El kirchnerismo
del hortelano
Por Alejandro Borensztein/Clarin
Como todo el mundo sabe, es muy importante hacer un poco de oposición, al menos tres veces por semana, tanto como para mantenerse en buen estado.
Y también para ir practicando lo que inevitablemente vamos a terminar haciendo cuando a este gobierno le vaya fenómeno, se agranden, aflore la soberbia, le exploten escandaletes por todos lados y arranque esa cosa tan linda, tan tradicional, tan nuestra, que hace que la política argentina sea una fiesta permanente. Puede ser que esta vez no suceda, veremos. Pero siempre es mejor estar preparado.
Es más, una buena manera de ayudar a la democracia en general, y al gobierno en particular, es ir asumiendo un responsable rol opositor.
Muchas veces los gobiernos crecen gracias a la oposición y chocan por culpa de la obsecuencia. Y si no, miremos a Cristina. La arruinó su propia banda de obsecuentes y ella misma, como supuesta opositora, terminó fortaleciendo a Macri. De hecho, hoy trabaja de eso. ¿Profesión? “Abogada egipcia exitosa, pero actualmente me dedico a garantizarle triunfos a Macri Gato. En mis ratos libres hago tele”.
El problema de querer ser opositor, hoy en día, es que ese barco político fue abordado por los piratas kirchneristas al grito de “la única oposición somos nosotros”.
O sea que si hay algo del gobierno que no te gusta y te querés oponer, los kirchneristas pretenden que vayas detrás de ellos. Lo de siempre: usurpan espacios que no les pertenecen y una vez que se los apropian, si querés abonarte, te obligan a comprar el paquete completo.
Por ejemplo, si aparece en el gobierno algún asunto sospechoso o alguna mala praxis, uno tiende naturalmente a cuestionarlo y querer subirse a la tribuna opositora. Pero cuando llegás al estadio, en el molinete te está esperando la barra brava kirchnerista y, para dejarte pasar, te obliga a defender a De Vido, a decir que la causa Hotesur es una campaña de persecución política y que lo de José López fue sólo un caso aislado. ¿Me das un vaso de agua, por favor?
Otro ejemplo, más dramático, es el de Santiago Maldonado: uno quiere cuestionar la manera con que el gobierno manejó el asunto, sin tener que hacerse cómplice de todo lo que el kirchnerismo le hizo a Nisman. Pero no hay forma. Ellos se creen los dueños de la oposición y te venden el combo entero.
Pretenden ocupar ese rol y no dejarte entrar al mundo opositor hasta que jures por Ex Ella, Él y esta Santa Inquisición, que la inflación del INDEC era verdadera y que la pobreza era menor al 5%. Si querés ser oposición, tenés que bancarte, por ejemplo, que el combo incluya a D’Elía. La verdad es que uno sólo quiere ser opositor, no antisemita.
Digamos las cosas como son: el kirchnerismo no tiene autoridad para ser oposición porque todo lo que cuestionan, ellos lo hicieron aún peor. Desde el déficit hasta la inflación, pasando por las tarifas, los servicios, la Justicia, los medios, el abuso de poder, el manejo de los fondos, la publicidad oficial, etc. etc.
Temas para preocuparnos no nos faltan. Sólo con el endeudamiento ya daría para ir prendiendo alguna alarma. Pero por favor saquen al kirchnerismo de esta discusión porque nos estamos endeudando para cubrir el agujero que justamente dejaron ellos.
Además cuando Cristina habla de endeudamiento, después agrega “… y en lo de Once no tuvimos nada que ver… si el maquinista no frena, bueno… No es así macho. Que los kirchneristas se las arreglen solitos con las cosas que dice esta señora, pero mientras tanto salgan de la ruta opositora. Dejen pasar. Córranse a un costadito. Estacionen en la banquina y charlen entre ustedes.
Hoy en día, el kirchnerismo es un camión destartalado circulando a 50 km/hora por la ruta 7 (que ellos mismos dejaron destrozada), y atrás viene una cola de 20 km de autos puteando y tocando bocina.
Ya está. Ya perdieron en 2013, en 2015 y en 2017. ¿Cuántas veces más quieren perder?
Son como el perro del hortelano que no come ni deja comer. No son una oposición seria, ni dejan a otros ser oposición. Como dice mi amigo Rozín, son el kirchnerismo del hortelano. Ni opositan ni dejan opositar.
Peor aún, distraen. Este es el momento en el que hay que estar más atentos que nunca porque al gobierno le empezó a ir bien. Y todo parece indicar que le puede ir mejor aún. Buenísimo. Pero sepamos que cuando a los gobiernos les va bien es cuando aparece el demonio. Que nada nos distraiga. Revisemos todo ahora. Ya nos pasó.
Cuando el kirchnerismo arrancó, nadie sabía quién era De Vido, ni qué cara tenía. Para cuando todos aprendimos el nombre y nos familiarizamos con el tipo, ya era tarde. La mitad de la década ya la habían desperdiciado y la otra mitad ya se la habían choreado.
“¿Zaninni? ¿Quién es Zaninni? ¿El de las motos? No, ese es Zanella, este es uno que vino con ellos de Río Gallegos. ¿Y qué hace? Creo que es abogado, no sé”. Así empezó la década ganada.
No nos puede pasar nunca más. Alguna vez, Báez compró su primer campito y nadie se dio cuenta. Cuando nos avivamos, ya tenía 300. Como diría Borges, un día se cerraron los últimos ojos que vieron a Lázaro Báez pagando el alquiler de su casita. Desde entonces, se transformó en este exitoso terrateniente egipcio que hoy simplemente atraviesa por un mal momento.
¿Y todo por qué? Porque en su momento no hubo una oposición fuerte, seria y atenta. O los pocos que había, como Lilita o Margarita, no fueron escuchados.
Usted dirá amigo lector, que ahora están Massa o Randazzo. Nooo, eso viene después. Primero hay que despejar la ruta de estos impostores y después nos reorganizamos con los opositores serios y armamos una República. O algo que se le parezca. La ruta opositora está bloquedada. Llamemos al Automóvil Club, hagamos algo. No perdamos más tiempo porque así como estamos no podemos oponernos a nada.
Veámoslo más claramente. Por ejemplo, no me gusta que Caputo, el amigo del Presidente, haya ganado una licitación para desarrollo energético. Yo sé que el tipo tiene derecho, que habrá ganado en buena ley, etc. etc. Pero en mi barrio no nos gusta. Ya hablamos de este asunto. Los amigos del presidente son para jugar al paddle, comer asado, darle contención, cuidarle la rodillita, lo que quieran. Pero licitaciones no. O si, pero en Finlandia o en Malasia. Hay muchas cosas lindas para licitar en Kuala Lumpur como para andar rompiendo las pelotas por acá.
El problema es que cuando querés jugar de opositor, se te aparece el kirchnerismo y te dice que esa bocha es de ellos.
¿Cómo hace el kirchnerismo para cuestionar una simple licitación de energía entre el Estado y un amigo del presidente, si entre ellos mismos se la pasaron comprando, vendiendo, alquilando y concesionando todo el país durante 12 años? Imposible.
¿Con qué autoridad pueden criticar alguna medida de Carolina Stanley si en ese mismo despacho la tuvieron sentada durante doce años a Alicia Kirchner?
¿Qué le vas a cuestionar al secretario de Comercio Miguel Braun, si en ese mismo escritorio estuvieron Moreno y su pistola durante una década? Al lado de Moreno, Braun es Angela Merkel.
No sirvieron para ser gobierno; menos aún para ser oposición.
Yo sé que no va a ser fácil bajarlos de la ruta. Van a patalear hasta el último minuto. Habrá que tener paciencia. Como decía el gran Pepe Biondi: “Pata púfete Medina… qué suerte para la desgracia”.
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