Un presidente con suerte
Por Alejandro Borensztein/Clarin
El error más grave del Gobierno en enero
fue la reconstrucción del prejuicio.
No hay mejor manera de empezar la undécima temporada de esta página 2 del diario Clarín, que con la tranquilidad de saber que el Gobierno se puso los pantalones largos, rajó a los 40 parientes nombrados por sus propios funcionarios y así encauzó al país hacia ese futuro venturoso con el que todos soñamos.
Si bien es cierto que todavía vamos a tener que seguir mangueando 35.000 palos verdes por año para cubrir el déficit fiscal, por lo menos ya nos ahorramos el sueldo del cuñado de Triaca.
También nos ahorramos el de las dos hermanas y el de la jermu. No será mucho, amigo lector, pero todo suma. Es más, si me apura un poco le digo que, como viene la mano, en cualquier momento también nos vamos a ahorrar el sueldo del propio ministro Triaca.
Es lo que hay. No es fácil desactivar ese populismo que tantas alegrías nos dio en las últimas décadas. Los sindicatos no te aflojan nada, los empresarios quieren que el Estado les resuelva todo y la clase media no se banca ni un mísero aumento del bondi. Al final, los únicos que le ponen onda son los pobres. Quién lo hubiera dicho.
La cuestión es que ya se nos fue enero, un mes que muchos aprovechan para tomarse unos días incluyendo buena parte del famoso Círculo Rojo, ese selecto grupo de empresarios, sindicalistas, dirigentes políticos, intelectuales, periodistas y analistas en general, que leen, miran y escuchan todo, viven sobreinformados y se la pasan debatiendo sobre temas muy importantes que no le interesan a nadie (yo no, yo soy otra cosa).
Del mundo periodístico, algunos peso pesados se quedaron de guardia, pero se fueron Lanata, Longobardi, Kirschbaum, Magdalena, Blanck, Fernández Díaz, Pagni, Bonelli, Nico Wiñazky, Majul, Nelson Castro, la mesa de Fantino, y varios más. Por suerte, estaba a mano Rosendo Fraga, que es fundamental (hay gente que no sale de su casa sin consultar a Rosendo Fraga).
Con el Círculo Rojo de vacaciones, el gobierno tenía la oportunidad perfecta para hacer en un sólo mes todas las cagadas juntas que tenía previsto hacer a lo largo del año sin que nadie le rompa los quinotos.
Pero no. Fiel a su estilo gradualista, el gobierno mantuvo la tasa de cagadas en el orden de 2 ó 3 por mes, seguramente para cumplir con la meta de 20 a 25 al año (suelen prometer menos pero nunca bajan de esa cifra). No está mal, teniendo en cuenta que venimos del gobierno kirchnerista que, en materia de cagadas, dejó una híper.
¿Cuál fue el error más grave del mes? El menos pensado: la reconstrucción del prejuicio. Veamos.
En el año 2007, el Compañero Centro Cultural acuñó la famosa frase “Mauricio es Macri” pensando que cierto prejuicio social sobre los Macri bloquearía la carrera política del entonces presidente de Boca. Pero ya se sabe que la especialidad del kirchnerismo es que les salga todo al revés. El prejuicio no funcionó y hoy Macri es el presidente de la Argentina.
Ni bien asumió, nombró a Triaca como ministro y todos pensamos “ojo que este es hijo del Triaca que fue ministro de Menem”, un sindicalista que era muy parecido a estos sindicalistas actuales que tanto admiramos.
Sin embargo, respiramos hondo y le pusimos garra. ¿Por qué endosarle a los hijos los supuestos pecados de sus padres? El gordo parece buena gente, es eficiente, se maneja bien. Vamos, no seamos prejuiciosos. Superemos. Cambiemos.
Al toque, nombraron jefe de la bancada de diputados del PRO a Nicolás Massot.
“¿Massot!!???”, dijimos todos. ¿El que viene de esa familia que se portó tan bien durante la dictadura? ¿Los que veraneaban en el búnker de Adolf? Y otra vez hubo que calmarse y respirar profundo. No seamos prejuiciosos. El pibe es piola, se expresa bien, se muestra democrático, republicano. No le endosemos los pecados ancestrales.
Sin embargo, en la misma semana Triaca se embarró con la casera de la quinta y Massot propuso la reconciliación entre gente que todavía no reconoció ni uno sólo de los horrores cometidos en los ´70.
No hay derecho. Qué poco se valora el esfuerzo realizado. Con toda la garra que le pusimos para superar los prejuicios, en una semana estos dos ingratos lo arruinaron todo.
Sólo falta que salga el ministro Aguad pidiendo que vuelva el servicio militar obligatorio y nos tiramos todos por la ventana.
Si a eso le sumamos los aumentos, la inflación y los sindicatos que se están poniendo densos, diríamos que no tuvimos el mejor enero.
¿Esto presagia un año complicado? En realidad, complicado es todo en la Argentina. Pero hay un par de datos a considerar.
Simplificando, uno puede decir que la economía argentina depende de tres factores: el valor de los productos que vendemos (básicamente los commodities), el estado de los países que nos compran (sobre todo Brasil y China) y la destreza de los gobernantes que elegimos para ir maniobrando entre ambas variables.
Obviamente, de los tres factores, hay dos que no podemos manejar. Tanto el valor de la soja, el trigo o el petróleo, como la situación de Brasil o China dependen de cientos de razones de las cuales nosotros no mojamos la medialuna en ninguna.
Por lo tanto la única variable que podemos controlar es si elegimos gobernantes que saben lo que hacen o elegimos a una manga de inútiles, que es lo que habitualmente nos pasa.
Las dos variables que no controlamos (valor de commodities y situación de nuestros países clientes) son fundamentales. Alfonsín, Sanguinetti o Henrique Cardozo han sido estadistas de muchísima más altura que Kirchner, Mujica o Lula. Pero a los primeros les tocó la soja a 150 y a los otros le tocó a casi 600. Así gobierna cualquiera.
La importancia del tercer factor (o sea los gobernantes que elegimos) se verifica cuando uno ve que tanto la dupla Lula/Dilma como el tándem Tabaré/Mujica supieron aprovechar aquel histórico viento de cola. Sacaron a mucha gente de la pobreza, generaron buena infraestructura y acumularon una bocha de reservas. En cambio, nuestro tándem CCK/CFK la despilfarró toda, graciosamente. No dejaron nada.
Ahora están subiendo algunos commodities como el cobre y el petróleo (aunque aumente la nafta esto alienta la inversión en el sector) y más tímidamente van arrancando la soja, el maíz y el trigo.
Por otra parte, China ya crece a más del 6%, Europa y EE.UU. al 2% y Brasil revierte la caída y crece a más del 1%. Todavía no es aquel viento de cola de la década pasada, pero es una fresca brisa de verano.
Sería insólito que, justo cuando los commodities suben y nuestros países clientes empiezan a mejorar, volvamos a estar gobernados por otra manga de inútiles. Que nos pase dos veces seguidas, sería mucha mala suerte.
Nosotros los bosteros sabemos que Macri es un tipo con suerte: 17 títulos en una década no se ganan solamente jugando bien.
Encima de todo, tiene la suerte de que en el mostrador de enfrente sigue atendiendo la Reina Conserje de Hotesur S.A.
Y si por esas cosas de la política a Cristina la bajan del ring, ya están listos para subirse Moyano, Barrionuevo y Baradel, que son como los Reyes Magos, pero al revés. Cuando los chicos los ven venir, guardan los zapatitos y lloran.
Enero nos demostró que Francisco no lo quiere mucho a Macri, pero evidentemente Dios lo whatsappea todas las mañanas.
Créame amigo lector que cuando yo le digo que el tipo tiene suerte es porque el tipo tiene suerte.
Por supuesto, a la suerte habrá que agregarle un plan de políticas públicas a largo plazo acordado con todos los sectores, un plan industrial para saber a qué rubros le apostamos fuerte y cuáles les dejamos a los chinos, y alguna que otra pavada más de la cual, por ahora, el que más se ocupa es el perro Balcarce. Pero bueno, dejemos eso para otras notas.
Será un año intenso y entretenido, como siempre.
Es un placer estar de vuelta. Empezó la temporada.
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