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jueves, 15 de agosto de 2013

Con las botas puestas.por Ernesto Tenembaum


Acabo de ver el discurso presidencial en Tecnópolis y, realmente, me cuesta entender la estrategia del Gobierno para reducir en octubre la paliza que recibió el domingo. Voy a tratar de explicarlo de manera sencilla. La encuestadora que, esta vez, fue más precisa en los pronósticos fue Management and Fit. Una semana antes, anunció que la diferencia sería de 5,5 por ciento a favor de Massa y no se movió ni una décima. Y esa fue la distancia. La misma encuestadora dice que, desde hace meses, más del sesenta por ciento de los argentinos dicen, sostenidamente, que quieren ver derrotado al Gobierno. En cambio, no llega al 30 por ciento la cantidad que, según los mismos estudios, quiere que el oficialismo gane. En ese contexto, lo peor que le puede pasar al Gobierno es que el voto castigo se unifique en un candidato. Al kirchnerismo le convenía, por ejemplo, según este esquema, que se instalara la imagen de ambigüedad de Sergio Massa. Después del discurso de hoy, si a alguien le cabía alguna duda, Massa quedó en el lugar de enemigo del Gobierno. Y no por algo que haya dicho él. Porque lo decidió Cristina. Ya algo había ocurrido, en ese sentido, durante la última semana de campaña cuando pusieron a Sergio Berni y Anibal Fernández a despotricar contra Massa por un asalto que había sufrido su familia. En el comando de campaña de Massa deben haber celebrado el discurso. De Narvaez queda desdibujado. Encima, el gobierno le hace propaganda en Futbol para Todos. Hay allí más de diez puntos que pueden servir para estirar la distancia.
Un segundo asunto fue la expresión de desprecio contra los candidatos opositores, a los que trató de gerentes de intereses oscuros. Como mínimo, es otro método original. El 70 por ciento del pueblo acaba de votarlos. Se supone que estas pocas semanas de campaña, deben servir al oficialismo para seducir a los votantes que se fugaron. Sería lógico que, luego de estos insultos, los votantes consoliden sus opciones, como ocurrió en la Capital luego de que Fito Paez dijera que la mitad de los porteños le producían asco. Es como si alguien tuviera la decisión de morir con las botas puestas. O de perder.
Pero, además del discurso de Cristina, evidentemente, no hay demasiada gente pensando. ¿Ustedes vieron el protagonismo de Boudou e Insfrán en el acto de Tecnópolis? ¿Suma algo? ¿Alguien se explica que, justo en estos días, destacados dirigentes del oficialismo se codeen con gente que promueve la desaparición del Estado de Israel de la faz de la tierra? ¿Se entiende que, justo en esta semana, Felisa Miceli reaparezca en el Ministerio de Economía?
Y a todo eso hay que sumarle la celebración por los triunfos en la Antártida y la comunidad Qom. Ayer vi por la noche el cable destacado de Telam sobre lo primero. Me pareció raro. Pero, en fin, cosas raras ocurren. Ahora veo la magnitud que tenía. Los Rodriguez Saa en su momento celebraron una mesa en Necochea, Menem un triunfo en la localidad de Perico, en Jujuy. Es lo mismo. Lo de los Qom, además, es irrespetuoso. Si no les dan documentos a los disidentes, luego de que la cana se los quemó en un hecho represivo donde hubo dos muertos, dificilmente puedan votar. Ya le van a responder ellos.
No estoy abriendo juicio moral sobre ninguna de estas cuestiones --aunque lo tengo. Simplemente, digo que no se entiende la estrategia de campaña. Las cosas, de aquí a octubre, pueden ser mejores para el Gobierno. Pero también peores. Y CFK, como está visto, no es infalible, más allá de lo que coreen los jóvenes que le dan escenografía a sus actos.
Veremos qué ocurre.

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