Presente (El momento en que estás)
Cuento inédito de Rody Moirón, basado en la canción de Vox Dei
“La vida, compartida con Natalia, era maravillosa.
Nunca antes había imaginado tener una novia como ella.
Y no es solamente porque fuera hermosa, sino porque sentía
que éramos dos almas unidas, fundidas la una a la otra.
Un amigo me había dicho que amar es abrir una sucursal
de uno mismo.
Y así me sentía: amplio.
Todos los días ella me esperaba, cuando salía del trabajo,
y me recibía con un beso en una sonrisa,
tan fresca y tibia, que lograba estremecerme.
Después íbamos a pasear o a algún lugar íntimo.
Y no sé qué me generaba más placer, si sus caricias y su pasión,
o sus conversaciones y sus silencios.
Solíamos jugar a que nos peleábamos y nos amenazábamos
y todo terminaba con los dos en abrazados,
dándonos un largo beso y encendiendo el frenesí.
Pero lo que más felicidad me provocaba eran los proyectos que teníamos.
Soñábamos con casarnos, comprar una casa, tener hijos, nietos…
Amarnos para siempre.
Y eso me hacía sentir que la vida tenía sentido, que la felicidad
podría ser eterna y creciente.
Aunque quizá esos proyectos me cegaban un poco,
porque es ahora que siento que aquella fue una época de un gran bienestar.
Porque mientras me sucedía no sentía una dicha completa.
En su momento, si bien disfrutaba lo que vivía, ansiaba tanto
que llegara pronto el futuro compartido,
que me desenfocaba un poco de aquel presente.
Todo era casi un edén, hasta que se me interpuso uno de los peros
con los que se hace difícilmente transitable la vida.
Un día comencé a notar cambios en sus rutinas y en sus miradas.
No sé qué era lo que me resultaba extraño, pero sentía en mi
interior que algo comenzaba a no encajar.
Y aunque muchas veces le pregunté si le pasaba algo,
no pude obtener respuesta afirmativa alguna.
Una de las cosas que más me extrañaba fue una nueva costumbre
que había adquirido, la de reunirse con antiguas amigas
a las que un tiempo atrás nunca frecuentaba.
Eso hizo que los martes y los viernes no nos encontráramos.
Y un día, un sábado, la noté particularmente rara:
estaba ojerosa en su aspecto y distante en su temperamento.
Entonces empecé a sospechar lo peor: que me engañaba con otro.
Y no me animé a preguntarle, no tenía la certeza de eso y aunque temía
que fuera verdad, también me asustaba que no lo fuera y que al evidenciarle
mi sospecha, se enojara y me dejara. Y decidí encontrar esa certeza.
Por eso el martes siguiente, cuando salía de su trabajo, la seguí.
Caminó dos cuadras y en una esquina, mi maravilloso mundo se desvaneció
cuando la vi subirse al auto de un tipo. Me permití un dejo de esperanza,
un filamento lábil de que no era real lo que pensaba, convenciéndome que
podría ser un pariente o alguien sentimentalmente inocuo. Pero ese fugaz
soplo de ilusión se desvaneció cuando los vi entrando en un albergue transitorio.
Sentí morirme.
Sentí que todo había perdido sentido.
Que quien yo creí que había sido de una forma, no lo era.
Que había vivido ciego de amor y de ilusiones. Que ahora la desconocía.
Que la persona a quien amaba había dejado de existir, aunque lo hiciera.
Y que de golpe un fluir de agua helada me desde la cabeza hacia los pies.
Y eso me cegó, en el sentido literal de la palabra. Porque seguí conduciendo
y no pude ver al joven que avanzaba, delante de mí, con su motocicleta.
Y lo atropellé.
Lo había perdido todo en un fatídico e instantáneo momento:
el casamiento, la casa, los hijos, los nietos, el amor… La libertad.
“Homicidio simple”, me dieron solamente ocho años porque no había
ingerido ni alcohol ni drogas. Y a los seis la condicional por buena conducta.
No la pasé bien en la cárcel. Pero me endureció y me enseñó mucho.
Aprendí que la vida te puede quitar todo en un solo golpe, con una muerte,
un engaño, un accidente o una enfermedad.
Y que no sirve de nada vivir en el futuro.
Que si te engañás con que lo mejor está adelante, a un paso,
el siguiente que das no alcanza y te quedás a mitad de camino.
Y ese paso adelante sigue faltando.
Como si siempre avanzaras de a mitades por vez.
Aprendí mucho en la cárcel. Y me olvidé de ambas: la que era y la que no.
¡Uh! ¡Mirá que hora es! Me tengo que ir. Me espera mi novia.”
— ¿Cuánto hace que saliste?
—Una semana.
— ¡Una semana y ya andás de novio!
—Es mi abogada. La relación empezó mientras estaba adentro.
— ¿Y le contaste toda la historia?
— ¡No! ¡Estás loco! Algo se de mujeres. Le conté solamente
desde el momento del accidente.
— ¿Y estás bien con ella?
— ¡Bárbaro! Disfrutamos de cada momento.
— ¿Te pregunta sobre el futuro? Mi novia me tiene loco con eso.
—Sí.
— ¿Y qué le respondes?
—Nada... Me callo y la beso.
Presente según Vox Dei
Todo concluye al fin,
nada puede escapar,
todo tiene un final,todo termina,
tengo que comprender no es eterna la vida,
el llanto de la risa alli termina.
Creías en el amor,no tenia medida
o dejas de querer, tal vez a otra mujer
Y olvide aquello que una vez pensaba
que nunca acabaría, nunca acabaría
pero sin embargo termino.
Todo me demmuestra
que al final de cuenta
termino cada dia, empiezo cada dia
pensando en mañana, fracaso hoy.
No puedo yo entender, si es asi la verdad
de que sirve ganar, si despues perdere
Inutil es pelear no puedo detenerlo
lo que hoy empezé, no será eterno.
Creías en el amor,no tenia medida
o dejas de querer, tal vez a otra mujer
Y olvide aquello que una vez pensaba
que nunca acabaría, nunca acabaría
pero sin embargo termino.
Todo me demmuestra
que al final de cuenta
termino cada dia, empiezo cada dia
pensando en mañana, fracaso hoy.
Si cuanta verdad...que hay en vivir
solamente solamente importa
el momento en que estás.
Si, el presenteel presente y nada mas
Todo me demmuestra
que al final de cuenta
termino cada dia, empiezo cada dia
pensando en mañana, fracaso hoy.
Todo me demuestra
que al final de cuenta
termino cada dia, empiezo cada dia
pensando en mañana, fracaso hoy.