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domingo, 3 de julio de 2016

Carrió, el tiburón de Macri que acecha a enemigos y atemoriza a los aliados

Carrió, el tiburón de Macri que acecha a enemigos y atemoriza a los aliados


Casa Rosada.
La convivencia en Cambiemos.

Elisa Carrió puede adquirir, durante esos breves estados de relajación en los que entra Mauricio Macri de tanto en tanto con sus ministros más cercanos, la piel de un tiburón. “Vos estás en el mar y ves que el tiburón se está alejando para buscar a otra presa y decís ‘zafé’, pero te distraés un poco y ves que la aleta gira y empezás a pensar que ahora viene por vos”, ha dicho ante miradas cómplices. Mejor –piensa el Presidente– que el tiburón siga entretenido acechando a sus adversarios.
No hay ningún estudio psicológico encargado por Jaime Durán Barba –que suele preguntar en tiempos de campaña con qué animales asocia la gente a los candidatos– detrás de esa figura. La analogía de la diputada con el tiburón corre por cuenta de Macri. Se ve que el efecto del miedo que genera Carrió continúa propagándose en la cima del poder. Más de uno lo utiliza en las negociaciones con opositores, sindicalistas y empresarios. “Mejor que arregles conmigo porque si sale a cruzarte Carrió no creo que la vayas a pasar bien”, se desayunó hace algunos días un importante diputado peronista. La versión también llegó a oídos de Hugo Moyano en medio de las negociaciones paritarias y abarcó al menos un intendente del Conurbano que podría arrastrar algún problema con la Justicia.
Claro que todos estos movimientos suceden a espaldas de la conductora de la Coalición Cívica. En el oficialismo la gran mayoría la considera una pieza clave pero a la vez permanece en alerta por sus posibles reacciones. “Ella dice que es libre y nunca sabés con qué te va a salir. Su naturaleza es transgredir”, dicen los macristas que tratan con ella.
Nadie deja de reconocerle, de todos modos, los servicios prestados. Desde la cruzada anti Massa que lanzó en la campaña presidencial –que según los estrategas del PRO fue clave para espantar a los radicales, que optaron finalmente por confluir en la alianza Cambiemos– hasta la denuncia por enriquecimiento ilícito que le hizo al presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti. Aunque Macri tomó distancia de la movida y hace poco le pidió una tregua de 60 días con el juez sus referentes judiciales admiten que la embestida de la diputada fue funcional para “ablandarlo” en los inicios de la gestión. Carrió charla muy seguido con Macri, a veces en un tono demasiado elevado si algo no le cierra.
Lo que no quiero es que me usen”, le ha dicho Lilita en varias oportunidades. Cada vez que ella sorprende con alguna estocada a un integrante de Cambiemos desde el equipo de comunicaicón del Gobierno bajan la orden de no contestarle. Puede dar fe de eso su amiga Gabriel Michetti, con la que ha dejado de hablarse después de que pusiera en duda su dignidad por el comportamiento en el Senado.
Claro que el caso de Michetti es una anécdota. El blanco predilecto de Carrió sigue siendo Daniel Angelici, quien recibe cada tanto munición pesada y devuelve con palabras de ocasión. La mira contra Angelici podría volver a posarse en el corto plazo. ¿Tendrá que ver la sospecha de Carrió sobre un acuerdo para preservar la figura de Julio De Vido?
“Lilita es indomable. Pero Macri la banca fuerte”, asumen quienes la frecuentan en el Congreso. El jueves, la diputada estalló en plena sesión cuando se enteró, por casualidad, que sus pares de Cambiemos habían pactado con el Frente para la Victoria para no preguntarle a Susana Malcorra sobre la denuncia en su contra que hay en la ONU por supuesta complicidad en el ocultamiento de explotación y abuso sexual de menores por parte de las fuerzas de mantenimiento de paz en Africa. “En 20 años no participé de ningún acuerdo de silencio”, sostuvo, y abandonó la sesión. Una fuente macrista aseguró haber escuchado sus últimas palabras en un pasillo: “Ahora voy por Cambiemos”.
La diputada también tiene a sus niños mimados. Además del Presidente –con el que ha comenzado a explorar cuestiones electores– ha hecho buenas migas con María Eugenia Vidal, Mario Quintana, Carolina Stanley y Pedro Lacoste. Con Marcos Peña la relación es menos efusiva pero ambos se respetan y priorizan el trato de cuestiones de trabajo por sobre las personales. Lilita también recobró el amor por Alfonso Prat- Gay tras algunas charlas reservadas. Una muestra: en unos días, el ministro de Hacienda cerrará con ella un encuentro en el Instituto Arendt.

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