El círculo verde
Por Alejandro Borensztein, para Clarin
Dos años y medio después seguimos quebrados. Todavía nadie sabe bien por qué.
Cuando yo era chico y quería ir al cine, mi viejo me daba la guita para el bondi, para comprar la entrada y para tomarme un helado a la salida. Y después me ponía un billetito extra en el bolsillo y me decía “esto no es para gastarlo, es por las dudas”. Lo mismo acaba de hacer el FMI con la Argentina.
¿Cómo llegamos hasta acá? Veamos.
Todo empezó un mediodía de diciembre de 2015, a puro sol. Los tipos entraban por primera vez a la Rosada y no tenían la menor idea de lo que había adentro.
Además de que los datos del INDEC eran todos truchos, Ex Ella había dado la instrucción a sus ministros de no atender a los nuevos gobernantes electos ni facilitarles información alguna. La única excepción fue el ministro Randazzo que lo llamó a Dietrich y le dijo: “Mirá, estos son los papeles del bolonqui con el transporte, fíjate que podés hacer”. Los demás chupamedias obedecieron hasta el final.
De hecho, como todos recordamos, ni siquiera hubo traspaso de mando porque la Constitución Nacional no tiene previsto el protocolo para cuando se pasa de Monarquía a República.
Aquel mediodía, los muchachos de Cambiemos tuvieron que tomar la primera gran decisión de gobierno: ¿Le contamos al pueblo que esto es una catástrofe o nos hacemos los boludos?
Imagino que se juntaron en algún despacho, prendieron unos inciensos, escucharon un poquito de Buda Bar Spirit of Ibiza volumen 2 y evaluaron las tres posibilidades que tenían:
Plan A. Sale el Presidente y cuenta que el Banco Central está vacío y con reservas netas negativas de 2.672 palos verdes en rojo (posta). No hay luz, no hay agua, no hay gas, no hay un peso ni para los aguinaldos, no hay crédito externo, medio país está en negro, las tarifas están sin ajustar después de doce años con más de 1.000% de inflación, la presión de impuestos es la más grande de la historia y el superávit fiscal de 4 puntos que les dejó Duhalde en 2003, doce años después se transformó en 4 puntos pero de déficit. O sea, se fumaron 8 puntos del PBI y no tenemos como financiarlo. Sangre, sudor y lágrimas, diría Churchill.
Plan B. Sale el presidente y dice: “Hola, buenas tardes a todos… perdón, nos equivocamos, esto no hay manera de arreglarlo, llamen a otro, muchas gracias, estuvo todo muy rico, nos vemos en cualquier otro momento”. Y se iban. Invictos.
Plan C. Sale el Presidente al balcón, no cuenta nada y baila. En cuanto arranca la música lo mandamos al Toto Caputo a pasar la gorra por el mundo sin decir que estamos quebrados para no asustar a los prestamistas y así poder financiar el aterrizaje de este avión en llamas mientras esperamos las inversiones del segundo semestre que ya van a venir.
Se ve que el debate se resolvió rápido porque a los pocos minutos, tal como pudimos ver por televisión, Macri salió al balcón a bailar el tema de Gilda y Michetti nos deleitó con su voz: “…No me arrepiento de este amor, aunque me cueste el corazón, lara lara larai la la la la...”. Así arrancamos.
Dos años y medio después seguimos quebrados y todavía la gente no sabe bien por qué. Llegó la hora de enfrentarlo.
La semana pasada, amigo lector, le avisamos al gobierno que debía aprovechar el Mundial para hacer todo el zafarrancho junto. Sin embargo, esta gente se emperra en no dar bola: todavía no habíamos jugado con Islandia y ya habían rajado a Sturzenegger y clavado el dólar en 28.
Por suerte, el viernes se avivaron y la conferencia de prensa del ministro Dujovne, donde explicó que todo está bajo control, arrancó al mismo tiempo que empezaba el partido de Uruguay, de modo que no se enteró ni el loro.
A propósito, es curioso que el dólar haya tenido que pasar los 28 para darnos cuenta que barato era cuando nos aterramos porque estaba a 23. A veces un simple cambio de coyuntura te hace ver las cosas de manera diferente.
Como le pasó al diputado Agustín Rossi en el debate sobre el aborto cuando entró en la historia diciendo: “En años anteriores no estaban dadas las coyunturas para debatir el aborto”.
Qué bueno que se dió cuenta ahora que “en años anteriores” gobernaba una señora que, sobre el aborto, no te dejó ni abrir la boca, macho. En realidad, sobre ninguna cosa les dejaba abrir la boca. No podían ni pisar TN, imagínate si les iba a dejar debatir sobre el aborto. Sólo se les permitía aplaudir.
No importa, ya pasó. Bienvenido Rossi, la República te recibe con los brazos abiertos, aunque un poco avergonzada por el papelón que el jueves a la mañana hizo Lilita, su garante favorita.
En cualquier caso, muchas gracias por el voto a favor de la ley. Ahora sólo faltaría que tu bancada, que se engalanó de verde, pida perdón por todas las mujeres que tuvieron que abortar clandestinamente durante los doce años de kirchnerismo. Punto.
Volviendo al asunto, la actual coyuntura nos encuentra con 50.000 palos verdes que el FMI, como mi viejo, nos puso en el bolsillito “por las dudas”. ¿Qué significa esto?
En realidad, por ahora nos van a dar 15.000 palos verdes y en setiembre van a revisar si estamos haciendo lo que dijimos que íbamos a hacer. O sea bajar el déficit, cuidar las reservas, bajar la inflación, eliminar la emisión y otras cosas que evidentemente no les estaban saliendo. Tocan, tocan, pero les falta gol. Como a la Selección.
Como los tipos del FMI nos conocen de memoria, mientras esperamos a septiembre, van a monitorear los números de la economía en tiempo real. Día a día. Como el minuto a minuto del rating.
La pregunta del millón es: ¿Cómo vamos a hacer esta vez para volver a engañarlos y hacerles creer que estamos haciendo los deberes así nos siguen mandando dólares? Eso fue lo que siempre hicimos, mal que nos pese reconocerlo.
El miércoles 20 nos mandan los primeros bolsos de guita. Ya arrancamos mal porque es feriado.
La mitad de los bolsos (7.500 palos) van directo a bancar el déficit. Los otros 7.500 van a fortalecer las reservas del Banco Central y limpiar el balance. ¿Limpiarlo de qué? Esta es la parte más difícil de explicar. Vamos a intentarlo.
Entre las cosas que el gobierno no contó aquel mediodía de Gilda, está la manera en que Cristina se llevaba los dólares del Banco Central para financiar a De Vido y toda la epopeya de la década ganada.
Para que no se notara en el balance, cada vez que Cristina sacaba 1.000 palos verdes le entregaba al Central una Letra Intransferible, popularmente conocida como “que Néstor te la pague”. Así vaciaron el Central y lo dejaron con un rojo de -2700 millones de dólares, pero lleno de Néstores.
Para limpiar eso, o sea rescatar los Néstores y devolverle la guita al Banco Central (ahora con Caputo), el Tesoro Nacional (Dujovne) va a colocar en el mercado unos bonos que bien podrían llamarse LETARQ (o sea “LETras con vencimiento al día del ARQuero”). Con lo que recaude le van a devolver al Banco Central la guita que se llevó Cristina a cambio de las inolvidables Letras “que Néstor te lo pague”.
Con esa guita, a su vez el Banco Central va a salir a rescatar las famosas LEBACS y desactivar esa bomba que inventó Sturzenegger para bajar, en parte, la inflación. La otra parte, o sea bajar el gasto, era responsabilidad del ministro Pratgaypeñaquinatanalopeteguidujovnecaputo. No sé si este ministro de Economía es todo lo fuerte que el Círculo Rojo reclama, pero apellido no le falta.
Usted se preguntará, amigo lector, si la idea de las LEBACS era tan buena ¿por qué ahora vamos a hacer todo este quilombo para eliminarlas? No sé macho, yo soy arquitecto. Hasta acá llegué. Pregúntenle a otro.
Fue una semana fuerte. Bien ahí cerrando la grieta con el aborto, mal desbarrancando con el dólar y duro el empate con Islandia.
Un disgusto futbolero para todos los argentinos. Salvo para los que se fueron a Rusia con el dólar a 23 y ya están gastando verdes a 29. No ven la hora de volverse.
Como siempre, no hay mal que por bien no venga.
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