“El fin justifica los medios”, el proverbio que nos define y que nos llevó a la decadencia
Nicolás Maquiavelo
Hace casi cuatro años, Roberto Cachanosky, escribió estas palabras anticipatorias: “Bajo un Estado mafioso la carrera política deja de tener el objetivo de construir políticas públicas de largo plazo para mejorar la calidad de vida de la población, y se transforma en una carrera por tener el control mayoritario del negocio, que es el poder. El poder pasa a constituir una herramienta fundamental para amasar fortunas personales. Pasa a ser un negocio en sí mismo”.
El relativismo moral que aflige a muchos políticos argentinos y miembros de nuestra dirigencia -incluida desde luego nuestra Presidenta-, les permite aplicar reiteradamente la cínica consigna que indica que fines honestos justifican medios inmorales. El argumento fue utilizado en todos los golpes de estado o para cualquier medida de gobierno basada en un desconocimiento deliberado del sistema constitucional de deberes, derechos y garantías. Estas prácticas son relativamente comunes también en otros ámbitos como el deporte, las artes, la ciencia o en la enseñanza.
No es una casualidad que hijos de dos ex Presidentes de la Nación -Menem y De la Rúa- hayan cometido fraude en exámenes universitarios. Tampoco que el ex-Secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray, haya ocultado un brote de aftosa en el ganado vacuno, desacreditando así años de prestigio del SENASA. O que actualmente se “dibujen” las cifras del INDEC por un Secretario de Comercio -que no firma sus órdenes, para borrar pruebas que lo puedan incriminar-, o que un Ministro de la Corte se “olvide” durante 10 años de pagar sus contribuciones jubilatorias y justifique ahora la elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, contradiciendo sus propios fundamentos esgrimidos por él mismo en la Asamblea Constituyente de 1994.
Que el fin justifique los medios es tal vez el más siniestro axioma de la humanidad. Fue utilizado tanto por la Inquisición, como por Stalin y por Hitler, para asesinar a millones de personas. A veces, se lo disfraza de pragmatismo, como cuando J.P. Feinmann sostuvo que se sentía “incómodo” al sostener un progresismo idealizado, cuando éste es aplicado por una familia multimillonaria que impúdicamente se abstiene de explicar el origen de fondos que no fueron adquiridos con honra. Y, aunque Feinmann no lo dijo, imaginamos que su incomodidad se debe haber extendido desde el momento que ese mismo gobierno progresista sanciona dos blanqueos en menos 5 años, para proteger a la manga de ladronzuelos con quienes se asociaron argumentando que para hacer política “se necesita platita”. Sin duda, José Pablo Feinmann es un ícono del “pragmatismo”, imitando a su colega mediático, Víctor Hugo Morales, cuando se complació por la excusa del finado Kirchner acerca de la compra de 2 millones de dólares, un par de días antes de una devaluación que sólo él y unos pocos conocían.
Este cínico relativismo moral de una parte no menor de la sociedad argentina, es el factor principal que nos ha llevado a esta laguna de barro decadente en la que hoy se ha transformado la Argentina. La idea básica funciona así: delinquir es malo sólo si te pescan. Por eso, muchos argentinos se han especializado mundialmente en la utilización de “guantes blancos”. Como muy buenos tramoyistas, una buena porción de la clase dirigente -especialmente la política, pero no exclusivamente la política-, se cambia de vestuario, se maquillan, alternan los decorados, o adaptan los discursos y el tono con que los emiten, siempre eligiendo para caminar en la vereda del sol. Por eso, después de varios años de ficción, ya no saben vivir de otra cosa y precisan perpetuarse en el poder o transmitirlo por herencia.
Hoy, este andamiaje desfachatadamente inmoral está crujiendo, y los riesgos que advertimos en nuestro pasado número de abril (“Alerta naranja: navegando entre 2 icebergs”), pasan a alerta roja, ya que son varias las amenazas nos acechan:
1) la fragilidad de Japón
El déficit fiscal del Japón es de casi el 10% del PBI (unos 500 billones de yenes) y alcanza a 92,6 billones, 43,1 de ellos financiados con impuestos y 42,9 billones con emisión de nuevos bonos del gobierno. Pero su deuda pública es de casi un “cuatrillón” de yenes y representa el 245% de su PBI, por lo que sólo de intereses el gobierno debe pagar un 24% de los ingresos que percibe. El total de éstos es igual a lo recibía en 1985 (EE.UU. por ejemplo, más que los duplicó). Ahora bien, ¿quiénes le prestan a Japón comprando bonos de su gobierno? Algunos bancos alemanes o internacionales, pero fundamentalmente son los “fondos de pensión” nipones. Claro que ahora, es justo el momento en que éstos, por envejecimiento de la población, comienzan a tener desequilibrios en sus balances de lo que se aporta y lo que sale. No es preciso disponer de grandes conocimientos de economía para comprender que esta situación es potencialmente explosiva.
Japón -sostiene John Mauldin- sufre deflación desde hace 24 años (sic), pues tiene dos problemas graves: a) una población envejecida que no le garantiza consumo interno, y se trata de una situación irreversible en el corto plazo; y b) la sobrevaluación del yen le perjudica sus exportaciones con elevado déficit comercial, aspecto sí reversible mediante una devaluación de su moneda, aunque tornaría casi impagable su deuda externa en dólares y euros, y encarecería sus imprescindibles importaciones de materias primas de las que su territorio carece. Por lo tanto, esto pareciera terminar en un rígido control de cambios y en una pauperización de los japoneses, en particular de sus jubilados… y de sus bancos acreedores. Como nos pasó y nos pasará a los argentinos, expertos en el arte tóxico de vivir de prestado con los bancos internacionales y la ANSES, Japón parece ir rumbo hacia una colisión con consecuencias nefastas, que indirectamente nos afectarían.
2) El declive del precio de los “commodities”
Independientemente de lo que sucediera en Japón, a medida que el crecimiento de China se modera -cayó su actividad industrial al menor nivel en 9 meses, y sus bancos atraviesan una fuerte crisis de liquidez- y, en contrapartida, el de los EE.UU. se acelera (no sin problemas, dado que las ganancias de Federal Express y de Apple han caído un 45% y un 66%, respectivamente- sobre las del año anterior) , cambiará la dinámica económica de los países proveedores de América Latina, los que se verán afectados por el declive de los precios de los bienes básicos que exporta, y -no menos importante- por un cambio en el flujo de llegada de capitales (dado el aumento esperado de la tasa de interés, en la economía norteamericana). En lo que resta del año, o bien en el curso del 2014, se percibirán los efectos de este cambio de rumbo en la economía mundial, lo que obligará -y ya está obligando- a prudentes pero significativas devaluaciones de una buena parte de las monedas latinoamericanas y de otros continentes.
De confirmarse esta estimación, comprobaremos cuánto nos ha hecho perder la ignorancia de la Presidenta y sus colaboradores, durante esta década de abundancia de capital y de niveles récord en los intercambios comerciales. En ese momento, sólo nos quedará soja para vender (posiblemente, a menores precios que los actuales), aunque -debe reconocerse- también traerá aparejada la posibilidad de importar energía a menores costos. No obstante, pensamos que ambos datos no nos alcanzarán para seguir creciendo sin inversión. Es más, algunos economistas comprobaron que, en el pasado, cada vez que la moneda norteamericana se revaluó internacionalmente, nuestro país produjo una crisis en su balance de pagos.
3) La fábrica interna de “icebergs”
a. Economía “dirigida”: Cuatro mil años de experiencia nos indican que pretender regular ganancias de empresarios y comerciantes por medio de la fijación gubernamental de los precios conduce a seguros fracasos estrepitosos. Si las autoridades consideran que se deben limitar las utilidades de los productores, sólo pueden proceder a gravarlas luego de que éstas se hayan producido. Si, por el contrario, se opera sobre los precios, antes de que las ganancias se obtengan, se desanima al productor, que es el único agente capaz de producirlas. Precisamente, esa fue la causa del desastre económico que precedió al gobierno de Salvador Allende y del fracaso absoluto de las granjas colectivas de la U.R.S.S. en época de Lenin.
Guillermo Moreno, el Secretario de Comercio -un trabajador incansable en alcanzar el éxito de sus fracasos y en amenazar con la vaina- cree que quien tiene el poder, puede imponer reglas tanto a los hombres como a la naturaleza, y que sólo hace falta contar voluntad y firmeza . Su derrota es total en cada frente que encaró: escasea el trigo, se encareció la carne, faltan repuestos e insumos para la producción industrial, los servicios públicos son cada vez más lentos e inservibles, y el dólar blue no se ancló en $6 sino subió a un 30% o más. Si no se cambian las torpes políticas de este inoperante funcionario, sufriremos varios racionamientos, tal como ocurre con el aceite y con la harina.
b. La sobrevaluación del peso: Sobrevaluar la moneda es una táctica que suele atraer a los dirigentes políticos que están cargo circunstancialmente del gobierno, porque aumenta el poder adquisitivo de los consumidores, sobre todo para la adquisición de los productos importados (sean termos, plasmas o automóviles). Cuando los asalariados ganan en dólares aproximadamente lo mismo que sus pares de los países desarrollados, pueden adquirir bienes importados y realizar viajes al exterior. La ilusión dura hasta que se terminan las reservas del Banco Central. Pero esta política tiene un alto costo: los productos de exportación van perdiendo competitividad internacional y así, algunos sectores económicos desaparecen o bien, se achican, obligando a despedir o reducir personal. Lo comprobamos dolorosamente cuando regía el legendario 1 a 1, a fines de los años 90.
En enero del corriente año los tres países con monedas más sobrevaluadas del mundo (según el índice “Big Mac” (de McDonalds), elaborado por la revista The Economist ) eran: Suiza, Noruega y Suecia. Le seguían Brasil (aunque en estos meses se devaluó un 12%), Dinamarca, Australia, Argentina (también devaluando en el mercado oficial), Canadá, Uruguay, Colombia y la UE. Como sabemos, los tres primeros -junto a Dinamarca-, son países de relativamente pequeños y, sobre todo, de muy homogénea población, que en su mayoría es de clase media próspera; pero la mayor parte de los restantes de la lista -salvo Uruguay- contienen poblaciones medianas y grandes, caracterizadas por una gran dispersión entre ricos y pobres, y son mayormente exportadores de productos primarios. Para éstos, la revaluación del dólar norteamericano, que comenzó recientemente y parece que se acentuará en los próximos trimestres (sobre los valores de enero pasado) puede resultar un proceso complicado.
c. La falta de generación de empleo: La tasa de desempleo en el trimestre enero-marzo último alcanzó al 7,9%, a pesar de que, como sabemos, considera entre los “ocupados” a los desocupados que reciben subsidios por desempleo En el gran Buenos Aires, la tasa fue del 9,4% . Esos valores son cercanos al 8,4% y 10,1%, respectivamente, observados en el 3er. trimestre del año 2009, cuando N. Kirchner perdió en la provincia de Buenos Aires a manos de De Narváez. A su vez, se estima probable que -persistiendo el “parate” en la construcción y el cierre de comercios minoristas- cuando se publiquen los datos del 2do. Trimestre, la situación ocupacional se haya agravado. Por otra parte, por primera vez desde enero de 2009, los salarios del sector privado no alcanzaron a la inflación interanual real, lo que atenuará el consumo después de julio, cuando se haya agotado el efecto aguinaldo (salvo que el blanqueo resultase un éxito descomunal).
Conclusiones
Es sabido que, al votar, el elector lo hace por intereses o por sentimientos. A veces, priman aquellos (como en la primera elección de la Sra. de Kirchner), otras éstos (el efecto duelo que influyera decisivamente en la reelección). Ahora bien, en el presente momento electoral están pesando ambos fundamentos a la vez, pues:
1. El liderazgo de la Sra. de Kirchner se haya naturalmente debilitado por tratarse de su segundo mandato (y el tercero de esta misma política). A ello se agrega la percepción en una inconmensurable pero no menor parte de la sociedad, de algún tipo de desequilibrio emocional sufre la señora (a la que “no se le pregunta, sólo se la escucha”, según Zannini).
2. La economía se haya debilitada por la inflación, los desaciertos de las medidas tomadas y las consecuencias de una crisis externa aún no resuelta y que, como dijimos, parece que habrá de agudizarse en los próximos meses.
3. Los sentimientos favorables al oficialismo han disminuido por: a) pérdida de vigencia del efecto luto; b) un relato engorrosamente intelectualizado que no logra encubrir una corrupción inimaginable; c) la baja calidad de los servicios públicos en materia de salud y educación; y d) la sensación generalizada de inseguridad.
Más allá de lo que suceda en las primarias, como las elecciones de octubre son de medio término en las que -como aclara Julio Bárbaro- el voto tiende a dispersarse, y salvo la aparición de “cisnes negros”, reales o fraudulentos (recidiva de un cáncer que no era cáncer, enfermedades o muertes sorpresivas, u otros sucesos ideados por la inagotable cantera creativa de Abal Medina), no es esperable un triunfo apabullante de la oposición, aunque sí una clara derrota del oficialismo en términos de legisladores. En principio, peor que la de 2009, cuando su finado marido obtuvo sólo el 34%.
“En un país con estas características institucionales -concluía Cachanovsky-, la pobreza crece y el ingreso se concentra en grupos reducidos, que son los mafiosos asociados. La brecha entre ricos y pobres tiende a ampliarse cada vez más”. “Dentro de la amplia literatura que trata el tema del crecimiento económico y las instituciones, no se han encontrado casos en los cuales un Estado mafioso haya generado prosperidad en la población”.
Estudio Adolfo Ruiz & Asociados
Perspectivas Microeconómicas
Informe sobre economía, management y negocios
N° 170 – Julio, 2013
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