"Si consideramos a los demás como a nosotros mismos, sus acciones más reprochables nos parecerán dignas de indulgencia"
Autor: Andre Maurois
Hoy hablaré de tolerancia. Te suena esta palabra, ¿no es cierto? El
respeto por todos, sin distinción de etnia, sexo, religión... La
aceptación, sin discriminación, de lo que los demás piensan, opinan y
hacen.
Ya sé que
algunos entenderán que es obvio, y por ello prescindible, abundar en el
significado del término, pero ante el desgaste del concepto y la
constatación del notable incremento del número de intolerantes, creo que
el esfuerzo es necesario.
En primer lugar, y como declaración global de principios, reconozcamos nuestros recíprocos derechos, es decir, el derecho de otros a tener su propio punto de vista, su derecho a cambiar de opinión sin tener que dar explicaciones, su derecho a crear un mundo propio en el que poder vivir.
En primer lugar, y como declaración global de principios, reconozcamos nuestros recíprocos derechos, es decir, el derecho de otros a tener su propio punto de vista, su derecho a cambiar de opinión sin tener que dar explicaciones, su derecho a crear un mundo propio en el que poder vivir.
El respeto a
los demás, supone tener en consideración sus sentimientos y decisiones y
sin que ello implique estar de acuerdo necesariamente. "El respeto
significa, según Antonio Maura,
enterarse cada cual de que tiene frente a sí a alguien que es un
hermano suyo, quien, con el mismo derecho que él, opina lo contrario y
concibe de contraria manera la felicidad pública."
Las diferencias no se discuten, se soportan, se comprenden, se disculpan y se respetan.
El problema del intolerante es no aceptar que somos personas
desiguales, con experiencias, criterios, culturas, ideologías y puntos
de vista en muchos casos dispares. Su problema es no aceptar los límites
que nos impone la relación con los otros e invadir su espacio, mental o
físico, sin su consentimiento previo.
Vive y deja
vivir, podría ser el lema constante que primara en nuestra relación con
los demás, muy por delante de cualquier otra motivación. No tenemos
derecho a juzgar a los otros, entre otras razones, porque ni disponemos
de toda la información que nos haría acercarnos a su realidad ni somos
policías, ni jueces, ni dioses para atribuirnos tal función.
Disculpas de Vida
Es probable que me recuerdes del otro día.
Yo fui el que reaccionó muy lentamente a la luz verde del semáforo.
Cuando hiciste sonar la bocina, me di cuenta de que estaba
interrumpiendo el tráfico, así que, por favor, acepta mis disculpas. Sin
embargo, quiero que sepas el porqué parecía dormir. Yo salía, justo en
ese instante, del consultorio médico tras obtener los resultados de la
biopsia que me hicieron hace dos semanas y, en ese momento del semáforo,
me preguntaba cómo iba a decirle a mi esposa y a mis hijos que tengo
cáncer. Estaba llorando por lo que, sencillamente, ni siquiera vi el
cambio de luz. Tal vez no debería haber estado conduciendo, pero yo no
quería perder mi cita y no había nadie más que me pudiera llevar hasta
el consultorio.
¿Te acuerdas de mí?
Yo estaba en la caja rápida del supermercado y discutimos porque se
supone que en esa línea solo deben colocarse los clientes que hayan
comprado doce productos o menos, y yo tenía una cesta llena. Por favor,
acepta mis disculpas. Mi mente estaba pensando en mi hija menor, que
huyó de casa y tan solo tiene dieciséis años. Yo estaba tan angustiada.
Ella se juntó con gente equivocada y comenzó a drogarse y a beber hace
algún tiempo. Estaba recordando en ese momento de la caja equivocada, lo
preciosa que siempre había sido. Por favor, una vez más, acepta mis
disculpas.
Los anteriores
son hechos ficticios y sin embargo expresan una verdad muy real. No
juzguemos a nadie sin habernos puesto previamente en sus zapatos y sin
haber caminado unos cuantos kilómetros con ellos.
Tal vez todos
podemos tratar de ser más conscientes del hecho de que hay problemas y
situaciones en la vida de otros, de los que somos totalmente
inconscientes. Así, tal vez antes de sentirnos frustrados en
circunstancias similares, pensemos un momento y entendamos que puede
haber razones que estén influyendo en las vidas de otros y que sean la
causa de su lentitud, despiste o enojo.
Reflexión
final: "En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla.
Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más
provechoso y más interesante que la crítica; y de ello surge la
simpatía, la tolerancia y la bondad." (Dale Carnegie)
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