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domingo, 10 de junio de 2018

Macri se pierde el Mundial, Por: Alejandro Borensztein, para Clarin

Macri se pierde el Mundial

Por: Alejandro Borensztein, para Clarin
Alejandro Borensztein

A partir del jueves es el momento para que el Gobierno haga todo el zafarrancho junto.
Macri pasó por Ezeiza antes de que la Selección fuera a Europa. Pero él se quedó en el país, donde tendrá mucho trabajo durante el Mundial.

Que nos presten 50.000 palos verdes fue una noticia ideal para la fría noche del jueves, que dio para ponernos contentos, abrir un tinto, entrarle a un guiso con papitas y arvejas bien calentito, y meterse en la cama haciendo cucharita felices y pipones.

En cambio, un guadañazo del gasto público por 200.000 millones de mangos para bajar el déficit fiscal era una noticia que podía haber esperado unos días más. Lo ideal hubiera sido anunciarlo el próximo sábado a la mañana, tipo 11:00, promediando el primer tiempo del partido Argentina - Islandia.

Evidentemente a esta gente todavía le cuesta encontrarle el timing a la comunicación. Comprensible, recién van dos años y medio.

¿De que estamos hablando? Veamos.

Ya faltan pocos días para que las verdaderas voces futboleras, las que agitan sus cantos de guerra, mandan a quemar el Gallinero, ruegan que se ahoguen los Bosteros, piden que se muera la Guardia Imperial, imploran que se quemen los Cuervos y tantas voces más, finalmente se callen y se guarden.

Durante largas semanas, en cada pueblo del país, aflorarán de abajo de las piedras millones de advenedizos entonando el deplorable “…Vamos, vamos Argentina, vamos vamos a ganar, que esta barra bullanguera, no te deja, no te deja de alentar…”. Un espanto que a todo futbolero de alma que se precie de tal, lo deprime.

Pocos se animarán a reconocerlo, pero el verdadero futbolero, el que forma parte de esa minoría de experimentados, apasionados e incondicionales amantes del fútbol, puesto a elegir, prefiere que su equipo gane la Copa Libertadores antes de que Argentina salga Campeón del Mundo.

Hagan una encuesta a la salida del Monumental y no van a encontrar un solo hincha de River dispuesto a resignar la Libertadores a cambio de que Argentina gane un Mundial. Lo mismo ocurriría en cualquier otro estadio del país.

Si por casualidad apareciera en la Bombonera un hincha de Boca priorizando la Selección Argentina por sobre la azul y amarillo, éste sería inmediatamente catapultado desde la tercera bandeja hacia el Riachuelo.

Si usted, amigo lector, forma parte de esta honrosa secta, sabe que lo que estoy diciendo es rigurosamente cierto. Y si no forma parte, créame que no le estoy mintiendo ni un poquito.

Según las estadísticas, los ratings, los abonados, los asociados y demás datos, hay aproximadamente 5 millones de argentinos que viven el fútbol con una pasión desbordante. Van a las canchas a ver a sus equipos, miran los partidos por televisión y pasan sus vidas atravesados por la suerte de sus amados colores.

Los otros 40 millones suelen simpatizar con algún club, eventualmente miran algún que otro partido al pasar pero, en realidad, el fútbol les importa poco y desconocen casi todo sobre el asunto. Hasta que llega el Mundial.

En ese momento, o sea el próximo fin de semana, millones de abuelas, tíos, niñas, cuñados y demás personas a las que jamás les interesó el fútbol, comentarán preocupados que al medio campo argentino le falta marca o que los centrales no dan seguridad o que ellos se la hubieran tocado suave al primer palo y no fuerte y al medio como hizo ese burro. Habrá que explicarles una y otra vez la ley del offside y nos cansaremos de escuchar frases tales como “¿Por qué no lo ponen a Palermo?”.

Nosotros, los hombres y las mujeres que cada domingo damos el corazón, los que guardamos en la memoria los secretos del fútbol, los que sabemos que ya se jugaron todos los partidos posibles y además tuvimos el privilegio de verlos, tendremos que bancarnos esta humillación. Por eso los mundiales se hacen cada cuatro años en vez de hacerse todos los años. Por respeto a los verdaderos hinchas.

No es falta de patriotismo. Todos queremos que gane la Selección. Pero nosotros tenemos claro donde está lo importante.

El auténtico hincha de Independiente quiere que gane la Argentina, pero para él no es lo mismo si juega o no juega Agüero.

Los hinchas de River van a gritar el gol argentino de una manera muy diferente si lo hace el Pipita Higuaín, que juega en Italia pero arrancó en River, que si lo hace el pibe Pavón que es un fenómeno, pero juega en Boca.

Ese es el verdadero hincha. El que debemos cuidar y valorar, entre otras razones porque somos una minoría.

Y eso es lo que el gobierno debe aprovechar. Salvo los 5 millones que estamos esperando que empiece el campeonato local y se reanude la Libertadores de una buena vez, los otros 40 millones, durante casi un mes, no van a pensar en otra cosa que no sea el Mundial.

En otras palabras, a partir del jueves es el momento para que el gobierno haga todo el zafarrancho junto. El Presidente y su equipo deben concentrarse en lo que tienen que hacer y olvidarse del Mundial. Aprovechen, no sean giles.

Un poco ya se están avivando. Se reunieron con la CGT pero pasaron a un cuarto intermedio hasta el martes y ahí habrá anuncios. Nada que un buen dolor de muelas de Triaca no pueda postergar hasta el jueves. Listo, al mediodía arranca Rusia - Arabia Saudita y el viernes ya tenés un partidazo: España - Portugal con el basura de Cristiano Ronaldo. Pueden acordar lo que quieran que ya no le va a importar a nadie.

Los recortes grosos, la suspensión de obras públicas, la llamada a un gobernador para decirle “discúlpame, pero el ATN (Aporte del Tesoro Nacional) que te prometimos no va a salir”, son todas cosas que deben hacerse el jueves 21 a la tarde, durante Argentina - Croacia, o el martes 26 con Argentina - Nigeria.

El primer tiempo de los partidos de Brasil también garpa. Hasta el segundo gol la gente se engancha porque siempre está la posibilidad de que pierdan. No te da para anunciar toda una reforma laboral, pero un recortecito ministerial se la banca bien.

Los partidos de Uruguay son ideales para anunciar medidas duras. La gente los quiere a los yorugas y se pega al televisor hasta el final. Ahí te entra un aumento de naftas sin ningún problema.

Los partidos de Alemania, Inglaterra y España son ideales para despidos de tecnócratas o recortes de falsas pensiones por invalidez.

En fase de octavos de final hay que tirar toda la batería de malas noticias. Es el momento justo para que el INDEC actualice datos de inflación, actividad económica, desempleo, crecimiento, etc. No me guardaría más pálidas para cuartos de final porque nadie nos garantiza que lleguemos. A lo sumo me reservaría un nuevo tope a las paritarias o una minidevaluación para el caso de que lleguemos a semifinales o eventualmente a la final. Pero no especularía con el éxito.

También los opositores deberían avivarse. Moyano quiere hacer un paro el jueves y ya está pensando en ir amontonando camiones en la ciudad durante días como hicieron en San Pablo. ¿De verdad, Huguito vas a hacer ese quilombo? ¿Le vas a complicar el Mundial a 40 millones de argentinos? Yo te aviso que si ponés el Mundial en riesgo, en un minuto te van a quemar todos los camiones. No vas a tener tiempo ni de sacar los escarpines que cuelgan del espejito retrovisor.

Estuvieron más vivos los kirchneristas que armaron y coparon un Congreso del PJ el viernes pasado, rapidito antes de que el Mundial los eclipse. Gritaron por Néstor y Cristina, putearon un rato a Macri, siguieron con la joda de que la Patria está en peligro y después se desconcentraron con los helicópteros de juguete pacíficamente. No se los comió el Mundial. No hizo falta, con la molestia en el gemelo derecho de Ever Banega alcanzó y sobró para que no se entere nadie.

Nos dieron 50.000 palos para dormir tranquilos por un rato. Mucho más de lo que nadie se podía imaginar. Ahora no queda más remedio que hacer todo lo que había que haber hecho desde el primer día.

Conociéndolos y sabiendo que, como siempre, no van a explicar nada, aprovechen los goles de Messi que ojalá vengan y hagan lo que tengan que hacer.

Ardua tarea. El Presidente no va a tener tiempo de ver ni un partido. Lo lamento, macho.

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