar el mundo, nos cuesta más, nos duele más y lo acolchamos con sustancias que nos permiten salirnos de él. Sé que las drogas hacen mal y no le recomendaría a nadie que se drogue, pero también sé que no puedo hacer, en lo personal, nada para evitarlo, incluso con mis hijas. Me pondría inmensamente triste que lo hicieran, pero espero haberlas educado para que sepan cómo salir de ahí. En estos días mi generación asistió a una discusión pública entre Pergolini y Petinatto. Mario sostuvo que “no es la música, no es la fiesta electrónica”, y Roberto dijo “¿El cine viene con pochoclos? Bueno, la música electrónica viene con pastillas”. Los dos están hablando de buena fe, pero creo que le asiste razón a Petinatto, aunque ahí caigo en un precipicio generacional: me dicen que, de algún modo, las pastillas “completan” la experiencia de la música electrónica. Si esto es así, estamos en un problema. 
En esta enumeración falta un dato: la inmensa mayoría de las muertes por drogas no se produce por sobredosis; se debe a lo que se llama “el corte”. ¿Qué es el corte? La interminable lista de porquerías químicas que los narcos le agregan a la droga pura para estirar su rendimiento. ¿Y si todas las drogas –estas y las legales– se vendieran en las farmacias controladas por el Estado? ¿Creen sinceramente que existe un problema de acceso? ¿Alguien cree que es difícil conseguir cualquier droga en esta ciudad o en cualquier otra? En un punto recuerda a la cándida discusión cuando, en los ochenta, se aprobó el divorcio. Quienes se oponían lo hacían convencidos de que eso iba a terminar con millones de familias felices separadas. 
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) subraya que el mercado de cocaína y cannabis se ha reducido, pero va en un importante aumento el de los estimulantes sintéticos, con la aparición de centenares de nuevos estupefacientes. El consumo mundial de drogas continúa, según ANUDD, estable en el 5% de la población adulta. “La despenalización puede ser una forma eficaz de descongestionar las cárceles, redistribuir recursos para asignarlos al tratamiento y facilitar la rehabilitación”, dice en su último informe de 22 páginas. En estos días la ministra de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Ana María Bou Pérez tuvo una de las actitudes más inteligentes respecto al tema: “Es una discusión que todavía no se dio en el país, dijo. En otras sociedades hay ONG que controlan la pureza de los comprimidos antes de entrar a este tipo de fiestas”. La Comisión Global de Políticas de Drogas (www.globalcommissionondrugs.org) sostiene puntos de vista similares; la forman Paul Volcker (ex titular de la Reserva Federal de USA), Ruth Dreifuss (ex presidente suiza), Richard Brandson (fundador de Virgin), Ricardo Lagos (ex presidente de Chile), Olesegun Obasanjo (ex presidente de Nigeria), Nick Clegg (diputado británico), Mario Vargas Llosa (Premio Nóbel de Literatura), Louis Arbour (ex Alto Comisionado de la ONU en Derechos Humanos), Kofi Anan (ex secretario general de la ONU), Jorge Sampaio (ex presidente de Portugal), Javier Solana (representante de España ante la Comunidad Europea), George Schultz (ex secretario de Estado de Estados Unidos), George Papandreu (ex presidente de Grecia), Fernando Henrique Cardozo (ex presidente de Brasil), Ernesto Zedillo (ex presidente de México), César Gaviria (ex presidente de Colombia), Carlos Fuentes (in-memorian) y Alexander Kwasniewski (ex presidente de Polonia). Uno de los fines que la organización persigue es “Alentar a los gobiernos a que experimenten con modelos de regulación legal de las drogas a fin de socavar el poder del crimen organizado y para salvaguardar la salud”. Los narcos no discuten alrededor del tema: están claramente en contra, verían derrumbarse al negocio más espectacular del siglo.

sábado, 23 de mayo de 2015

Carrió aceptó la rinoscopía y redobló la apuesta contra Abal Medina

Carrió aceptó la rinoscopía y redobló la apuesta contra Abal Medina

A pesar de la denuncia en su contra, la diputada le respondió a Aníbal Fernández y publicó un video del senador "descontrolado" en el Congreso.

 

La precandidata presidencialElisa Carrió cargó nuevamente contra el senador Juan Manuel Abal Medina en relación a su presunta adicción a las drogasen momentos en que éste era jefe de Gabinete del Gobierno nacional. Asimismo, aceptó eldesafío de Aníbal Fernández a realizarse una “rinoscopía”.
En su cuenta oficial de Facebook, la diputada publicó un video como parte de su embestida contra Abal Medina luego de describirlo como "duro por la cocaína" y "pasado de droga" en una entrevista de esta semana a La Nación.
"Episodio, al que me referí en la entrevista con Alconada Mon. Sr. Jefe de Gabinete de Ministos, Juan Manuel Abal Medina, responde, obviamente muy descontrolado a los gritos, al Presidente de la bancada radical", describió Carrió en la red social tras publicar el video.
En las imágenes se lo puede observar al exjefe de Gabinete eufórico en su respuesta aRicardo Gil Lavedra cuando éste le consultó por el reparto de la pauta oficial. Abal Medina respondió a los gritos que "a la gente" no la ve "preocupada" por eso.
Y remarcó: "Nunca llamé a ningún periodista siendo Secretario de Medios".
Este lunes, en declaraciones a radio América, el ex ministro coordinador acusó a Carrió de querer "pintar a este Gobierno como un grupo de locos y salvajes que hacen desastre en toda la Argentina". "Realmente es una falta de respeto hacia mi persona, a los que me conocen, a la Presidenta acusándola de haber tenido a alguien 'pasado' en un cargo como éste, y al conjunto de los argentinos porque como jefe de Gabinete he estado representando a la Argentina con ministros de otros país, con embajadores, con empresarios. Es una cosa tan delirante y tan agraviante que realmente hay que ponerle un límite", señaló.
En ese sentido, afirmó que está en contra de la judicialización de la política, pero que irá a la Justicia porque esto "pasa los límites de lo político y llega a cuestiones personales". "No es lo moral solamente, porque acá está diciendo que una persona que ocupaba un cargo como ese estaba 'pasado' de eso. Sería como decir que el que estaba pasado de eso era el piloto de un avión o de un auto de carrera. Según ella me vio así en el Congreso de la Nación", agregó.
"La delirante acusación de la señora Carrió excede el límite de lo tolerable, porque esta difamación sale del campo de la política y afecta a mis hijas y a toda mi familia; por ello hoy mismo iniciaré las acciones legales pertinentes", escribó asimismo Abal Medina en sus cuentas de Twitter y Facebook.
Respecto del desafío propuesto por Aníbal Fernández de realizarse juntos una rinoscopía, no sólo lo aceptó sino que lanzó: “Pero que se lo hagan todos".
“Que busque un laboratorio, nos hacemos una rinoscopía y un análisis de sangre, así vemos cuál de los dos está libre. A lo mejor la que agravia es ella porque quiere ensuciar a los otros con la ingesta de un producto que uno no hace pero ella sí”, concluyó la diputada.

domingo, 24 de agosto de 2014

Drogas y despenalización: otra cortina de humo

Editorial I

Drogas y despenalización: otra cortina de humo

 

No es la primera vez que el gobierno nacional intenta por medio de sus representantes en el Congreso avanzar en una ley de despenalización del consumo de drogas. Y, precisamente, porque no es la primera vez, la pregunta que vale hacerse es por qué se insiste en una cuestión que no encuentra consensos en nuestra sociedad, ni siquiera dentro del propio bloque del oficialismo, que, en esta oportunidad, cuenta con el visto bueno de la Presidenta para flexibilizar la actual legislación. Para ello, Cristina Kirchner encargó al sacerdote titular de la Sedronar, Juan Carlos Molina, que trabaje en la propuesta con la indicación de que quiere verla convertida en ley antes de fines del corriente año.
No quedan muchas otras interpretaciones en torno a semejante urgencia, que no sean generar otra densa cortina de humo que tape, o al menos disimule, la grave caída del empleo y de la producción; el constante agravamiento de la situación penal del procesado vicepresidente de la Nación; la absurda pelea con los holdouts basada en el desconocimiento por parte del país de los contratos que él mismo suscribió; la creciente inflación; la inseguridad; los aprietes e intentos constantes de sometimiento a ciudadanos, empresarios, periodistas y medios de prensa, y, muy especialmente, el procesamiento por parte de la justicia de ex funcionarios kirchneristas de primera línea, acusados de haber ingresado en el país materias primas destinadas a la fabricación de drogas, a las que dieron un destino distinto del declarado oficialmente, valiéndose incluso de contactos telefónicos que complican hasta a la propia Casa Rosada.
Ese sentido oportunista, habitual en el kirchnerismo, se remonta también a la elección del padre Molina como titular de la Sedronar, tras nueve meses de haber mantenido acéfala esa secretaría cuya finalidad es combatir el cada vez más extendido flagelo de la droga en el país. Cristina Kirchner lo ungió tardíamente, recortándole facultades, y como respuesta inmediata a un crítico documento de la Iglesia que denunció el avance del narcotráfico y la complicidad del Estado.
No puede esperarse más que un nuevo fracaso de una eventual ley de despenalización si el Gobierno sólo la entiende como un remozado intento por recuperar la iniciativa política y no como un debate de fondo que el país merece darse en torno a las principales víctimas de las adicciones a las drogas: los jóvenes y sus familias, a quienes la liberación de su uso sumirá aún más en el infierno del que el Estado nada ha hecho por sacarlos.
Hace muy pocos días, esa preocupación fue expresada durante la 168a reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, en la que los obispos volvieron a alertar sobre los peligros que conllevan la despenalización del consumo de drogas.
El sacerdote Molina, cuyo mérito casi excluyente es ser amigo de la familia Kirchner, llegó a la Sedronar con la convicción de "no criminalizar al adicto a las drogas", sino que el Estado se focalice en perseguir a los narcotraficantes.
La intención de no criminalizarlos es compartida por buena parte del arco político, pero la mayor preocupación de quienes hoy se oponen a una despenalización del consumo radica en la inexistencia de políticas de prevención y en los nefastos efectos que ya está largamente comprobado que el uso de estupefacientes provoca en la salud de las personas, en las familias y en la sociedad. Entre otros, el consumo de marihuana, por ejemplo, produce consecuencias negativas en la memoria del trabajo y en la capacidad para retener información por cortos períodos, además de multiplicar la posibilidad de accidentes de tránsito. Sus efectos, especialmente en menores de 25 años, que es cuando termina de estructurarse el cerebro, son la principal causa de los trastornos en el aprendizaje, disminuyendo el rendimiento educativo y anulando la atención, lo cual implica una pobre evolución en los logros académicos, laborales y sociales.
El respetado National Institute of Drug Abuse (NIDA) de los Estados Unidos sostiene que aún no se sabe con seguridad si la marihuana es menos peligrosa que el alcohol o el tabaco -drogas legales y que ésa es precisamente la cuestión por tener en cuenta cuando se habla de despenalización. Los tremendos costos que significan los daños que hacen las drogas lícitas, que son muchos mayores que las ilegales, lleva a pensar realmente si es necesario legalizar otras más, se plantean los expertos del NIDA.
Otros especialistas critican que se diga que la legalización hará desaparecer o reducir el narcotráfico o el narcocomercio, del cual el narcotráfico es un eslabón. Consideran que son hipótesis ingenuas, insostenibles. Como también califican de absurdas las interpretaciones respecto de un menor consumo si éste está legalizado. El consumidor no se conforma con que haya fracciones despenalizadas. Eso es no entender la mente y la terrible necesidad de un adicto.
Por otro lado, no hay nadie que pueda afirmar con basamento científico que la despenalización o la tolerancia a las drogas baje los niveles de violencia. Son intentos imprudentes, más dirigidos a maquillar la impotencia de un Gobierno que no puede o no quiere desarmar la compleja trama delictual que se ha instalado en el país en torno al narcotráfico.
Recordemos la creciente cantidad de casos de bandas narcocriminales que actúan aquí asesinando gente a la luz del día. Traigamos una y otra vez a la memoria el atentado a balazos al domicilio del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti; las amenazas telefónicas a jueces y la infiltración narco en la cúpula de la policía de Córdoba. Volvamos sobre las palabras del ministro de Salud, Juan Manzur, cuando públicamente reconoció hace ya bastante tiempo que la Argentina es un país de consumo, además de tránsito.
Repasemos con qué desprejuicio e irresponsabilidad el Gobierno sacó a los gendarmes del cuidado de las fronteras para destinarlos a otras tareas, dejando esos límites territoriales como declaradas invitaciones para que los narcos desarrollen sus actividades en el país sin mayores obstáculos.
Releamos las informaciones y causas judiciales en las que se denuncia la cada vez más extendida red de pistas clandestinas y las eternas demoras en instalar radares en las fronteras, radares que, por otro lado, cuando se instalaron parcialmente sólo sirvieron para contar los vuelos ilegales, pero no para prevenirlos. Y qué decir del debilitamiento de los controles del Registro de Precursores Químicos, que continúa en la órbita de la Sedronar, a pesar de que la lucha contra el narcotráfico pasó a Seguridad.
Entonces, ¿de qué prevención se habla cuando se propicia despenalizar a quienes reciben el fruto maligno de toda esa inacción y desidia oficiales?
Hoy la ley pena con prisión toda tenencia de drogas. Pero, a partir del fallo de la Corte conocido como "Arriola", de 2009, es inconstitucional castigar a una persona adulta por tener y consumir marihuana si ese acto no pone en peligro a terceros. A partir de esa sentencia, arreciaron las diferencias de interpretaciones, la policía sigue actuando bajo la ley que castiga al consumidor y una enorme cantidad de causas se siguen abriendo, aunque casi todas terminan en la nada.
Quien ha ido más lejos con este tema ha sido el secretario de Seguridad, Sergio Berni, al reclamar no sólo la despenalización del consumo, sino también la regulación por parte del Estado de la cadena de producción y de comercialización de todas las drogas, algo similar al caso de Uruguay, que recientemente despenalizó el consumo de marihuana, a contramano de una importante proporción de la ciudadanía que se declaró y se declara en contra de ello. Es más, el propio presidente José Mujica no ha demostrado apuro ni en reglamentar la norma -lo hizo fuera de plazo- ni en ponerla en práctica. Muy por el contrario, a sabiendas de que buena parte de los uruguayos reclama su derogación, se estima que la ley sólo estará plenamente en vigor cuando ese país sortee su próxima fecha electoral.
En nuestro caso, ¿estarán nuestras autoridades decididas, una vez más, a ir a contramano de los cambios de fondo que necesita el país en materia de narcotráfico y drogadicción? ¿Se animarán a alentar un debate sobre despenalización de estupefacientes a las apuradas y con el solo fin de desviar la atención?
Es de esperar que ello no suceda. El negocio del narcotráfico no puede ni debe seguir prevaleciendo por sobre la salud y el futuro de los habitantes de la Nación.

domingo, 30 de marzo de 2014

REPORTAJE A ALBERTO FOHRIG “El tema de la niñez con la droga es crucial”

REPORTAJE A ALBERTO FOHRIG  

“El tema de la niñez con la droga es crucial”

Especialista en narcotráfico, advierte que las drogas encuentran un terreno fértil en sectores de la juventud porque en los últimos años se han quebrado varias instancias de socialización, como la familia, el trabajo y la escuela.


Investigación e impotencia. “En los análisis de paco se ha encontrado desde veneno para ratas hasta tubos fluorescentes. Este es el tipo de cosa que produce adicciones en chicos que, hoy, tienen diez años”.
Investigación e impotencia. “En los análisis de paco se ha encontrado desde veneno para ratas hasta tubos fluorescentes. Este es el tipo de cosa que produce adicciones en chicos que, hoy, tienen diez años”. | Foto: Enrique Manuel Abbate
Alberto Fohrig se doctoró en Ciencia Política en la Universidad de Oxford, y actualmente es profesor en la Universidad de San Andrés y se ha especializado en el tema del narcotráfico. Por eso nos interesaba en particular su mirada sobre la presencia de la droga, lamentablemente cada vez más fuerte en nuestro país y también con una impronta creciente sobre todo en la niñez.
—Este es un tema clave… –reflexiona el doctor Fohrig– que quizás a algunos les parezca secundario, pero si miramos en el largo plazo (no solamente a través de la coyuntura de los problemas que hoy nos aquejan), si contemplamos la película hacia atrás no dejaremos de advertir que, de alguna manera, a la Argentina se le ha acabado el crédito social. Usted recordará el mito respecto de que la Argentina era un país educado, un país de clase media, con poca pobreza y alfabetizado, ¿no es cierto? Si nos remitimos a los años 70 encontramos una serie de números increíbles: un dígito de desempleo, un dígito de pobreza y (esto es clave para mí) también un dígito de mercado informal. Es decir, más del 90% de los trabajadores argentinos eran trabajadores “formales”, y eso implicaba un trabajo estable, de por vida, acceso a la salud, a las vacaciones. En definitiva, acceso a la seguridad social. Este proceso comienza a deteriorarse en los 70 y, al mismo tiempo, se inician tres procesos paralelos que afectan centralmente a la niñez. El primero, como le mencionaba, es que el mercado laboral es una de las tres instituciones de socialización de un joven, y eso se rompe. Fíjese que nunca más vuelve a restablecerse. Y hoy, después de una década de alto crecimiento (y creo que el Gobierno ha hecho esfuerzos por disminuir el empleo informal) tenemos un 35% de empleo informal.
—¿Cuál es, entonces, la razón?
—Esta es la primera agencia de socialización que se rompió en la Argentina. Lo cierto es que hoy ningún chico de un barrio de emergencia tiene como horizonte el tema del trabajo, sencillamente porque no existe para él.
—Bueno, tampoco lo tuvo su papá…
—A eso iba, porque estamos en la tercera generación. Por eso, al comienzo me refería a que se rompió, se terminó, el crédito en la Argentina. Se terminó el crédito de ese mito. Estamos entonces en la tercera generación de pobreza persistente. Cuando transitábamos por la primera generación existía algo que se llama “memoria de derechos”. Es decir, gente que trabajaba, perdía su trabajo y, eventualmente, podía recuperarlo. Lo que ocurrió con esa generación es que nunca más lo recuperó, y sigue pasando ahora con esta tercera generación.
—Es decir, doctor Fohrig, “memoria de derechos” en plural.
—Exactamente. Derechos laborales y sociales, presencia en el mercado de trabajo… Esta es, entonces, la primera socialización que se quebró en la Argentina y nunca más se recuperó en los últimos cuarenta años. La segunda agencia de civilización clave es la escuela, que se ha transformado brutalmente en los últimos 25 o 30 años. Pasó de ser un lugar en el que exclusivamente se educaba a ser un lugar que progresivamente se fue convirtiendo en un sitio donde, además, los niños comen (¡y bienvenido que puedan comer allí), pero esto alteró la función inicial que tenía la escuela. Hoy cumple funciones de civilización primaria.
—…como luchar contra los piojos. Es admirable la abnegación con que las docentes tratan de combatir este flagelo.
—…sí, y también los chicos aprenden a comer en la escuela. ¡A usar cubiertos No estamos hablando meramente de una función de alimentación sino que también cumple una función de socialización primaria. Entonces, la escuela (básicamente en los años 90) comenzó a dar de comer en gran escala y en los años 2000 pasó a estar atravesada por la violencia. Los maestros, simultáneamente, en veinte años tuvieron que aprender a educar, a contener socialmente, a socializar primariamente a niños y, luego, a lidiar con la violencia. Un grupo de maestros de Caballito (¡no le estoy hablando de un lugar desértico y despoblado) me señalaba hace pocos días que se enfrentaban con situaciones que implican chicos con armas en las escuelas; la necesidad de discutir, entre otras cosas, si será necesario colocar detectores de metales en las aulas realmente es una cosa brutal. De modo que las primeras víctimas son los chicos y las segundas víctimas son los docentes. Y nos preguntamos: ¿dónde están las raíces de todo esto? Mencionábamos agencias de socialización: el trabajo, la educación a través de la escuela como lugar central para pensar el futuro. Esto también se quebró en nuestro país en los últimos cuarenta años. Y el último punto (fundamental por cierto) es que se transformó a la familia.
—Entonces, ¿cómo ubica usted hoy a la familia?
—La familia ocupaba el tercer lugar central de socialización y hoy, en forma creciente, se ha vuelto monoparental. Fíjese que, en general, en los sectores de bajos ingresos las familias están lideradas por mujeres que tienen una vida dificilísima. Deben congeniar cómo cuidar a sus hijos sin recursos y, al mismo tiempo, trabajar. Entonces, esa familia soñada con dos miembros adultos y dos niños pequeños que era el ideal de la Argentina en los años 40 y 50 hoy ya no existe… Y si uno mira este proceso se pregunta también: ¿dónde está el horizonte de trabajo de ese chico? No hay un horizonte…
¿Dónde está el horizonte que brindaba la escuela? No existe.
¿Y la socialización primaria, la contención familiar? Tampoco, porque no hay políticas sociales serias en cuestiones fundamentales como la famosa “jornada completa”, que es clave para la mujer que trabaja y lidera el hogar y que nunca se implementó. El tema de las guarderías para bebés y niños muy pequeños… bueno…
—Entonces, lo que usted dice, doctor, ¿es que la doble escolaridad se manifiesta en un porcentaje ínfimo?
—La promesa de “jornada extendida” que se había discutido en temas de leyes de educación hoy no se ha cumplido. Por lo tanto, cualquier madre que trabaje ocho horas termina entrando en el mercado informal. No tiene acceso al sistema de salud (obras sociales) ni tiene vacaciones, etc. Entonces, cuando hablamos de la niñez ¿es el resultado de qué? Se acabó el crédito… Hace cuatro décadas que estas tres agencias primarias se perdieron.
—De acuerdo con su especialización ¿en qué momento, entonces, interviene la droga?
—Antes que nada lo que hay que decir es que la droga es un fenómeno que abarca a múltiples clases sociales. Me explico: hay distintos usos de drogas en diferentes clases sociales. Las drogas sintéticas (la cocaína y drogas en general “puras”) son accesibles a los sectores altos y medio-altos, mientras que en los sectores medios hay un creciente consumo de psicofármacos. Argentina tiene una tasa altísima, a nivel mundial, de consumo de psicofármacos “legales”. Entonces, en los sectores medios éste es otro punto usualmente no tematizado. Tengo entendido que la Argentina es el primer consumidor mundial de clonazepán que es, básicamente, un remedio legal pero que cumple funciones de psicofármaco.
En los sectores bajos también hay consumo de estupefacientes, pero el problema está en la calidad de éstos, ya que su precio es menor en ese mercado y, además, hay derivados de la peor especie como es el paco. Es uno de los subproductos de la cocaína, y ese paco frecuentemente se “estira”. Quiero decir que se intenta que esa sustancia “rinda” más mezclándola con las cosas más tremendas.
—¿Por ejemplo?
—En los análisis de paco se ha encontrado desde veneno para ratas hasta tubos fluorescentes. Este es el tipo de cosa que produce adicciones en chicos que hoy tienen 10 años. Por lo tanto el tema de la niñez con la droga es crucial. Incluso para comprender el fenómeno de la droga. Entonces hay que entender que la droga interviene en este proceso de manera multisectorial en todos los ámbitos sociales con distintas sustancias pero, repito, a quienes más afecta es a los sectores de menores ingresos porque son más vulnerables y, además, acceden a las porciones del mercado más tremendas y deletéreas para la salud. Incluso a veces causan daños irreparables en chicos de entre 10 y 12 años.
—¿Usted está de acuerdo, doctor, con la idea de que la Argentina ya no es un lugar de paso sino un lugar de producción de droga?
—Sí, yo creo que ese debate está absolutamente saldado. Hay documentos oficiales del gobierno argentino publicados por la Sedronar en 2011 que documentaron, a su vez, la cantidad de “laboratorios” detectados en la Argentina. Entre los años 2000 y 2006, de acuerdo con este informe, se detectaron más de ochenta laboratorios… Imagínese que estoy hablando de 15 años atrás Por lo tanto es claro que hace por lo menos 15 años que tenemos distintos tipos de elaboración (con distintas fases) del proceso –repito– de elaboración de drogas en nuestro país. Y esto abarca también drogas sintéticas, que usan precursores químicos muy fácilmente accesibles en la Argentina. Le añado que ésta es una característica de la Argentina, que ha tenido y tiene graves problemas con el control de los precursores químicos.
—¿Por qué?
—Porque la Argentina tiene una industria química muy importante y hay laboratorios de drogas sintéticas traídos por una industria química mal regulada. Y también una industria farmacéutica mal regulada.
—¿Usted quiere decir, entonces, que es relativamente fácil conseguir en una farmacia todo tipo de medicación?
—No sólo eso. También es muy fácil conseguir los materiales que se usan para terminar de elaborar las drogas. Me refiero a las materias primas que se utilizan para terminar de refinar la droga. El clorhidrato de cocaína requiere determinados químicos, que técnicamente se denominan precursores químicos, y como en la Argentina hay una industria química obviamente legal desde larga data, lo mismo que en el caso de la industria farmacéutica, lo que termina ocurriendo es que factores del narco acceden ilegalmente a estas materias primas, y ésta es la razón de ser por la cual se “terminan” de producir drogas en la Argentina. Es más “cómodo”. Y, además, aquí hay los componentes químicos necesarios para transformar la “pasta base” en clorhidrato de cocaína. Esto viene ocurriendo en el país desde hace más de 15 años. Por lo tanto, para mí el debate acerca de si hay o no elaboración de drogas en el ámbito local está absolutamente saldado.
—¿Hay complicidad de los laboratorios en todo esto o me equivoco?
—Ayer estaba mirando en detalle el mapa (porque es literalmente un mapa) del cartel de Sinaloa donde figuran las empresas asociadas a  él. Lo tengo graficado en mi estudio porque es una cosa realmente impresionante que muestra a todas las empresas vinculadas al cartel de Sinaloa. Son 288 empresas.
—¿Mexicanas o de todo tipo?
—Están en el mundo entero. Hay empresas en Uruguay, en Panamá, en España, varias empresas (obvio) en México, en Colombia, en Ecuador. Es una multinacional ilegal. Entonces lo que quiero decir es que estos negocios ilegales tienen puntos de contacto con negocios legales. Por eso es muy importante que el Estado regule muy seriamente tanto la industria química como la industria farmacéutica en la Argentina. Han tenido antecedentes, que han sido objeto de investigación judicial, de vinculación con determinadas droguerías y el tráfico de drogas. Esto no es algo que sea mera teoría sino que, como le repito, hay casos sometidos a investigación judicial donde se demuestra la vinculación entre droguerías y drogas ilegales.
—A lo largo de su experiencia, doctor ¿usted piensa que habría que despenalizar la droga para uso personal?
—Creo que aquí hay que analizar y ser muy cuidadoso. Sin duda hay que perseguir el crimen organizado porque el crimen organizado hoy se dedica a las drogas, pero no tiene a las drogas como único objetivo. Hay crimen organizado en el mundo en muy diversas actividades: en la trata de personas, en tráfico de inmigrantes, en esclavitud laboral, en esclavitud sexual, en la falsificación de marcas de lujo, etc.
—Cuando usted habla de Sinaloa...
—…estoy hablando del cartel cuyo líder, el Chapo Guzmán, fue detenido hace más de un mes. A partir de su detención se pudo empezar a atar cabos de cuál era la red “legal” de apoyo de este señor. Porque, obviamente, esas empresas tienen actividad legal, depositan su dinero en bancos, y hay bancos que han estudiado adecuadamente esas empresas para ver de dónde provenía ese dinero y también hay otros que reciben ingentes cantidades de dinero de esas empresas y que nunca preguntan su origen. Y no estoy haciendo declaraciones generales sino que hay bancos internacionales de primera línea que han sido multados en EE.UU. por la Exchange Comission americana por lavar dinero del cartel de Sinaloa en México. Y le estoy hablando de 1.500 millones de dólares de multa. Imagínese entonces los miles y miles de millones que “lavó” ese banco. Ese solo banco. Imagínese toda una red de “paraísos fiscales”. Lo que quiero decir es que debemos discutir con mucho cuidado y más seriamente estas vinculaciones entre la economía “ilegal” de estos verdaderos emporios con la economía “legal”. Debemos pedir muchísima colaboración del sector privado legal para controlar, denunciar, precaver a las autoridades y no lucrar con este tipo de actividades que son las que terminan matando a nuestros chicos. Con lo cual no hay ninguna posibilidad de que sea justificado lo que es ilegal.
—Vuelvo a la pregunta anterior: ¿y el consumo personal?
—El mundo está cambiando con respecto al consumo personal. Se está abordando el tema también como un tema de salud. Francamente yo no creo que sea razonable tratar el tema del consumo personal en una adicción como un problema penal y no como un problema de salud. Recientemente la Corte Suprema ha hablado al respecto. Hay quienes sostienen que el consumo de estupefacientes es una cuestión privada de las personas, como dice la Constitución en su art.19, que está exenta de la autoridad de los magistrados. Es una cuestión privada. Por lo tanto, yo creo que a) es una cuestión de intimidad, y b) es una cuestión de salud en caso de que haya un problema de adicción, en particular si se trata de un chico. Me parece que son dos carriles separados: uno, que no debe abandonarse, que combate el crimen organizado y, otro, que es el de abordar en mayor medida e intensidad el problema de drogadicción como un problema de salud. Si uno no lo trata como un problema de salud está reforzando el poder de las organizaciones narco. En la medida en que un chico esté sometido a situaciones de adicción severa será alguien fácilmente esclavizado por estas organizaciones. Es fundamental, entonces, que el Estado nacional de manera urgente tenga un programa nacional de combate a las adicciones que sea gratuito y de alta calidad, sobre todo en los barrios de menores recursos.

Marito, el chico que sale a robar para ir a comprar paco

Marito, el chico que sale a robar para ir a comprar paco

POR MARÍA LAURA BALONGA

Vive en San Juan. Tras varias fugas, ahora volvieron a internarlo en un instituto especial.
 
Desamparo. Marito, durante una de sus entradas a la comisaría. Este mes le robó el arma a un policía./ DIARIO DE CUYO
No llega al metro diez de estatura, pesa menos de 30 kilos y en la Policía de la localidad sanjuanina de Rawson están convencidos de que es “un peligro en potencia”. Aunque, aclaran: “Si la droga le permite superar la adolescencia”.
Marito tiene 12 años y roba para comprar paco. Una dosis le cuesta seis pesos, como mínimo. “Una vez se metió en el camping de oficiales y se llevó 11.000 pesos. Imaginá la cantidad de pasta base que se hubiera fumado...”, aseguran a Clarín en la Comisaría 25a. Allí tiene al menos ocho ingresos, la mayoría por hurto. La Justicia de Menores provincial lo internó en un centro de trata de adicciones del que se escapó tres veces en menos de una semana.
La historia de Marito trascendió los límites de San Juan a principios de mes. El 3 de marzo le robó el arma a un policía en el barrio La Quebrada, de Rawson, para cambiarla por drogas. Dos días despuéslo encontraron con la pistola.
Por tratarse de un menor, la jueza María Julia Camus se lo restituyó a sus padres. “No la usó, sólo alardeó con ella en el barrio. No tiene físico para ejercer violencia ”, explican desde la Justicia sanjuanina.
Sin embargo, esa misma semana Marito volvió a caer por intentar robar un almacén de la Villa Don Pablo. El dueño del comercio lo sorprendió cuando intentaba llevarse 120 pesos de la caja. Era de madrugada y, después de meterse entre los barrotes de una ventana aprovechando su contextura pequeña, el dueño del local lo encontró escondido detrás de una puerta: “Me pedía perdón y que no llamara a la Policía. Estaba atemorizado y totalmente perdido por las drogas”, contó el hombre.
Marito fue llevado nuevamente a la seccional 25ª de la Policía de San Juan y quedó otra vez a cargo del Segundo Juzgado de Menores que encabeza la jueza Camus y de la Dirección de la Niñez del Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia, quienes decidieron internarlo para recuperarlo de su adicción.
El 8 de marzo fue ingresado al “Proyecto Juan” y quedó internado. Al día siguiente, la jueza lo fue a visitar y le hizo escribir una carta para su familia.
“Papá los quiero mucho. Mamá, no se preocupen. Los extraño. Yo estoy tranquilo, ustedes quédense tranquilos” , dice el texto.
Fuentes judiciales explicaron: “Él se crió solo y trata de sobrevivir. Viene del seno de una familia que no lo ha contenido. Durante la visita, la jueza lo vio asustado. No fue agresivo.
Simplemente preguntaba por qué tenía que estar internado y por cuánto tiempo ”.
Marito tiene dos hermanos por parte del padre, otros dos por el lado de la madre y es el menor de los tres hijos que tiene la pareja. El papá está desocupado y cartonea. Es analfabeto, al igual que la mamá. Cuando la jueza los citó para darles la carta que había escrito su hijo, se las tuvo que leer y también redactó la respuesta.
Desde la Policía describen que “es un chico que vive en situación de calle más de lo que reconoce su familia, maneja el lenguaje y se defiende. El propio padre nos dice que no sabe qué hacer con él, pero a su vez cuando lo vamos a buscar a su casa lo encubre. Estando en la comisaría, es inteligente como para agitar el calabozo”.
A cuatro días de estar internado, Marito se escapó del “Proyecto Juan” . Al día siguiente la Policía lo sorprendió cuando intentaba llegar a la casa de su padre en la Villa San Damián “perdido, descalzo y sin comer”.
Nuevamente fue a parar a la comisaría 25ª, y luego fue restituido al centro de rehabilitación. El sábado siguiente se volvió a escapar.
La Policía lo halló ese mismo día cerca del barrio La Estación , donde compra el paco. “Nos volvió a decir que no quiere estar internado, que los grandes y los celadores le pegan y que a veces lo duermen”, relataron los agentes. Tras otra fuga del centro de adictos, esta semana lo atraparon de nuevo. Ahora está en un instituto de menores, a cargo de la Justicia sanjuanina.

domingo, 23 de febrero de 2014

“Despenalizar el consumo de drogas es fundamental”

REPORTAJE A DR. PABLO DAMIN  

“Despenalizar el consumo de drogas es fundamental”

Jefe de Toxicología del Hospital Fernández y docente de la UBA, advierte que el consumo de drogas atraviesa todas las clases sociales, cree que penalizar la tenencia no ha dado resultado, pero tiene dudas sobre la legalización del consumo, como ha decidido hacer Uruguay


Argentina. “Ha aumentado mucho su consumo, ha aumentado la edad de            consumo y la cantidad que se consume. Y no sólo con las drogas ilegales sino también con las “legales”, como medicamentos y alcohol.
Argentina. “Ha aumentado mucho su consumo, ha aumentado la edad de consumo y la cantidad que se consume. Y no sólo con las drogas ilegales sino también con las “legales”, como medicamentos y alcohol. |
E n los últimos días se han entrecruzado hechos y palabras dramáticas con respecto al avance de la droga en nuestro país. Las amenazas de “Los angelitos de Yaqui”, en Mendoza a, raíz de las denuncias de nuestros colegas del diario El Sol, el atentado contra el gobernador Antonio Bonfatti de Santa Fe y, ahora, la discusión entre el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, y el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, acerca de si nos hemos convertido o no en un país productor de droga, no hacen sino inquietarnos frente a un problema que nos afecta a todos.
    Por ello no queremos dejar de consultar al doctor Pablo Damin, jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández y Jefe de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA.

—¿Qué edad promedio tienen los adictos que concurren al Hospital Fernández?
—Lamentablemente ha bajado mucho la edad de consumo y de consulta. Diez o quince años atrás veíamos a gente de veinte años para arriba y hoy, en cambio, el promedio es muy bajo. Por ejemplo, en el tema del alcohol el mayor caudal se ubica entre los menores de veinte años y en las sustancias ilegales observamos a gente entre veinte y veinticinco. Ha bajado mucho el promedio y la media de consulta.
—¿La consulta se da más en varones que en mujeres?
—Mire, sigue siendo una patología prevaleciente en varones –explica Damin–. Pero fíjese que también se ha femineizado.  Los pacientes que consultan entre treinta y cuarenta años la mayoría son varones, pero cuando uno mira hacia los menores de veinte años tenemos casi un 55%. Están muy, muy próximos. Yo diría que estamos casi en mitad y mitad de varones y mujeres.
—Además, hay algo muy aterrador que ustedes seguramente también ven en el hospital. Me refiero a que de ser un país “de paso” la Argentina habría pasado a ser un país productor de droga.
—Justamente hoy escuchaba a uno de los ministros señalar esto mismo y la verdad que nosotros, en el hospital, no podemos evaluarlo sino que escuchamos. Y lo que se escucha es que la marihuana que más se consume es la que proviene de Paraguay, que incluso viene con alguna modificación genética. Nos dicen muchos que la cocaína es “terminada” aquí y que el paco, en cambio, “está hecho”. Parecería entonces que, más que un país de tránsito como siempre pensábamos que éramos (la droga venía de algún lado e iba hacia otro) hoy, por razones de economía, hay algunas sustancias que vienen prehechas como la efedrina y circulan hacia otros países y terminan componiendo el “éxtasis” que tiene otra elaboración y todavía no se está haciendo aquí. Sin embargo es indudable que éste es un país que ha aumentado mucho su consumo, ha aumentado también la edad de consumo lo mismo que la cantidad que se consume. Vemos esto como un fenómeno social. No sólo con las drogas ilegales sino también con las “legales”. Este fenómeno a la vez ocurre con los medicamentos y con el alcohol. Es decir, sustancias legales usadas como sustancias psicoactivas. Hoy por hoy tenemos un porcentaje muy alto de la población que usa medicamentos podríamos decir en forma “indebida” o “psicoactiva”.
—¿Qué es “psicoactiva”?
—Se usan para modificar el estado anímico. Hoy por hoy la gente consume algún tipo de psicofármaco o algún tipo de tranquilizante asociado al alcohol por el efecto que esto genera. Ya no es exclusivamente para tranquilizarse o para dormir, sino como si fuera una sustancia. Lo que pasa es que, en vez de recurrir a un estimulante como la cocaína, recurre a una “depresora” que, incluso, produce euforia pero que tranquiliza porque es un depresor del sistema nervioso. Y lo asocian entonces con alcohol. Hace diez años este fenómeno prácticamente no existía en el país y, hoy por hoy, es importante. También es interesante observar la producción récord que hemos tenido de sustancias alcohólicas. Cuando miramos los gráficos de algunas de las cámaras productoras de bebidas observamos que, en los últimos diez años, el incremento ha sido más que alarmante. Me refiero, claro, a la venta de bebidas alcohólicas. Lo mismo ocurre con los medicamentos y con las sustancias ilegales. Fíjese que, actualmente, en el hospital observamos un fenómeno muy marcado que constituyen las sustancias sintéticas.
—¿Cuáles son?
—Dentro del grupo de las sintéticas tenemos los derivados fundamentalmente de la metaanfetamina que, ya de por sí, es una “sintética” que sale a partir de la efedrina y de la anfetamina. Las más conocidas son el “éxtasis” y “Adán” o la droga del amor. Son derivados de la metaanfetamina. Son derivados sintéticos y hoy vemos a adolescentes y adultos jóvenes que lo usan masivamente sobre todo ligado a un determinado tipo de música.
—¿Cuál sería la relación con la música?
—En nuestro país y en el mundo hay una larga tradición de asociar determinadas músicas con determinadas sustancias. Me refiero a que, hoy por hoy, la moda es asociar música electrónica con sustancias sintéticas o también “drogas de diseño” como se las llama. Entonces, dentro de éstas el “éxtasis” es el principal exponente, uno de los más conocidos y lo cierto es que son sustancias que requieren tecnología para poder desarrollarse.
—Pero, por ejemplo ¿el éxtasis es una pastilla, un jarabe?
—Son comprimidos que se comercializan como tales. Incluso vienen con una ranura y del otro lado del comprimido suelen traer pequeños dibujos que los identifican. No nos olvidemos que estamos hablando de una sustancia ilegal que justamente por ser ilegal debe identificarse de alguna manera. Entonces se identifican con colores o con pequeños símbolos impresos en el comprimido. De esa manera la gente identifica, por ejemplo, el éxtasis como si fuera de una u otra marca.
—¿Este es un comercio ilegal?
—Absolutamente ilegal a partir de la metaanfetamina que de por sí es ilegal también en todos sus derivados. Los que nos dedicamos a adicciones decimos que una sustancia no es lo más importante en la adicción. A veces escuchamos a las mamás del paco decir “mi hijo cayó en el paco” y, verdaderamente, el paco no es un agujero que se chupa a los chicos. La sustancia es lo menos importante de esta enfermedad porque cuando la sustancia se acaba o, por algún motivo, deja de ingresar al país es reemplazada por otra. Entonces, la sustancia es lo menos importante. Para nosotros lo más importante en cambio es la persona con capacidad de enfermarse. No se enferma cualquiera.
—¿Cómo es eso?
— Hoy por hoy tenemos una familia muy consumidora. Tenemos una familia con excesos de consumo de alcohol, de medicamentos. La gente toma medicamentos todo el tiempo. Se automedica constantemente. Y también, prescribe. En nuestra sociedad no solamente prescribimos los médicos: la gente compra y distribuye medicamentos en la casa: “tomate esto, tomate aquello”.
—Pero ¿cómo consiguen la receta para el medicamento?
—A veces los médicos prescribimos en demasía; a veces no tenemos control de lo que prescribimos. Muchas veces, también, nuestras secretarias repiten recetas porque “total, la gente viene a buscar la receta” y entonces no se valora como una consulta médica. Por su parte, las farmacias a veces dispensan sin receta y, además, hay gente que “distribuye”.
—¿Cómo es eso?
—Es gente que compra y le da su medicación a otros miembros de la familia. Esto no debería ocurrir. Entonces en este triángulo: sustancia, persona con capacidad de enfermarse y sociedad tenemos muchos problemas sociales, personas con capacidad o tendencia a consumir sustancias y una disponibilidad de sustancias sin límite. Entonces, tener una persona enferma o consumidora problemática de sustancias es realmente algo fácil entre nosotros.
    —¿Cómo se modifica esto?
   —Comiendo mejor, haciendo más deporte, durmiendo un poco más y pasando menos horas frente a la computadora y, en cambio, más horas al aire libre. Pero para ello indudablemente necesitamos papás que también aprendan todo esto. Hoy por hoy nosotros vemos que los papás consumen cantidad de sustancias; muchos también le “compran” la bebida a los chicos. Por ejemplo, cuando hay una reunión en su casa con chicos de 16 años, es el padre el que va al supermercado porque al chico de 16 años no le venden la bebida. Y el razonamiento del padre es “yo le compro medio litro de cerveza por chico”, cuando la pregunta es: “Señor, ¿usted no sabe que para los menores de 16 años la bebida está tan prohibida como la cocaína? Usted le está enseñando cómo violar la ley”. Precisamos que no sólo los papás se hagan más responsables sino que también les dediquen más tiempo a los chicos. A veces los padres se enteran de los problemas de sus hijos cuando ya es tarde.
—Para ubicarnos mejor, ¿qué nivel social reciben en el Hospital Fernández?
—Mire, el Fernández recibe a todos los niveles sociales por la particularidad de su ubicación. No sólo tiene a la Villa 31 dentro de su área programática, sino que también atiende Barrio Parque, Palermo y Recoleta, con lo cual tenemos absolutamente todos los niveles sociales y el consumo problemático de sustancias involucra a todos los niveles sociales. A veces, con distintas sustancias pero comprende a todos. En un nivel social bajo la gente consume alcohol de cajita. En los niveles altos, más bebida blanca y cuánto más alto es el nivel la bebida blanca es de mejor calidad lo cual suele hacer el daño algo menor. Cuando usted habla de sustancias ilegales le diría que la cocaína atraviesa todos los niveles. Los más altos quizás consuman de mejor calidad pero el paco es una de las formas de cocaína que se consume en los niveles sociales más bajos y es raro que llegue a la clase media. Por ejemplo, si hablamos de las drogas sintéticas, el éxtasis es una sustancia cara y la vemos de clase media hacia arriba. Los lugares en los que se consume éxtasis son lugares bailables donde normalmente hay música electrónica y que son de acceso caro. Ahí vemos que gente de clase media para arriba es la que consume sustancias sintéticas.
—Esos pacientes jóvenes que concurren al Fernández ¿tienen algún tipo de problema discernible o consumen droga porque los otros chicos lo hacen?
—Como le mencionaba hace un rato es posible que muchos prueben pero en ese universo de consumidores podemos encontrar a tres grupos bien diferenciados: alrededor del 72% del universo de los que consumieron en algún momento son “usadores” de sustancias. Personas que pueden probar alguna vez pero no se van a convertir en enfermos. Ni siquiera hicieron un cuadro de intoxicación: simplemente “probaron”. Un 22 o 24% son “abusadores” o sea personas que no sólo consumen sino que lo han hecho en algunas con reiteración y, a veces, con un cuadro de intoxicación. Si nos referimos al éxtasis, hay gente que consume 10 veces en el año pero, en alguna de esas 10 veces, hizo un cuadro de intoxicación por lo que entonces consideramos “abuso” pero que, a lo mejor, nunca llega a ser una dependencia de la enfermedad. Por último, hay un 5 o un 7% a quienes consideramos claramente “dependientes” de las sustancias. Consumen en forma sistemática, emplean mucho tiempo buscando la sustancia, emplean mucho dinero y empiezan a tener efectos sociales por el consumo: pierden amigos, pierden clientes, tienen problemas familiares, la familia los echa de la casa y esto se puede extrapolar a cualquier sustancia y más o menos se dividen en estos grupos que le menciono. Entonces, no todos los que consumen terminan siendo enfermos. No todos hacen la carrera más allá de “probar”. Ahí es importante el ambiente: en un grupo de 5 hay 4 que fuman marihuana y al que no fuma entonces le es muy difícil mantenerse en el grupo de amigos y aguantar la presión de los compañeros. El que, en estos casos, termina cediendo no va a ser un adicto a  la marihuana sino que lo hará en alguna ocasión y tendrá un daño mucho menor.
    —Como toxicólogo, Dr.Damin, obviamente usted se debe haber planteado el famoso tema de la legalización de la droga. ¿Cuál es el justo medio?
   —Mire, yo creo que es importante analizar lo que ocurre en nuestro contexto. En los países que nos rodean la droga está despenalizada cuando es “tenencia”. Hace alrededor de dos años aquí se planteó el tema de la despenalización de la tenencia de sustancias a raíz de un fallo de la Corte Suprema (fallo Arriola si mal no recuerdo) donde despenalizó a la persona que “tiene sustancia para consumo personal”. Lo que claramente le marcó la Corte al Poder Legislativo fue que tenía que volver a legislar y se planteó, desde el Gobierno, hacer una modificación que se trabajó, y también trabajó en esto el doctor Aníbal Fernández, quien era entonces Jefe de Gabinete, que elaboró un proyecto de ley que se comenzó a discutir en el Congreso y luego no se sancionó. Se hablaba, como decíamos, de “tenencia para uso personal” y en lo personal yo creo que esto es indispensable porque venimos de 40 años de penalización y no nos ha dado resultado. Despenalizar la tenencia para uso personal no quiere decir legalizar la sustancia. Simplemente significa que, si alguien tiene sustancia para consumo personal no puede ser metido preso. Se lo procesa penalmente. Creo que esto es fundamental porque necesitamos que la gente que está enferma por la sustancia deje la sustancia pero no bajo la amenaza de una ley penal porque el procesamiento le traerá muchas consecuencias por el resto de su vida. Los médicos tenemos el arma del Código Civil para “encerrar” (feo término) en caso necesario a quien lo requiera  en una institución psiquiátrica. Cuando alguien requiere una internación podemos usar el articulo 482 que habla de una medida de “cuidado” que se aplica cuando las personas presentan riesgo para sí mismas ó para terceros. Tenemos entonces otros recursos y me parece que la ley penal ha sido muchas veces mal utilizada y no nos ha provocado ningún beneficio. Uruguay planteó la legalidad de la marihuana y otros países lo plantean frente al resto de las sustancias y lo que se pone como ejemplo es lo que ocurrió con el alcohol cuando La Ley Seca se legalizó. Tengo muchas dudas acerca de si deberíamos legalizar o no las drogas. No tengo dudas en cuanto a la despenalización de la tenencia. Lo que no puedo dejar de tener en cuenta como médico es que, hoy por hoy, estamos perdiendo muchas vidas muy jóvenes en ocasión del “tráfico” de drogas. En nuestro país esto es algo incipiente, pero vemos lo que ocurre en otros países (México y ahora Brasil), donde se están perdiendo muchos chicos y adolescentes porque el narcotráfico usa a menores de 16 años por su situación frente a la ley. Estos chicos no se mueren consumiendo sino mueren en el tráfico, la comercialización.
   —Bueno, esto toca la denuncia del diario “El Sol” de Mendoza a cuyos periodistas “Los angelitos de Yaqui” amenazan de muerte.
   —Exactamente. ¿Y qué hacemos con un adolescente de 13, 14, 15 años que amenaza y, lo que es más terrible, mata? Quizás una forma de acabar con todo esto sería lo que plantean algunos países: si se pudiera instrumentar de una manera donde los recursos obtenidos por esa legalización se volcaran a la promoción de la salud y a la prevención del consumo de sustancias sería otra cosa. Lamentablemente no tenemos la certeza de que eso vaya a ocurrir. Me parece que lo que ha hecho Uruguay se podrá evaluar en un tiempo pero los países que hemos seguido conductas rígidas no hemos tenido buenos resultados. Por ejemplo, Estados Unidos sigue teniendo un consumo de sustancias ilegales muy elevado y me parece que ha llegado el momento de buscar otras formas de evitar que la gente consuma y se muera en ocasión del tráfico. Como médico no sólo me importa que la gente no se muera consumiendo sino que tampoco se muera vendiendo

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