Antecedentes de la industrialización del Cáñamo (Cannabis sativa sativa) en Argentina. El caso Linera Bonaerense. (nota de Marcelo Violini publicada en la revista HAZE de diciembre de 2010)
Vos volvías a casa con un paquetito de hilo (siempre envuelto en diario, no se usaba la bolsita de nailon) muy parecido al hilo sisal, sin darte cuenta, desconociéndolo, lo que llevabas entre tus pequeñas manos era el producto de la industrialización del Cannabis sativa sativa, el cáñamo industial.
Hoy, por más que busques y busques, ya no lo conseguís en ningún lado. Lamentablemente fue reemplazado por el venenoso teflón en el caso de sellamiento de caños.
A lo mejor recordarás la estopa, ese nido de hilos entrecruzados amarillento que el viejo usaba para todo, desde el pulido de la carrocería de ese coche viejo opacado por el sol hasta la limpieza de sus manos engrasadas cuando las metía por los recovecos del motor cuatro tiempos.
Tal vez tuviste un tío encuadernador como yo, que cosía los brolis con hilo de cáñamo (mi viejo me compraba todas las semanas en el kiosco El Libro Gordo de Petete y se lo mandaba a él para que lo arme). ¡Todavía conservo los ocho tomos y no se descosieron!.
Quizás, casi seguro, te calzaste las alpargatas de yute que no era yute sino cáñamo. Y no lo sabías.
Seguro leíste acerca de las inmensas velas de barcos fabricadas con telas a base de cáñamo o te calzaste un Levis original fabricado con la fibra más noble.
Puedo seguir y seguir con una lista innumerable de productos, pero no es necesario, para muestra bastan un par de botones.
Toda esta naturalidad que perdimos y que tiene que ver con la industrialización de nuestra planta amiga, el Cannabis sativa sativa, o cáñamo industrial o hemp, tiene una bella historia en la Argentina que nació de un sueño que no nos dejaron soñar.
En Argentina, en la década del 60 existió una empresa radicada en la pequeña localidad bonaerense de Jáuregui, provincia de Buenos Aires, vecina de Luján, que sembró, cosechó e industrializó el cáñamo, se trata de la Linera Bonaerense que formaba parte del complejo industrial Villa Flandria. Te contamos la historia para que sepas que es posible volver a los orígenes del trabajo y del esfuerzo.
A comienzos del año 1920, la empresa belga Stablissements Steverlynck, fundada por Adolf Steverlynck en el naciente capitalismo de 1880, exportaba telas y tejidos hacia la Argentina desde sus fábricas. Esta empresa “familiar multinacional”, capitalista, con fuerte sesgo feudal campesino, ingresó a la Argentina en el año 1923 de la mano del gobierno argentino de Marcelo Torcuato de Alvear, quien por ese entonces, impulsaba la industrialización sustitutiva, arancelando los tejidos importados y favoreciendo de esta manera la introducción de maquinarias y materias primas.
Es así como la empresa belga decide abrir una filial en nuestro país, ya que el negocio de importación argentina de tejido de Bélgica estaba sufriendo los altos impuestos que imponía nuestra legislación.
Fue Jules, conocido luego como Don Julio, hijo de la familia Steverlynck, quien abrió la filial en Argentina. En el año 1924, Julio Steverlynck junto a la firma Braceras y Cía. de Argentina fundan en la localidad bonaerense de Valentín Alsina la empresa Algodonera Sud Americana Flandria S.A. desarrollando una empresa paternalista con inspiración en los principios del catolicismo social, poniendo en práctica las bases de la enclíclica Rerum Novarum y de la Quadragésimo Anno del Papa León XIII, que consideraban a la propiedad privada como un derecho natural, pero proponía atemperar los efectos más perniciosos de la industrialización a través de la legislación social, del acceso a la propiedad por parte de los trabajadores y del respeto del derecho de asociación.
En 1928, Don Julio decide trasladar la fábrica al pequeño pueblo rural de Jáuregui en la provincia de Buenos Aires. Unas 28 ha donde había comprado un molino a orillas del río Luján, allí más que sentar una fábrica, se propuso levantar el “pueblo fábrica” disponiendo de la presencia de dos ferrocarriles, rutas cercanas, abundante agua y energía generada por el río.
Junto con la expansión de la actividad industrial, Steverlynck funda dos pueblos en las adyacencias de la fábrica: Villa Flandria Sur, en el año 1931 y Villa Flandria Norte en 1934.
La base de la política social de la empresa era el otorgamiento de facilidades a los trabajadores para que pudieran acceder a la propiedad de sus viviendas, haciéndose cargo de ofrecer los servicios básicos concernientes a la educación, la salud y la recreación. Los salarios eran altos. Instauró la jornada de ocho horas, el salario familiar y el premio por nacimiento de hijos antes de su legislación (se dice que el mismísimo Perón visitó a Julio por estos temas varias veces).
La empresa se expande rápidamente. En 1938 se añade una tintorería y en 1939 una hilandería de algodón con materia prima proveniente del Chaco. En 1941, Steverlynck funda Linera Bonaerense S.A., una empresa dedicada a los tejidos de lino. A los pocos años introduce el cáñamo, sembrándolo con semillas provenientes de Bélgica y cosechándolo anualmente al igual que el lino en la entrada de Jáuregui, en unas 150 ha de campos propios y otros rentados.
La fibra de cáñamo es considerada la fibra textil más larga. Por sus virtudes, esta planta acompañó al ser humano a lo largo de prácticamente toda su historia. En China se hace referencia a su explotación desde hace unos ocho mil años. En España se cultivó durante varios siglos seguidos con reconocimiento oficial especial, sirviendo para la confección de vestidos, velas navales y piezas de barcos, cordajes y papel. Las velas de las carabelas de Cristóbal Colón, la bandera estadounidense y los papeles en los que quedó plasmada su independencia fueron confeccionados con fibra de Cannabis sativa sativa.
En la Argentina, de la mano de Don Julio, existió, se crió y dio de comer a cientos de argentinos e inmigrantes.
La producción de la empresa estaba destinada enteramente al mercado interno. La firma vendía a mayoristas y a grandes casas comerciales
desde sus oficinas en Buenos Aires, y no contaba con representantes en
el interior, vendiendo directamente a representantes y mayoristas de
los grandes centros urbanos, como Rosario, Córdoba o Mendoza. Entre
los principales clientes estaban las grandes tiendas, como Harrod’s y
Gath y Chaves, y las principales casas mayoristas textiles.
Reflotar esta idea de producción desde nuestras páginas tiene el propósito de aportar más hacia una nueva ley de drogas que no estigmatice a la marihuana como perdición de las masas (historia que viene desde la década del 30´ del siglo XX a través de una confusa política de prohibición a partir de una campaña camuflada como una defensa de la salud y de las conductas éticas, puesta en marcha por los intereses opuestos de ciertos sectores industriales estadounidenses para potenciar las nuevas fibras sintéticas como el nailon y otros polímeros para los que el cáñamo era un fuerte competidor), sino como fuente de trabajo para los argentinos, no queremos “Mons…truos” manejadores que patenten las semillas, queremos producción y desarrollo local intenso.
Linera Bonaerense fue la única empresa argentina que industrializó el cáñamo en nuestro país. Entre otros avances tecnológicos, se fabricaron aquí máquinas “desbolilladoras” que permitían obtener semillas de las plantas para la siembra del año siguiente, no tenían patentes las bolitas, iban directo a la tierra, sin permiso, al año siguiente. A la par de esta máquina funcionaba otra que las clasificaba en buenas y en descarte (no desaprovechaba nada, este último se utilizaba como abono para la tierra).
A este primer paso le seguía el proceso de “agramado” que consistía en sacarle la cáscara al cáñamo separando la fibra. Con este desecho se elaboraba madera aglomerada. De ahí, la fibra, era transportada a la Linera para el proceso de “carda”, donde a través de máquinas con sistemas vibradores se eliminaban los restos de cáscara y tierra. Al finalizar esta etapa salía por un lado la fibra larga para soguería y por otro el “estopín” (cáñamo mucho más suave que el algodón, amarillo color seda) que se vendían a otras empresas para su posterior procesamiento. Entre ellas se encontraban las que lo utilizaban para confeccionar la bases de alfombras.
Sólo en la época de cosecha del cáñamo, Lineras daba trabajo a 850 operarios (la mayoría de ellos provenientes de la provincia de Santiago del Estero), además de los 2000 que se ocupaban de su procesamiento.
Se sembraba como el maíz, separados entre sí unos 30 centímetros. Las plantas de cáñamo superaban los dos metros de altura. Para su cosecha se utilizaban dos máquinas diseñadas por los propios trabajadores, que lo cortaban al ras del suelo.
El final
En 1989 la firma entra en convocatoria de acreedores para cerrar definitivamente en el año 1995.
Muy poco se sabe de lo que aconteció con el cáñamo en la Argentina. Muchos de los “cañameros” fueron detenidos en varias oportunidades (aunque el Ministerio de Agricultura certificaba y permitía su producción en ese momento), como el director técnico de los campos de cultivo de Cannabis, el ingeniero agrónomo Ruben Batallanez. Otros tantos guardan ese secreto que queremos y debemos conocer. ¿Qué fue del cáñamo en la Argentina? Ese en el que vieron su potencial productivo Sarmiento y Belgrano entre otros.
Se tienen datos que para el año 1976 dejó de trabajarse en la siembra y cosecha el cáñamo. Desde esa fecha se perdió gran parte del registro de su industrialización. Las máquinas utilizadas para su producción se arruinaron y fueron vendidas como chatarra.
Solo nos queda la información que de boca en boca nos ofrecen sus ex trabajadores.
Eran tipos felices, el cáñamo no los perjudicaba, al contario, los hacía hombres de bien. La mayoría de la documentación sobre el cultivo y procesamiento del cáñamo fue incendiada por inescrupulosos. Los milicos lo ocultaron, lo negaron, lo prohibieron.
Después de la muerte de Don Julio en 1975, muy poco se conoce, él era el que tenía la data precisa, el que sabía de esta historia de progreso.
Según testimonios recogidos por Haze entre los ex trabajadores de la empresa, las semillas de cáñamo eran un polo de atracción para los habitantes de la villa. Ellas eran utilizadas, “de contrabando”, como alimento de canarios para que canten más y mejor y se reproduzcan con fuerza.
Cuentan que los hippies de los sesenta llegaban como “hordas”, de a cientos, a la estación de Jáuregui en el primer tren de las siete de la mañana para “tomar prestadas” las plantas de los campos que se erguían hacia el cielo en cantidades voluptuosas para los ojos del hombre (no sabían que por más que se fumaran hectáreas no iban a conseguir un viaje ya que el cáñamo contiene muy bajo contenido de tetrahidrocannabinol (THC), su componente psicoactivo) y otros, los vecinos más ingenuos, las utilizaban para decorar y adornar los pórticos y halls de sus hogares, ornamentando los jardines por la belleza de sus hojas.
Así como Don Julio lo hizo con su emprendimiento familiar, todos nosotros debemos refundar el sentido del trabajo próspero, encontrarnos entre tantos y darle marco a la industrialización de nuestra planta amiga, tan noble que en 10.000 años de conocimiento de su existencia tenemos la certeza de que no le ha hecho mal a nadie ni, mucho menos, ha matado a nadie.
Solo la codicia, la de los dueños de los petroquímicos, ha infundado en nuestra conciencia (eso creen) que nuestra amada planta es el “demonio”, claro la competencia con las fibras naturales era despareja, había que “endiablarla” y borrarla de la faz de la tierra, pero no, aquí estamos para promoverla y justificar sus bondades y beneficios sociales. Por el bien de todos.
Marcelo Violini
¿Por qué es ilegal la marihuana?
A través de este ensayo histórico tal vez entenderás por qué la marihuana es ilegal, cuáles fueron los intereses detrás de esta medida, y por qué en la escuela intentaron inculcarte (sin éxito) la idea de que consumir cannabis es malo.
Probablemente tu eres una de las miles de personas que seguimos preguntándonos el por qué de la prohibición de la marihuana. Más allá de lo ridículo que resulta, si se mira objetivamente, el que los sistemas gubernamentales se hayan auto-asignado el poder de prohibir nuestra interacción con una planta, lo cierto es que si nos remitimos a los efectos de la cannabis en la salud física y social, la interrogante se vuelve aún más notable.
¿Por qué es ilegal consumir marihuana si múltiples estudios han confirmado que sus efectos son menos dañinos que los del consumo de tabaco para el organismo humano, y que sus consecuencias sociales son notablemente menos negativas que las del consumo de alcohol? ¿Por qué se prohíbe el cultivo de esta planta si esta comprobado que puede aportar múltiples beneficios desde un plano medicinal, hasta la manufactura de productos imprescindibles como el papel, la ropa, o incluso proveer de elementos necesarios para la construcción y la gastronomía?
A continuación repasemos algunos datos históricos que ponen en evidencia el valor que otorgaban las sociedades a esta planta previo a su prohibición. La mayoría de estos datos, que corresponden a Estados Unidos ya que este país fue el principal promotor de su prohibición a nivel mundial, pueden verificarse a través de fuentes de conocimiento tradicionalmente legitimadas como la Enciclopedia Británica, la cual por cierto durante 150 años fue impresa en papel de cáñamo:
- Todos los libros de texto escolares, en Estados Unidos, estaban impresos en papel de cañamo hasta 1830.
- Los primeros mapas, biblias, e incluso la constitución estadounidense fueron impresas con papel de cáñamo.
- En algunos estados el país era obligatorio el cultivo de cannabis en los siglos 16 y 17 debido a los enormes beneficios que esta planta implicaba como materia prima.
- El cáñamo fue fundamental para la navegación durante siglos ya que el 90% de las cuerdas que se utilizaban en esta práctica eran elaboradas con este material.
- Previo a la introducción del algodón en 1820, el 80% de la ropa y telas en general eran elaboradas a partir de esta planta.
- Los primeros registros de cultivo de cáñamo datan de hace por lo menos cinco mil años en la antigua China.
- La mayoría de las obras de Rembrandt, Van Gogh, Monet, y muchos otros, se pintaron sobre canvas hechos a base de cáñamo.
En 1916 el Departamento de Agricultura de EUA predijo que para 1940 todos los libros serían impresos en cáñamo lo cual implicaría que no se tendrían que talar más árboles.
Esta confirmado que una hectárea cultivada con cáñamo produce 4 veces más papel que el mismo área plantado con árboles, y que el proceso de extracción requiere de entre 4 y 7 veces menor esfuerzo en maquinaria lo cual se traduce a su vez en menor contaminación.
Algunas de las pinturas y barnices de mayor calidad eran elaboradas a partir de la semilla de la cannabis hasta 1930.
Henry Ford, fundador de la armadora de coches del mismo nombre, construyó su primero modelo de automóvil utilizando cáñamo como principal materia prima y estaba diseñado para operar con combustible también generado a partir de esta planta.
Criminalización
La criminalización de la marihuana en Estados Unidos tuvo sus primeros antecedentes en 1906, en el Distrito de Columbia, con la primer regulación en torno al cultivo de esta planta. Posteriormente siguieron Massachusetts (1911), Nueva York (1914) y Maine (1914). Mientras que en 1913 California pasó la primera ley de prohibición de marihuana y Wyoming (1915), Texas (1919), Iowa (1923), Nevada (1923), Oregon (1923), Washington (1923), Arkansas (1923), y Nebraska (1927) le siguieron. Ya en 1932 se creó el Uniform State Narcotic Act para invitar a los gobiernos estatales a que se unieran, sin excepción, a esta campaña nacional por criminalizar o al menos regular el uso de marihuana.
Cuatro años después, en 1936, durante la Convention for the Suppression of the Illicit Traffic in Dangerous Drugs llevada a cabo en Ginebra, Estados Unidos promovió ante el resto del mundo, a través de su Federal Bureau of Narcotics, un tratado de criminalización de cualquier actividad relacionada a la marihuana, la coca, y el opio (incluidas su cultivo, producción, manufacturación, y distribución) con excepción de contextos médicos y científicos. El Artículo 2 de esta convención invitaba a todos los firmantes a castigar severamente, en particular con penas que implicaran la privación de la libertad, a toda aquella persona que se involucrara con estas actividades neo ilícitas. Sin embargo, muchos países presentes se negaron a suscribir ciertos apartados del tratado y estados Unidos, principal promotor de la convención, se negó a firmar alegando la flaqueza del resto de las naciones sobretodo en asuntos relacionados a la extradición y la confiscación de bienes ligados al tráfico de drogas.
Al analizar la historia se puede percibir como un gesto bastante raro, incluso esquizofrénico, la transformación de posición estadounidense frente a la marihuana. Súbitamente Estados Unidos pasó de vivir un romance idílico con la cannabis, a promover enérgicamente su prohibición, castigo, y cuasi satanización. Sin duda existe un eslabón perdido que no aparece en la historia oficial y que tiene que ver con la presión de las corporaciones (esas abstractas y todopoderosas entidades que hoy controlan buena parte del planeta y que ya a principios del siglo XX comenzaban a consolidarse como una fuerza aún más influyente que el propio gobierno).
Corporaciones VS Cannabis
Como podemos ver la cannabis es una planta flexible, multifacética, y con diversas cualidades. A partir de ella se pueden generar desde combustibles y aceites comestibles, hasta ropa y todo tipo de telas, pasando por cuerdas y, por supuesto, papel. Sin embargo, precisamente estas bondades de la planta eran las que más incomodaban a las corporaciones que estaban monetizando frenéticamente mercados como el del abastecimiento de papel industrial, el algodón, y los hidrocarburos. Al parecer, en un principio fueron principalmente dos corporaciones las que se volcaron por completo para promover la prohibición de esta planta: DuPont y la Hearst Company (propiedad de William Randolph Hearst en quien se inspiró el film de Citizen Kane).
El banquero Andrew Mellon, quien se convirtió en el tesorero del gobierno del presidente Hoover, era uno de los principales inversionistas de DuPont, actualmente una de las mayores corporaciones del mundo y que en la época de 1920 a 1940 estaba consolidándose en el negocio de los petroquímicos y de los polímeros. Para ambas ramas de mercado el cannabis resultaba una seria amenaza pues de esta planta podían derivarse tanto fibras naturales que redujeran el consumo de nylon, uno de los productos clave de DuPont en esos años, como de combustible vegetal que amenazaba su apuesta por los hidrocarburos. En este sentido DuPont tenía claro que una de las premisas de su estrategia de mercado tenía que anular la presencia del cáñamo. Siendo Secretario del Tesoro Mellon influyó para que su sobrino Harry J. Anslinger fuese nombrado en 1930 como el primer comisionado Federal Bureau of Narcotics. Y a pesar de que el cabildeo en contra de la cannabis ya llevaba poco más de dos décadas lo cierto es que no fue hasta que Anslinger llegó al FBN cuando la verdadera guerra comenzó.
Por otro lado, la otra industria que se sentía gravemente amenazada por la presencia del cáñamo era la papelera. La Hearst Company controlaba buena parte de la producción de papel e incluso era el principal proveedor del área de productos de papel de la hoy multinacional Kimberly Clark. Hearst, un despiadado hombre de negocios no tardó en darse cuenta, al igual que DuPont, de la necesidad de eliminar al cáñamo del mercado y junto con otros empresarios presionaron al gobierno, a través del FBN para que se criminalizara por completo el cultivo de esta planta. Incluso Hearst, el legendario magnate de los medios impresos, puso a disposición su ejército de diarios para promover una campaña cultural en contra de la cannabis y como parte de esta iniciativa se adoptó por primera vez el nombre de marihuana, una palabra con fonética recordable, breve, y precisa para designar a esta ahora diabólica planta (por cierto un término que hasta entonces era solamente utilizado en el argot popular de México).
Otro actor que desempeñó un papel fundamental en este proceso fue la ya entonces consolidada industria del tabaco. En esa época la cultura americana ya había adoptado integralmente el consumo cotidiano de cigarrillos. Sin embargo, las grandes tabacaleras habían comprobado que el consumo de tabaco entre la población que fumaba cannabis era menor que en aquellos que solo consumían su producto. Por otro lado los fumadores de esta planta jamás de someterían a un mercado industrial ya que era relativamente fácil cultivarla caseramente y autoabastecer su consumo personal sin recurrir a una marca industrial. Por el contrario, la siembra de tacabo era mucho más compleja y requería de una extensión de tierra suficiente para cultivarse y no solo de un par de macetas. Tomando en cuenta esto, y ante el poco futuro comercial que se percibía en el rubro del cannabis, las grandes tabacaleras no dudaron en apoyar la cruzada en contra de la marihuana.
Finalmente no podemos dejar de mencionar a la siempre oscura industria farmacéutica, conocida como el Big Pharma, y que consciente de las propiedades medicinales que la marihuana ofrecía a la población también la percibió como una amenaza contra sus intereses comerciales. Se tienen confirmados múltiples beneficios médicos que contiene la cannabis, entre ellos el combate al glaucoma, el ayudar a la prevención de Alzheimer, y reducir el dolor del síndrome pre menstrual entre las mujeres, por mencionar solo algunos. Contra todos estos males el Big Pharma ha desarrollado medicamentos sintéticos que en muchos casos han probado ser menos efectivos, o al menos mucho más costosos que tratarlos con marihuana. De hecho esta misma postura de las farmacéuticas alude a un fenómeno actual con la campaña que busca volver ilegal el uso de plantas medicinales en Europa como sustituto de medicamentos.
Aunque no ha sido comprobado, se dice que Anslinger se reunión con algunos de los más poderosos empresarios del momento, entre ellos obviamente representantes de las tabacaleras, DuPont y el propio W.R. Hearst, para pactar una guerra frontal contra la marihuana y diseñar una campaña mediática que imprimiera el imaginario colectivo con una nueva idea: la marihuana es una planta nociva para la salud y para la sociedad, y su consumo, cultivo y distribución debe ser tenazmente descalificado, denunciado, y perseguido.
A continuación se instauró una de las mayores cruzadas de manipulación mediática en la historia. Decenas de diarios se empeñaron en desatacar los “horrores” de la marihuana y la población aprendió que esta planta era responsable directo de todo tipo de sucesos negativos, desde asesinatos y accidentes Automovilísticos, hasta la pérdida de moral. El cine mainstream también se unió a la campaña con Films como ‘Reefer Madness’ (1936), ‘Marihuana: Assassin of Youth’ (1935) and ‘Marihuana: The Devil’s Weed’ (1936), todas ellas promoviendo la satanización de la marihuana y, aunque lo hacían de una manera que hoy nos parece cómica o altamente caricaturesca, lo cierto es que fue una movida bastante eficiente para generar una percepción profundamente negativa entre la población. Básicamente el discurso giraba en torno a conceptos bastante rudimentarios pero que para la sociedad de ese momento fueron más que suficientes: “un narcótico violento”, “efectos multi-destructivos”, “un enemigo público”, etc…
Nuestros días
Poco tiempo tomó que la movilización mediática en Estados Unidos en contra de la cannabis comenzara a impactar a la población de otros países. Y esto, sumado a la dominante influencia política de EUA en el escenario internacional, derivó en que eventualmente la gran mayoría de los países fueron adoptando medidas y discursos similares. Con el tiempo la legislación anti-marihuana fue sofisticándose y endureciéndose, hasta nuestros días. Actualmente, si bien es ya prácticamente imposible convencer a una persona con los primitivos argumentos sobre los que originalmente se fundó la campaña de desprestigio contra la ganja, lo cierto es que el marco legal ha sido afinado para obstaculizar la posibilidad de legalizarla y también la propaganda ha sido “refinada” pero en ningún momento ha cesado (basta recordar las pasadas votaciones en California donde incluso en contra de todos los pronósticos no se logró legalizar).
Propaganda para desprestigiar la Propuesta 19 que estuvo cerca de legalizar la marihuana en California (Noviembre 2010).
Pero también con el tiempo se sumo un nuevo personaje a las lúgubres agendas detrás de la criminalización de la marihuana: la enorme cantidad de dinero generada a través del narcotráfico. Y sin ir tan lejos como considerar algunas teorías que afirman que detrás de este mercado a fin de cuentas se encuentra una monumental red de lavado de dinero orquestada a partir de instituciones como la CIA o el vaticano, lo cierto es que en un sistema completamente volcado al mercado, en donde la conveniente o nociva naturaleza de un fenómeno social o medioambiental se mide exclusivamente a partir de un criterio financiero, resulta objetivamente obvio que el gran mercado de drogas alrededor del mundo a fin de cuentas no debe de molestar a los principales promotores de este sistema: gobiernos, corporaciones, e instituciones religiosas.
Las radiografías históricas en torno a la criminalización e la marihuana, como la que acabas de leer, tal vez no contribuirán significativamente a que se rediseñe la posición legal frente a esta planta, pero al menos si favorecen el equilibrio en la percepción cultural que hemos forjado a través de lo que nos enseñan en la escuela, en las cínicas campañas anti-drogas, y en las películas mainstream. Y en todo caso, la próxima vez que te cuestiones cómo es posible que la marihuana sea ilegal, tu pregunta ya no quedará sin respuesta.
Más información:
Legal history of Cannabis in the US
The Marijuana Conspiracy – The Real Reason Hemp is Illegal
Marihuana presidencial: 1 de 4 presidentes de EU han usado cannabis
No hay comentarios:
Publicar un comentario