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lunes, 28 de septiembre de 2015

Kicillof devalúa la palabra – por Alfredo Leuco

 

Kicillof devalúa la palabra – por Alfredo Leuco

28 de septiembre 2015

 


Es imposible encontrar algún éxito en la gestión de Axel Kicillof. El colorado, sin ponerse colorado, levanta el dedito y cargado de soberbia, dicta cátedra como si fuera el mejor ministro de economía de la historia. Sin embargo es uno de los peores funcionarios que se sentaron en esa silla eléctrica. Todos los indicadores, absolutamente todos, son peores que cuando el camporita admirado por Cristina fue designado ministro.
En estos últimos tiempos, se ganó el mote de “el más grande devaluador de la historia”. Es insólito, Axel quiere asustar a la gente diciendo que los opositores van a devaluar y este gobierno hizo que un dólar que estaba a 6 pesos pasara a 14 si tenemos en cuenta el dólar bolsa porque el paralelo ya superó la barrera de los 16.
Rogelio Frigerio dijo que Kicillof está haciendo pelota el mercado de valores  y que se comporta como un cirujano con mal de parkinson.
Los Kici boys, como les dicen en el propio gobierno son tan altaneros como Cristina y tan ineficientes como la mayoría de los ministros. Pero esa megadevaluación negada que castiga ferozmente a los más pobres no es su peor defecto. Lo más grave es la devaluación de la palabra. El deterioro de la credibilidad de todos los indicadores sociales. Nadie cree ni en los números de la inflación que vienen malversando hace tiempo ni en esa humillación de no querer medir la pobreza para no estigmatizar a los pobres. Pocas veces se dijo algo tan antipopular desde una voz presuntamente progresista.
El gobierno de Cristina y su mano derecha en la economía se retirarán al llano con menos carne, menos maíz, menos trigo y con todas las economías regionales quebradas. Un estudio de FADA asegura que el gobierno nacional se queda con el 94% de la renta de la producción agropecuaria. Es un milagro de prudencia responsable que no se hayan desatado conflictos más graves, aunque el próximo 14 de octubre se viene un tractorazo nacional de alto impacto. Es lo que cosecharán Cristina y Axel después de sembrar mala praxis, ignorancia y autoritarismo.
Todavía siguen intentando ocultar el daño gratuito que le hicieron al pequeño ahorrista con la resolución que los obliga casi a pesificar los títulos nominados en dólares de los fondos de inversión. Fue una clara medida típica de la patria financiera. Eso metió un terremoto en los mercados pero Axel tiene una explicación para todo lo inexplicable. La culpa es de Clarín y de los buitres. Así de fácil y mentiroso. Hace cuatro años que no crece ni la economía ni el empleo privado. No tienen un solo dato del que vanagloriarse y sin embargo se mueven como si fueran genios. El cepo sigue envenenando toda la actividad. Es un corset tan dañino como la convertibilidad.  Cada vez que toman una medida es por capricho o por venganza. Destruyen la cadena de valor y consolidan la recesión.
El relato mentiroso y encubridor de los fracasos de su gestión se cayó a pedazos y el ministro más marxista de Groucho que de Karl, la ayudó bastante a Cristina en esa tarea tan nefasta y reaccionaria. Nadie puede encontrar un buen remedio si no sabe la profundidad y las causas de la enfermedad. Si se niega a saber o a confesar cuantos son los pobres difícilmente sus medidas logren combatir la pobreza. Porque de eso se trata, ministro Kicillof. Un gobierno que se autotitula popular y progresista debería combatir la pobreza y no ocultar a los pobres hasta convertirlos en los nuevos desaparecidos. Porque las cifras más prudentes dicen que cuando asumió Cristina había 8 millones de pobres y que ahora hay, por lo menos, 12 millones. Dice Margarita Stolbizer que Cristina generó 95 pobres por hora en estos últimos tres años. Tal vez Kicillof no entendió bien. Lo que hay que multiplicar son los panes y los peces, y de ninguna manera los pobres. Un gobierno sensato debería apuntar a la pobreza cero. Ese debe ser el objetivo de todo gobierno que se precie de ser popular: pobreza cero.
Estigmatizar a los pobres es ignorarlos, hacerlos desaparecer de las encuestas y del interés del gobierno.
Vamos a decirlo con toda claridad. El ministro estrella de La Cámpora y el preferido de Cristina metió la pata hasta el caracú, como dicen en el barrio. Ya dijo una sarta de pavadas atómicas pero ninguna como esta. Ya nos pidió que nos quedaramos tranquilos que estaba todo estudiado.  Pero la realidad dice otra cosa.
Una caída a pique del producto bruto, de las exportaciones, de las importaciones, de la inversión extranjera, del salario real y de los puestos de trabajo. La inflación sigue estando en el podio de las tres más altas del mundo detrás de Venezuela y Sudán.
Su mala praxis, señor Ministro ocultador de pobres, y devaluador de la palabra, tiró abajo todos los indicadores económicos. En todos los planos el país está mucho peor de cuando usted asumió lleno de ideología y con cero experiencia en la administración pública. Bueno, cero experiencia es una forma de decir. Porque en su momento mientras estudiaba supo trabajar con Jorge Capitanich en un libro y en el área de Domingo Cavallo, dos conocidos revolucionarios.
Por algo su agrupación en la universidad se llamaba Tontos, pero no tanto. Podríamos definir a los argentinos de la misma manera. Somos tontos pero no tanto. ¿No le parece, señor Ministro?
Mientras tanto, se da un teorema extraño en su relación con el poder. Mientras más fracasa, Cristina le da más premios. El peronismo y casi toda la sociedad, lo  ven como el mariscal de todas las derrotas económicas.

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