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domingo, 4 de octubre de 2015

De la estratosfera menemista al satélite K por Pablo Sirvén

De la estratosfera menemista al satélite K

 Pablo SirvénPor Pablo Sirvén

 

Eufórico, casi orgásmico, Víctor Hugo sacrificó su eslogan consagratorio del más recordado gol maradoniano en aras del satélite ultrakirchnerizado: "Es el barrilete cósmico real de una Nación", sentenció por radio.
Es que, otra vez, una noticia positiva, al ser apropiada por la parcialidad política que estará en el poder tan sólo 67 días más, se convierte en algo sectario que provoca posturas extremas: de un lado, el sobreactuado chauvinismo triunfalista; del otro, la indiferencia o el rechazo, también exagerados.
La puesta en órbita de un segundo satélite geoestacionario argentino debería ser motivo de orgullo nacional sin distinción de banderías porque convierte a la Argentina en uno de los pocos países en el mundo con presencia aeroespacial y el único en América latina. La serie de satélites Arsat -el primero fue lanzado el año pasado; el segundo, el miércoles último y el tercero está previsto para 2019- procurará brindar servicios varios de telecomunicaciones e Internet.
Pero, créase o no, la incipiente carrera aeroespacial argentina también alimenta la famosa "grieta". La culpa, nuevamente, la tiene el Gobierno para el que, también en este caso, la historia comenzó en 2003. Sin quitarle mérito al impulso que en su momento le dio al tema el presidente Néstor Kirchner, ni a la voluntad de su sucesora en sostener la política aeroespacial, hay un ninguneo intencionado a lo que se hizo antes en la materia.
De Carlos Menem sólo se prefiere recordar aquel desopilante discurso de 1996, ante chiquitos de una humilde escuela de Tartagal, en el que prometió viajes intergalácticos desde una plataforma de la que partirían naves que se iban "a remontar a la estratosfera" y desde allí elegirían el lugar donde quisieran ir, tanto fuera Japón o Corea, "en una hora y media".
Más allá de ese disparate cósmico del presidente que más tiempo gobernó de manera continua en nombre del peronismo (diez años y medio), fue durante su gestión, a partir de 1990, que se inició la carrera cósmica, con cinco satélites. Ni siquiera el fugaz y agitado gobierno de la Alianza se privó de hacer su propio aporte al lanzar al espacio otro par de satélites. Todas estas historias previas ahora se silencian para que brille como mérito propio y excluyente lo bueno que tiene, aunque no excepcional, que el kirchnerismo haya sumado su propio granito de arena al rubro.
Más incómodo, seguramente, es recordar que el Invap, la sociedad del Estado, propiedad de la provincia de Río Negro, donde abnegados científicos y técnicos producen radares, reactores y satélites, como el que acaba de ser puesto en órbita, fue fundado en septiembre de 1976, en plena dictadura militar.
Mientras hasta el momento la TV Pública le retacea pantalla al debate presidencial de esta noche simplemente porque no participa el candidato oficialista, en cambio hizo un despliegue inusitado del lanzamiento del Arsat 2, con enviados especiales, transmisión en vivo, sesudos informes en noticieros y en 6,7,8; más flashes y avisos hasta el hartazgo.
El jueves, casi por unanimidad, salvo El Cronista, esa noticia estuvo en las primeras planas de los demás matutinos porteños. Como el kirchnerismo hace exagerado tachín tachín con ese tema no sólo se fija si fue reflejado por los medios, sino de qué manera. Así que, por su obsesiva manía de uniformar los discursos, hubo desde pucheritos hasta infantiles pataleos ante títulos que consideraron demasiado pequeños para iluminar tan magno acontecimiento.
La Presidenta, en cambio, emuló a Richard Nixon cuando habló con Neil Armstrong minutos después de haber sido el primer ser humano en pisar la Luna. Se la enfocó en su cadena N° 40 observando por TV la salida del cohete que transportó el Arsat 2 a la mentada estratosfera desde la que Menem soñaba con hacer viajes supersónicos hace casi veinte años. Una real política de Estado.
Los diarios más eufóricos, con enviados especiales a la Guayana Francesa desde donde partió la nave, fueron Tiempo Argentino (siete páginas) y Página 12 (cuatro páginas). En el primero, Eduardo Anguita, desde Kourou, muy poético, forzó ideológicamente su relato al escribir que la política aeroespacial oficial "ya es una mariposa que despliega sus alas para dar conectividad, para permitir que muchos pibes humildes sepan que a ellos les pertenece no sólo el teléfono o la computadora [sic] sino también la política pública, que tiene al Arsat 2 camino a la longitud 81 en el espacio".
Sublime, otra crónica de Tiempo da cuenta de que "un centenar de militantes se reunieron en Ramos Mejía para celebrar la experiencia", mientras que una niña saludaba a "uno de los coches nuevos" del ferrocarril Sarmiento que llegaba desde Ciudadela, en tanto que un grupo de chicas pintaba "remeras con pingüinos pequeños", un abuelo se llevaba dos remeras de La Cámpora, había cánticos y aplausos para la Presidenta, todo bajo las miradas "de reojo" de "las señoras bien".
El ministro Barañao saludaba desde Tecnópolis; los caricaturistas K dibujaban a Néstor arriba del satélite. Y en la Guayana, Julio De Vido saludaba exultante con los brazos en alto. Hasta algunos empezaban a verlo parecido a Wernher von Braun, el padre de la carrera astronáutica. Es que en el kirchnerismo, el que no corre, vuela.
Twitter: @psirven

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