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sábado, 13 de febrero de 2016

Guerras de hoy, por Enrique Pinti

Guerras de hoy


por Enrique Pinti

Las guerras no paran, los conflictos cambian de eje, de países, de regiones y de etnias pero se suceden sin cesar poniendo al mundo en perpetuo peligro y en interminables angustias que golpean al género humano en general y a los más desposeídos en particular.
Parecen muy lejanos aquellos tiempos en los que se hablaba en el siglo veinte de primera guerra mundial, guerra civil española, segunda guerra mundial dividida en lucha contra el nazi fascismo europeo y enfrentamiento y derrota Hiroshima mediante del enemigo japonés y guerra fría entre Estados Unidos y Unión Soviética. Eran tiempos de James Bond y misión imposible con buenos y malos sin matices y en los que la fantasía se mezclaba con la realidad con sofisticaciones visuales novedosas y psicodélicas como solía decirse. El muro de Berlín y las dramáticas consecuencias de fugas violentamente reprimidas era un monumento viviente de esa guerra definida como fría pero más que caliente aunque no tuviera las trincheras convencionales de las conflagraciones declaradas oficialmente.
Las guerras continuaban pero en regiones consideradas como patios traseros de las grandes potencias. África, Asia y Latinoamérica eran territorios convulsionados pero que no hacían temblar a los habitantes de un primer mundo regodeándose en unos estados de bienestar que parecían ser un paraíso y que les hacía olvidar los horrores de las guerras que habían traído hambre, locura, desempleo, emigración obligatoria y a veces desesperada y, a pesar de las continuas incursiones norteamericanas y soviéticas en territorios latinoamericanos, asiáticos y africanos, la sensación de "paz mundial" era considerada como una tangible realidad, ni siquiera las revueltas juveniles del Mayo Francés en 1968, ni las guerrillas de los sesenta y setenta siendo violentas como también lo eran las represiones lograban quebrar aquella virtual paz mundial.
Pero llegó el siglo veintiuno y al año de comenzar las torres gemelas dieron origen a los que algunos observadores acusados de exagerados pesimistas calificaron como tercera guerra mundial. pasada ya la primera década del nuevo siglo a nadie le parece exagerado afirmar que esa guerra existe aunque adopte una apariencia completamente distinta a las viejas guerras inmortalizadas en miles de películas que formaron la memoria histórica de la generación de los que hoy tenemos más de sesenta años.
El Papa Francisco lo ha dicho: "Es una guerra mundial en pedacitos". La humanidad enfrenta estas guerras con temor, asombro, incertidumbre y coraje mezclado con miedo y desconcierto.
Como ya ha ocurrido en otros siglos la religión es el estandarte y excusa para las peores iniquidades y excesos y esto nos retrotrae a épocas oscuras en las que la ignorancia de una gran parte de la humanidad que creía en demonios, brujas, hechizos y exorcismos, cosa que era comprensible y esperable ante las incógnitas y misterios que la falta de evolución de la ciencia no podían explicar racionalmente. Hoy en día esos fantasmas no deberían tener sentido. Sin embargo, siguen existiendo lo cual habla a las claras que la pobreza, la marginación, la intolerancia y la excesiva codicia de los grandes negocios siguen sumergiendo a la humanidad en abismos de terror y esto no se arregla con bombardeos y ataques, como mucho se remiendan, se patean para adelante pero jamás terminan por resolverse. Son las guerras de cada día en este siglo tan cambalachero como el anterior.

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