La mano de Zannini detrás de los tres grandes fracasos de Cristina
El secretario Legal y Técnico pulsea con los sectores de poder que influyen en la presidenta, como La Cámpora, Verbitsky o Guillermo Moreno. Por su mano terminó de caer el pliego de Daniel Reposo, sucumbió en Tribunales la reforma judicial y quedó en suspenso el futuro Milani. Las tensiones permanentes que alteran Olivos.
Cuando Néstor Kirchner vivía, la broma entre los asiduos a la quinta de Olivos era que si algún día se separaba de Cristina, entre los bienes a repartir estaba Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico de ambos gobiernos.
Sin Kirchner, Zannini siguió al lado de Cristina y sobrevivió a los nuevos grupos de poder. No sólo eso: De su mano salieron los últimos tres retrocesos de su Gobierno, como fueron la caída del pliego para procurador de Daniel Reposo, la fallida reforma judicial que nunca pudo aplicarse y el freno al pliego de César Milani.
En la Casa Rosada no dejan de sorprenderse por estos episodios, que no hicieron más que aportarle debilidad a Cristina. “No se puede entender como la Presidenta vuelve sobre sus pasos. Y si le preguntas al Cuervo (Larroque) te dice que fueron las corporaciones”, comenta, sorprendido, un funcionario que habla con el jefe de La Cámpora.
Zannini tiene una relación pendular con la agrupación de Máximo Kirchner, como si aceptara que están por encima de todos, pero aún mantuviera la ambición de conservar la última palabra ante Cristina. “Todos hablan de él pero también nos peleamos”, dijo una festiva Presidenta en la asunción de su último mandato.
“El Chino” se cuida de no salir nunca en defensa de quien se sienta agredido por los camporistas -que son cada vez más-. Lo supo Gustavo Marconato, el ex diputado que nunca logró que Mariano Recalde reuniera el directorio para confirmarlo como vicepresidente de Aerolíneas, pese a que Cristina lo había nombrado con decreto y todo.
En la lista de espacios de poder cristinista de este mandato también se alistaron por sobre el resto Guillermo Moreno, Horacio Verbitsky y, aunque golpeado por el caso Ciccone, Amado Boudou.
Todos sufrieron a Zannini. Boudou y Moreno patrocinaron a Daniel Reposo como procurador General tras la salida de Esteban Righi, acusado de extorsión por el propio vicepresidente. "A veces parecer que sólo quisiera salvarse él y Cristina. Y que todo el resto se caiga a pedazos en 2015", cuentan algunos de los pingüinos que se alejaron de sus pasos en los últimos años. Es que a los nestoristas, el nuevo "Carlitos" no les convenció nunca.
Los retrocesos
Miguel Pichetto necesitaba los dos tercios de los votos en el Senado, creía poder alcanzarlos con el aporte de algunos miembros del Peronismo Federal, pero todo voló por los aires cuando Roxana Latorre, aliada incondicional hasta ese momento, confesó que votaría en contra.
En los pasillos de la Cámara alta creen que todo fue una jugada del Chino. “Fue él quien llamó a Pichetto y le pidió abandonar la pelea. Y a las pocas horas apareció la propuesta de Alejandra Gils Carbó, que le respondía”, afirman.
Que la reforma judicial haya costado tanto en el Congreso, donde se aprobó en Diputados con sólo un voto, y pese a eso la justicia la bajara al poco tiempo, es algo que ni el más kirchnerista del Gobierno logra comprender.
El proyecto fue una carta fuerte del camporista Julián Álvarez, viceministro de Justicia. Y tenía como golpe de gracia la conformación del Consejo de la Magistratura por el voto popular ya desde estas elecciones. Fue una incursión directa de La Cámpora en un área que hasta ese momento había sido coto casi personal de Zannini: La relación con la Justicia, un mundo que conoce bien ya desde sus épocas de ex presidente del Supremo Tribunal de Santa Cruz.
Cuando la reforma empezó a complicarse Cristina abrió una negociación con el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, para otorgarle el control total de los fondos judiciales. Con Zannini en la misma mesa, no eran pocos los que suponían que la negociación continuaba en los Tribunales.
Pero casi no pasó tiempo hasta que Cristina se lamentara por cadena nacional porque nunca podría aplicar la reforma, luego d euna fallo durísimo de la propia Corte Suprema. Para muchos, Zannini no pudo ser ajeno -o al menos prever- ese desenlace.
El caso Milani completa la zaga. Como el Cels, Alejandra Gils Carbó, disciplinada zanninista, ayer también cambió de parecer y recordó que los cargos contra el titular del Ejército debían tenerse en cuenta.
En un informe que remitió a la Comisión de Acuerdos, la semana pasada Gils Carbó había seguido la línea del Gobierno al negar tener cualquier antecedente judicial que complicara a Milani. A las pocas horas, Cristina lo ratificó como su elegido.
También por las listas
El cierre de listas también enfrentó a Zannini con La Cámpora. En el tercer piso de la Cámara de Diputados, Eduardo Wado De Pedro y Larroque habían recibido a sus militantes de Buenos Aires cuando el secretario presidencial los visitó y fue bien claro: “Para ustedes en la provincia, les queda del quinto lugar para abajo”.
Como relató LPO, la advertencia llegó cuando la candidatura de Massa era un hecho, pese a que en todos los circuitos kirchneristas intentaban negarlo. “¿No tienen información de inteligencia al menos?”, llegaron a decirle a un obsecado Larroque.
Zannini le garantizó a cada intendente del Conurbano que lideraría la lista y no sería molestado por militantes de La Cámpora. Con la lapicera en la mano, cumplió.
Uno de los que escuchó esa promesa del Chino fue el quilmeño Francisco “Barba” Gutiérrez, candidato testimonial en su distrito. A los pocos días se sorprendió cuando la diputada de La Cámpora, Mayra Mendoza, fue al acto de su rival, Daniel Gurzi.
Mejor suerte tuvo Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella, quien siempre tuvo diálogo directo con Zannini. Además de la exclusividad de su boleta en Morón, tuvo colectoras en distritos como Ituzaingo y Florencio Varela, donde los intendentes Alberto Descalzo y Julio Pereyra supieron ser los primeros nestoristas.
Sin Kirchner, Zannini siguió al lado de Cristina y sobrevivió a los nuevos grupos de poder. No sólo eso: De su mano salieron los últimos tres retrocesos de su Gobierno, como fueron la caída del pliego para procurador de Daniel Reposo, la fallida reforma judicial que nunca pudo aplicarse y el freno al pliego de César Milani.
En la Casa Rosada no dejan de sorprenderse por estos episodios, que no hicieron más que aportarle debilidad a Cristina. “No se puede entender como la Presidenta vuelve sobre sus pasos. Y si le preguntas al Cuervo (Larroque) te dice que fueron las corporaciones”, comenta, sorprendido, un funcionario que habla con el jefe de La Cámpora.
Zannini tiene una relación pendular con la agrupación de Máximo Kirchner, como si aceptara que están por encima de todos, pero aún mantuviera la ambición de conservar la última palabra ante Cristina. “Todos hablan de él pero también nos peleamos”, dijo una festiva Presidenta en la asunción de su último mandato.
“El Chino” se cuida de no salir nunca en defensa de quien se sienta agredido por los camporistas -que son cada vez más-. Lo supo Gustavo Marconato, el ex diputado que nunca logró que Mariano Recalde reuniera el directorio para confirmarlo como vicepresidente de Aerolíneas, pese a que Cristina lo había nombrado con decreto y todo.
En la lista de espacios de poder cristinista de este mandato también se alistaron por sobre el resto Guillermo Moreno, Horacio Verbitsky y, aunque golpeado por el caso Ciccone, Amado Boudou.
Todos sufrieron a Zannini. Boudou y Moreno patrocinaron a Daniel Reposo como procurador General tras la salida de Esteban Righi, acusado de extorsión por el propio vicepresidente. "A veces parecer que sólo quisiera salvarse él y Cristina. Y que todo el resto se caiga a pedazos en 2015", cuentan algunos de los pingüinos que se alejaron de sus pasos en los últimos años. Es que a los nestoristas, el nuevo "Carlitos" no les convenció nunca.
Los retrocesos
Miguel Pichetto necesitaba los dos tercios de los votos en el Senado, creía poder alcanzarlos con el aporte de algunos miembros del Peronismo Federal, pero todo voló por los aires cuando Roxana Latorre, aliada incondicional hasta ese momento, confesó que votaría en contra.
En los pasillos de la Cámara alta creen que todo fue una jugada del Chino. “Fue él quien llamó a Pichetto y le pidió abandonar la pelea. Y a las pocas horas apareció la propuesta de Alejandra Gils Carbó, que le respondía”, afirman.
Que la reforma judicial haya costado tanto en el Congreso, donde se aprobó en Diputados con sólo un voto, y pese a eso la justicia la bajara al poco tiempo, es algo que ni el más kirchnerista del Gobierno logra comprender.
El proyecto fue una carta fuerte del camporista Julián Álvarez, viceministro de Justicia. Y tenía como golpe de gracia la conformación del Consejo de la Magistratura por el voto popular ya desde estas elecciones. Fue una incursión directa de La Cámpora en un área que hasta ese momento había sido coto casi personal de Zannini: La relación con la Justicia, un mundo que conoce bien ya desde sus épocas de ex presidente del Supremo Tribunal de Santa Cruz.
Cuando la reforma empezó a complicarse Cristina abrió una negociación con el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, para otorgarle el control total de los fondos judiciales. Con Zannini en la misma mesa, no eran pocos los que suponían que la negociación continuaba en los Tribunales.
Pero casi no pasó tiempo hasta que Cristina se lamentara por cadena nacional porque nunca podría aplicar la reforma, luego d euna fallo durísimo de la propia Corte Suprema. Para muchos, Zannini no pudo ser ajeno -o al menos prever- ese desenlace.
El caso Milani completa la zaga. Como el Cels, Alejandra Gils Carbó, disciplinada zanninista, ayer también cambió de parecer y recordó que los cargos contra el titular del Ejército debían tenerse en cuenta.
En un informe que remitió a la Comisión de Acuerdos, la semana pasada Gils Carbó había seguido la línea del Gobierno al negar tener cualquier antecedente judicial que complicara a Milani. A las pocas horas, Cristina lo ratificó como su elegido.
También por las listas
El cierre de listas también enfrentó a Zannini con La Cámpora. En el tercer piso de la Cámara de Diputados, Eduardo Wado De Pedro y Larroque habían recibido a sus militantes de Buenos Aires cuando el secretario presidencial los visitó y fue bien claro: “Para ustedes en la provincia, les queda del quinto lugar para abajo”.
Como relató LPO, la advertencia llegó cuando la candidatura de Massa era un hecho, pese a que en todos los circuitos kirchneristas intentaban negarlo. “¿No tienen información de inteligencia al menos?”, llegaron a decirle a un obsecado Larroque.
Zannini le garantizó a cada intendente del Conurbano que lideraría la lista y no sería molestado por militantes de La Cámpora. Con la lapicera en la mano, cumplió.
Uno de los que escuchó esa promesa del Chino fue el quilmeño Francisco “Barba” Gutiérrez, candidato testimonial en su distrito. A los pocos días se sorprendió cuando la diputada de La Cámpora, Mayra Mendoza, fue al acto de su rival, Daniel Gurzi.
Mejor suerte tuvo Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella, quien siempre tuvo diálogo directo con Zannini. Además de la exclusividad de su boleta en Morón, tuvo colectoras en distritos como Ituzaingo y Florencio Varela, donde los intendentes Alberto Descalzo y Julio Pereyra supieron ser los primeros nestoristas.