por Ernesto Tenembaum
Es una pena que no se haya inventado aún la manera de añadirle audio a una revista porque, entre otras cosas, usted podría escuchar la voz de ambas, mucho más jóvenes. Se trata de un archivo conmovedor de la transición democrática: Magdalena Ruiz Guiñazú conversa con Hebe Pastor de Bonafini en marzo de 1984. Le da espacio para que denuncie que los canales del oficialismo se resisten a darles espacio a las Madres de Plaza de Mayo y editorializa con énfasis a favor de que ello suceda. Búsquelo: con teclear “Bonafini Ruiz Guiñazú” en YouTube, aparece en segundos. “Nadie en el país puede dejar de saber lo que significan los pañuelos blancos”, dice MRG.
Sobre el final de la nota, Hebe de Bonafini pide agregar algo. Su voz suena nítida y agradecida.
–Siempre recordamos con mucho afecto que usted, como mujer, fue de las primeras que habló de las Madres por la radio. Eso no lo olvidamos nunca.
Magdalena, en ese 1984, integraba la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, que había conformado el gobierno de Raúl Alfonsín para producir un informe sobre la represión ilegal y que produjera el mítico libro Nunca Más. Era tiempos difíciles: no denunciaba a la dictadura treinta años después ni se golpeaba el pecho, sino que aportaba su trabajo riguroso y valiente para denunciar los crímenes cuando el poder militar aún existía y tantos, pero tantos, se borraban. Luego de eso denunció como periodista las leyes de punto final y obediencia debida, y posteriormente el indulto de Carlos Saúl Menem, con cuyo gobierno nunca tuvo relación alguna. En los años noventa, Ruiz Guiñazú firmó todas las declaraciones en solidaridad con los periodistas que eran querellados por la gestión menemista y dio lugar en su programa de radio a todas las denuncias de corrupción contra el régimen de esos años.
En mi casa, cuando yo era pibe, me despertaba sobresaltado porque mis viejos escuchaban su programa en un volumen, digamos, bastante alto. Por eso, escuché las veces que mencionaba la existencia de desaparecidos. Es algo que aún, tantos años después, me estremece. Conozco tanto periodista menor que teme decir palabras de más para no perder un auspicio de dos mil pesos, tanto periodista militante que no se atreve a formular una pregunta de más cuando le ponen un ministro enfrente: no imagino cómo alguien tuvo la valentía de decir esas cosas por radio siendo la madre de cinco hijos muy pequeños. Eduardo Aliverti compartía el estudio de Magdalena: pregúntenle a él qué hizo ella durante la dictadura.