¿Lebac a meter presos a todos?
Por: Alejandro Borensztein/Clarin
El Memorándum con Irán fue una decisión política estratégica grave y delirante.
Como todo el mundo sabe, hace años que la democracia argentina viene arrastrando dos grandes problemas: el kirchnerismo y la macroeconomía.
Resuelto ya el primero, no nos quedaba más remedio que arremangarnos y encarar el segundo: el zafarrancho económico en el que estamos metidos por culpa, entre otros, del primer problema.
Sin embargo, cuando ya todos estábamos preparados para lanzar el superplan (o plancito según algunos) con las nuevas leyes, las reformas, los acuerdos sindicales, provinciales y la mar en coche, volvió el pasado y otra vez sopa: el kirchnerismo en la tapa de los diarios.
Pareciera que no hay manera de sacarse esta gente de encima. Es como una maldición. Cuando no los agarran tirando bolsos de guita por los conventos, les explota un chanchullo en la obra pública, les nace algún arrepentido con el upite sucio o andan por ahí traicionando a la Patria.
Yo preferiría reflexionar con usted, amigo lector, sobre si Sturzenegger es un fenómeno o está loco como un plumero. Pero Bonadío no nos deja (otro que tampoco sabemos si es un fenómeno o está loco como un plumero).
Las prisiones preventivas de esta semana son un tema técnico legal que me excede. Pero digamos las cosas como son: el Memorándum con Irán es la decisión política estratégica más grave y delirante que un gobierno haya adoptado en la historia argentina reciente, después de la guerra de Malvinas. Ni más ni menos.
Recordemos: el gobierno kirchnerista, o sea el primer problema, firmó un acuerdo con los acusados de haber puesto la bomba en la AMIA para investigar quien puso la bomba en la AMIA. Un delirio.
La excusa de que era la única manera de avanzar en la investigación ya no se la cree ni el loro. Las escuchas demuestran que se organizó un plan para freezar las acusaciones a los iraníes a cambio de “algo”.
Hay un “algo” evidente que incluye negocitos de petróleo, De Vido, YPF, granos, chucherías nucleares varias, guita fresca, etc. etc. según se desprende de las escuchas telefónicas que publican todos los diarios.
Pero mi hipótesis de fondo es que hay un “algo” mucho más importante que explica la íntima y verdadera razón de la decisión de la ex presidenta: su delirio místico por transformarse en la líder latinoamericana antiimperialista del eje Buenos Aires / Caracas / Teherán reemplazando a Hugo Chávez que transitaba sus últimos meses de vida. El apuro en la aprobación parlamentaria del acuerdo, sin siquiera tocar una coma, se explica con un simple dato: el 21 de febrero de 2013 se aprobó en el Senado, el 27 de febrero en Diputados y tan sólo 6 días después, el 5 de marzo, muere Hugo Chávez.
Ella quería demostrarle a Chávez que había cumplido con su pedido de amigarse con Irán, tomar la posta de la bandera bolivariana y sentarse a la mesa de las grandes ligas internacionales para “desafiar al imperialismo” (también por eso se apuró en aprender a hablar ese inglés tan fluido que la caracteriza).
Durante años Néstor y Ella rechazaron enérgicamente ese mismo acuerdo cada vez que los iraníes se lo proponían. ¿Qué la hizo cambiar?. Obnubilada por la llegada de Obama, creyó que el presidente más progresista de la historia norteamericana la incluiría en su lista de mandatarias preferidas. Pero el tipo nunca le dio ni cinco de pelota. El cambio radical de Cristina no fue por ideología sino por despecho. Así de patética es esta historia.
Un año después del Memorándum se sentó en el Consejo de Seguridad de la ONU junto a Obama, Cameron, Merkel y Holland entre otros, y pasó a la inmortalidad cuando les dijo en la cara que el ISIS era un montaje hollywoodense. Ese mismo día, ya en el hotel, denunció a EEUU por violar los derechos humanos de Osama Bin Laden.
Basta leer un poquito sobre lo que significa Irán en el contexto internacional para comprender la locura en la que nos embarcaron Cristina, Timerman, D’Elía y sus amigos.
Sin embargo a esta altura de los hechos, y con el kirchnerismo ya transformado en una batucada de verano, deberíamos dejar que la justicia, o algo que se le parezca, investigue aquel mamarracho mientras todos nosotros nos concentramos en tratar de resolver el segundo problema que a esta altura ya es un problemón: la macro de Macri.
Es hora de preocuparnos mucho más por los 1,2 billones de pesos en LEBACS emitidos por el Banco Central que por los sketches que protagonizan De Vido, Moreau, Boudou, Sabbatella, López, Jaime y tantos otros políticos perseguidos por el régimen macrista michettista.
Pongamos la cifra en números para tener verdadera dimensión del problema: 1,2 billones de pesos son 1.200.000.000.000 o sea más de un millón de millones. El chiste es que además, sobre eso, pagamos casi el 30% de interés. Unos 400.000.000.000 de mangos más. No soy economista, pero evidentemente es mucha mosca.
El día que todo el mundo quiera largar sus Lebacs y reclamar sus pesos, vamos a tener que excarcelar de urgencia a Boudou, Vanderfrula y Nuñez Carmona para que reabran Ciccone e impriman billetes en doble turno porque no vamos a dar abasto.
Ni le cuento si la gente decide vender esas Lebacs para comprar dólares. Al cambio de hoy, son 66.600 millones de dólares. Habría que entregar todo lo que tenemos encanutado en el Banco Central de la República Argentina y robarnos el de la República Oriental del Uruguay.
Obviamente, reconozco que estos temas son tediosos y que es mucho más divertido pasar el fin de semana en familia disfrutando las escuchas telefónicas entre D’Elía y el representante iraní Yussuf. Aunque esto ya no sea lo importante, sigue siendo insuperable.
Ejemplo. Escucha del 18/12/2012, dos meses antes de la firma del Memorándum (publicada en todos los diarios).
D’Elía: Hola Yussuf… Tengo que verte urgente… espero que me entiendas… me llamaron de los “cielos”... ¿me seguís?
Yussuf: Si si, te sigo…
D’Elía: Ahora estoy yendo al “cielo”… hay cosas que ustedes tiene que saber…
Yussuf (pausa): Ah sí, claro… entiendo… Yo estoy vestido así nomás, pero si querés te voy a ver…
(Paremos acá un minuto y aclaremos que en una conversación anterior, Luisito le había dicho a Yussuf que estaba en la Casa Rosada con “alguien muy importante”. Después se habrá avivado que debía hablar con más cuidado y entonces el tipo decidió cambiar Casa Rosada por el “cielo”. Sigo con la escucha:)
D’Elía: Oime, tenemos que vernos urgente. Yo saldré del “cielo” en una hora. Esperame en el bar de Hipólito Yrigoyen y Bolívar.
Yussuf: Ok, te veo ahí.
O sea que los tipos evitaban hablar de la Casa Rosada y se citan en el bar de la esquina… de la ¡¡¡Casa Rosada!!! Eran el Super Agente 86 y la 99.
Me gustaría dejar todo esto atrás y concentrarme en como se resuelve la secuencia de Dujovne y el déficit, Caputo y la deuda, Sturzenegger y la inflación.
Y lo más importante de todo: qué cosa estamos dispuestos a ceder los empresarios, los sindicalistas, los políticos y los argentinos en general para resolver este segundo problema, antes de que nos vuelva a crecer el primer problema.
Mientras tanto en la otra secuencia, el 25 de setiembre de 2012, meses antes de la firma del Memorándum y a raíz del tema Irán, Cristina Fernández de Kirchner decía ante la Asamblea de las Naciones Unidas, textualmente:
“…tengan la certeza de que esta Presidenta no va a tomar ninguna resolución respecto de ninguna propuesta que le sea formulada, sin consultar previamente con quienes han sido las víctimas directas de esto. Y, al mismo tiempo también, con las fuerzas políticas con representación parlamentaria en mi país, porque esto no lo puede decidir una sola fuerza política… (minuto 34:05 del discurso en Youtube)”
El hecho de que Ella efectivamente les consultó y le importó un carajo que tanto la AMIA como todas las fuerzas de la oposición le dijeran rotundamente que no, es un detalle que algún día deberá explicarle a los argentinos. Y a la justicia.
Pepe Eliaschev, in memoriam. Inolvidable amigo de la casa.
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