DÍA DE LA MUJER A LA MEXICANA
Secuestrada y violada, mató a su agresor y la mandaron presa
Yakiri es mexicana, tiene 20 años, pesa poco más de 50 kilos y el día que salió de prisión, el miércoles 05/03, no pudo dormir en su casa, amenazada de muerte en el Distrito Federal. Ella ingresó a prisión en diciembre, acusada de homicidio calificado: mató a un hombre casi el doble de grande, de 90 kilos, mientras él la estaba violando. El caso saltó a las redes sociales porque el proceso inicial estuvo plagado de irregularidades. Ante el escándalo y la presión popular, un tribunal corrigió el auto de formal prisión imputándole un homicidio con exceso de legítima defensa. Con la reclasificación, el delito se convirtió en “no grave” y admitió que sí existió la violación, aunque deja entrever que la reacción de Yakiri para proteger su vida fue excesiva (¿?). La machista justicia mexicana no puede explicar es cicatriz de 5 centímetros en el brazo izquierdo que todavía luce Yakiri, una de las puñaladas que le asestó Miguel, su agresor, durante el forcejeo.
Una vergüenza la policía, la Procuración y la Justicia en Ciudad de México DF.
"Después de un secuestro exprés, de una violación, de un intento de feminicidio, ¿qué querían?, ¿qué me dejara matar?", preguntó Yakiri Rubio, luego de pasar 3 meses en prisión y recuperar su libertad.
Yakiri, de 20 años, residente en Ciudad de México, ha conseguido que la justicia mexicana acepte que el homicidio de su atacante, Miguel Ángel Ramírez, a quien mató con la navaja con la que él la amenazaba, fue en defensa propia.
Pero aunque está feliz por volver con su familia, a Yakiri la indigna que los jueces todavía consideren que fue un acto de "exceso de legítima defensa" y que no la hayan absuelto todavía.
Ella es inocente, pero los jueces andan dando vuelta todavía al tema.
La vida de Yakiri cambió el 9 de diciembre de 2013. Esa noche la muchacha acudió semidesnuda y llena de heridas a una comisaría de policía de la colonia Doctores, un barrio violento situado a tan solo 6 calles de una de las zonas de moda de la capital mexicana. Allí denunció que 2 hombres la habían secuestrado, violado y golpeado. Desde el principio, la joven declaró que iba a encontrarse con su pareja, Gabriela, su novia desde hacía 2 años, cuando los 2 sujetos la abordaron en una moto y la obligaron a subirse.
La muchacha fue llevada a punta de navaja a un hotel cercano, entre los dos la desnudaron y la golpearon, pero solo uno de ellos, Miguel, permaneció en la habitación hasta el final. El otro, su hermano Omar, de 33 años, fue quien recibió al primero casi muerto en su domicilio, con una herida letal en el cuello que le causó la mujer mientras se defendía de las puñaladas.
Nadie le creyó a Yakiri cuando llegó a la comisaría y eso que México es un país donde cada cuatro minutos una mujer es violada, 131.400 casos al año.
La joven no fue atendida como debería serlo una víctima de delito sexual, con los protocolos adecuados, las pruebas médicas, la atención psicológica o la distribución de antirretrovirales. Cuando apenas acababa de prestar declaración, Omar apareció en las oficinas y la denunció como la asesina de su hermano. Ella no volvió a pisar la calle, aunque nadie le dijo que se encontraba en calidad de detenida. Tampoco pudo llamar a su casa cuando los agentes le dijeron que pasaría la noche en una celda.
Después se preguntan por qué hay autodefensas en México: el Estado se encuentra ausente, y no sólo en las áreas rurales.
Unas 2 semanas después, el juez dictó auto de formal prisión alegando que el suceso había sido un crimen pasional, que ellos 2 eran amantes y ella lo mató por celos. Una estupidez por donde se lo evalúe.
Tampoco fueron tomadas en cuenta las fotos que la Procuraduría le sacó a la joven aquella noche, donde se ve su espalda llena de golpes, sangrando, y la herida del brazo abierta, escalofriante. Las imágenes desaparecieron y no fueron incluidas en el expediente, aunque la Comisión de Derechos Humanos del DF recomendó a la corte que se integraran en la investigación cuando fueron difundidas a través de internet.
Según su abogada, Ana Katiria Suárez, funcionarios de bajo nivel de la procuraduría que conocían a los hermanos Ramírez, a los que se vincula con actividades de narcomenudeo y que eran vecinos de las oficinas de la fiscalía, quisieron ayudarlos cometiendo un sinfin de irregularidades para desacreditar la denuncia de Yakiri por violación y solo encargarse de la denuncia por homicidio que presentó el hermano del fallecido.
Suárez asegura que se manipularon mensajes de texto del agresor para intentar demostrar que Miguel Angel y Yakiri eran amantes, cuando la joven ha reconocido abiertamente su homosexualidad y siempre declaró no conocer a su atacante. También subraya que se violaron todos los protocolos nacionales e internacionales para atender a víctimas de violencia de género, además de haber roto la cadena de custodia de pruebas, entre otras irregularidades.
La salida de Yakiri fue posible gracias a la apelación que hizo la defensa, la abogada Ana Katiria Suárez, en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, pero no solo. Su caso promovió la creación de un comité ciudadano en su apoyo que recaudó 68.000 firmas y juntó dinero para contribuir a la fianza, que el juez fijó en US$32.000.
Una delegación de la ONU, el Instituto para las Mujeres, comisiones de Congreso y Senado y organizaciones feministas estuvieron con ella durante el proceso. Apenas este miércoles, horas antes de salir libre, varios legisladores apoyaron económicamente a José Luis y Marina, los padres de la joven, con lo que restaba de la fianza.
Cuando ella pisó la calle, rodeada de cámaras y emocionada, quiso hacer una declaración: “Quiero que no haya más injusticias, que se acabe el machismo”, pedía escoltada por sus padres, la abogada y una decena de policías. ”Estoy feliz porque he sobrevivido, pero tengo miedo: uno de mis agresores todavía anda suelto”.
"Dicen ¡que me defendí de más! Ya estoy harta, estamos cansadas de tantos abusos a mujeres, que nos hagan de menos, defenderse no es un delito", reclamó Yakiri.
"Han sido 3 meses de angustia, de coraje. El penal fue horrible, ni comía ni dormía, todo fue tan injusto... pero voy a seguir levantando la voz para que se acabe el machismo por todas esas mujeres que no se atreven a denunciar o que las da vergüenza", reiteró ella.
Su padre, José Luis Rubio, su máximo apoyo todos estos meses, subraya la discriminación sufrida por su hija. "Cuando se trata de mujeres, los jueces declaran 'exceso de legítima defensa'. Pero cuando se trata de hombres son tratados como héroes que decidieron luchar por su vida", lamenta.
La impunidad en México es un mal endémico pero cuando se trata de delitos contra las mujeres, la situación empeora.
Según Inmujeres (un organismo oficial), al año se dan 120.000 casos de abusos sexuales y violaciones pero solo se denuncian unos 15.000 y poco más de 4.000 reciben sentencia condenatoria, con lo que el índice de impunidad supera el 70%.
Por si fuera poco, la última Encuesta Nacional sobre Discriminación arrojó otra preocupante cifra, más de un quinto de la población cree que la violación es responsabilidad de la víctima. Y una funcionaria de ONU-Mujeres, Ana Guezmes, ofrecía el año pasado un dato estremecedor: 6,4 mujeres eran asesinadas en México cada día.
Con este panorama de fondo, el caso de Yakiri pegó con fuerza en la sociedad mexicana que desde hace años denuncia una justicia "machista y misógina" -en palabras de la ONG Equis- que actúa por estereotipos de género y no tiene en cuenta ni los tratados internacionales ni el contexto social. Y la serie de irregularidades del caso exhibió, además, las carencias del sistema de justicia en plena capital mexicana.
"La recalificación de su delito, de homicidio doloso a homicidio con exceso de legítima defensa es una victoria parcial que evidencia los errores que cometió la procuraduría", añadió la abogada de Yakiri. Pero el objetivo es la absolución completa y que detengan a Oscar, el hermano del fallecido, quien también participó en la agresión y ahora ha amenazado de muerte a Yakiri.
"La amenazaron en la cárcel y por eso la cambiaron de penal y al salir la han vuelto a amenazar varios familiares del fallecido, por eso no nos hemos ido a casa y estamos de un lado para otro", denunció el padre de la joven.