En la actualidad, se emplea la palabra "facho" para designar a una cantidad de señores que, en general, no son fascistas: autoritarios, conservadores, populistas, anticomunistas, reaccionarios. Todo eso junto, y mezclado en dosis confusas, sería lo que hoy se denomina facho. Con otras palabras: una persona de derecha. Peor aún: partidario de la ley y el orden.
Nuestro Libertador, que trajo al país las ideas de Independencia y Libertad junto a otros de su generación, que combatió en la guerra de la emancipación española contra Napoleón en 1808, se encontraba en Francia, ya retirado, cuando comienza el año 1848. En esa fecha se publica el Manifiesto Comunista, de Carlos Marx y Federico Engels. Las dos potencias rectoras del mundo (Inglaterra y Francia) bloquean el Río de la Plata y se produce la Vuelta de Obligado. San Martín opina, en su abundante correspondencia, sobre todos estos pormenores.París convulsionada
Febrero de 1848: París está convulsionada. Obreros, burguesía industrial, pequeña burguesía e incluso sectores de la guardia nacional se insurreccionan contra el reinado de Luis Felipe de Orleans, expresión de los intereses de la burguesía financiera. El monarca huye y, hacia fin de mes, se proclama la República. Pero la alianza victoriosa se quiebra rápido cuando la nueva clase gobernante disuelve los Talleres Nacionales, creados a propuesta de Louis Blanc. Estalla, entonces, en junio, la segunda insurrección, ahora de carácter proletario, que constituye la primera revolución socialista del mundo. Veinte mil obreros mal armados -relata José Bullejos- combaten contra un ejército de 300.000 soldados, bien equipados con fusiles y artillería. Las calles de la "Ciudad Luz" ven brotar fogatas y barricadas obreras en lucha despareja, hasta que, después de cuatro días de combate, el movimiento popular es derrotado.El anciano general San Martín, que tenía 71 años, está conmocionado por los sucesos. Ignora, seguramente, que en el fragor de las barricadas lucha codo a codo con los obreros un hijo del General Tomás Guido, don Carlos Guido y Spano, que más tarde será gran poeta de izquierda.
"Casi ciego por las cataratas y con la salud arruinada, esperaba terminar mis días en este país, pero los sucesos ocurridos desde febrero han planteado el problema de dónde iré a dejar mis huesos, aunque por mí, personalmente, no trepidaría en permanecer en este país. Pero no puedo exponer a mi familia a las vicisitudes y consecuencias de la revolución". (Carta de San Martín al mariscal Ramón Castilla, del Perú, 11 de septiembre de 1848).
Luego, don José aborda el tema de la insurrección obrera en Europa, alineándose con los propietarios franceses. "Por regla general, los revolucionarios de profesión son hombres de acción y bullangueros; por el contrario, los hombres de orden no se ponen en evidencia sino con reserva: la revolución de febrero en Francia ha demostrado esta verdad muy claramente, pues una minoría imperceptible y despreciada por sus máximas subversivas y de todo orden, ha impuesto, por su audacia, a 34 millones de habitantes, la situación crítica en que se halla este país...Este porvenir inspira una gran desconfianza, especialmente en París, donde todos los habitantes que tienen algo que perder desean ardientemente que el actual Estado de sitio continúe, prefiriendo el gobierno del sable militar a caer en poder de los partidos socialistas. Me resumo: el estado de desquicio y trastorno de la Francia, igualmente que una gran parte de la Europa, no permite fijar las ideas sobre las consecuencias y desenlace de esta inmensa revolución..."
Carta a Rosas
Dice también San Martín, en carta al gobernador Rosas: "Para evitar que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que, desde la revolución de febrero, se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto y esperar aquí, no al término de una revolución cuya consecuencia y duración no hay previsión humana capaz de calcular...En cuanto a la situación de este continente, es menester no hacerse la menor ilusión. La verdadera contienda que divide a su población es puramente social. La del que nada tiene, tratando de despojar al que posee algo: calcule usted lo que va a desencadenar tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo por las predicaciones diarias de los comités* y la lectura de miles de panfletos. Si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día por la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por choques de las ideas y partidos y, en conclusión, la de una bancarrota nacional, visto el déficit de cerca de 400 millones..."No cabe duda, pues, de que San Martín se definía como hombre de orden y antisocialista. No es casual su admiración por el brigadier general Rosas, gobernador de Buenos Aires, a quien escribía el 2 de noviembre de 1848: "Sus triunfos son un gran consuelo en mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al conocer el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa. Esta satisfacción es más completa en cuanto el honor del país no ha tenido que sufrir y, por el contrario, sirve de modelo a todos los nuevos Estados americanos. Jamás he temido que nuestra patria tuviese que avergonzarse de alguna concesión humillante, presidiendo usted sus destinos... Por el contrario, más bien he temido no tirase usted demasiado de la cuerda en las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional".
El diputado de la derecha francesa La Rochejaquelein reclamaba, entonces: "Marchemos adelante contra ese jefe de pandillas. ¡Marchemos adelante contra Rosas y destruyámoslo de una buena vez!". Otro diputado: "¿Nos importa mucho a nosotros, franceses, peligra el equilibrio mundial? ¿Queréis convertir a la América Española en un rompecabezas de pequeños estados? ¿Para qué? ¿Seréis vosotros, acaso, los que recogeréis la herencia española?". Luego, la principal embestida contra la Confederación Argentina la emprende AdolfoThiers: "Los americanos del sud no han llegado a nuestra civilización. Tendremos que manejarnos con gentes que unen el orgullo de los españoles de hace dos siglos al salvajismo del país que habitan...Buenos Aires es una ciudad de salvajes...En Inglaterra se han conmovido oyendo los horrores de Rosas...Ha habido degüellos, fusilamientos, envenenamientos...Y ahora, franceses, queréis abandonar la causa de la humanidad solamente porque os sentís solos, sin los ingleses...¿Es que tenéis miedo a Rosas?... Vosotros, franceses ¡Miedo a Rosas!...Ah, me decís que es por la distancia...¿Es la distancia lo que os hace soltar la presa? ¿Vais a abandonar a Montevideo porque queda muy lejos?...Pero ¿Sabéis lo que es Montevideo?...Es una ciudad francesa, de cultura francesa, de gente francesa...¿Sabéis quién gobierna en Buenos Aires?...Un bárbaro, de pura raza española y mentalidad cruel y jactanciosa de gaucho. En cambio...¿Sabéis quiénes gobiernan en Montevideo? Jóvenes muy distinguidos, educados a la francesa: Monsieur de Varela es muy distinguido...Haced como Inglaterra, que por un marinero herido no teme emprender una expedición. Es así como las naciones comerciantes se hacen respetar. El respaldo seguro del comercio es el poder marítimo, y el respeto que este debe inspirar".
¡Aquellos franceses sí que eran "fachos" hechos y derechos! O en todo caso, colonialistas de pura raza. Lo que nunca terminaremos de comprender es dónde encontró Thiers tanta diferencia entre argentinos y uruguayos (poco más o menos, la misma gente) y cuándo conoció una Montevideo "francesa".
Volviendo a nuestro asunto: San Martín sentía horror a las turbas, los linchamientos, el desorden. Cultivaba los valores esenciales de la Revolución Francesa (libertad de los hombres, igualdad ante la ley, propiedad privada en contraste con la Monarquía, donde el único propietario es el Rey) y se había pronunciado, para los países de Sudamérica, por un gobierno vigoroso. Más aún: absoluto.
Don José moriría dos años después, en 1850.
Algunos unitarios nunca le perdonarían su simpatía por Rosas. Escribió, por ejemplo, don Valentín Alsina: "Como militar, San Martín fue intachable, un héroe, pero en lo demás era muy mal mirado por los enemigos de Rosas...Ha hecho un gran daño a nuestra causa con su antipatía, casi agreste y cerril, contra todo lo extranjero...Era de aquellos que, en la causa de América, no ven más que la independencia del extranjero, sin importarles nada de la libertad y sus consecuencias...Y todavía lega a Rosas, tan luego, su espada. Esto aturde, humilla e indigna".
Visiones sobre San Martín
Hay distintas visiones de San Martín. Algunos lo han descripto como agnóstico, otros como masón, otros como católico castellano, de hierro y sacristía. El mismo declaró que Francia era su segunda patria. ¿Y cuál sería la primera, Argentina o España? Inexplicablemente, se retiró de los campos de batalla después de la entrevista con Bolívar en Guayaquil, un paso que -según Tomás Guido- "será difícil cohonestar".Discreto y señor hasta el fin, sólo resulta indiscutible su condición de hombre de orden. Eso que hoy llaman...un facho.
* La carta original de San Martín habla de "clubs" pero, como esta palabra ha quedado reservada, hoy, para las organizaciones deportivas, la reemplazamos por "comités" para mejor comprensión del texto..