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miércoles, 23 de mayo de 2012

POLITIZACION DE LA JUSTICIA Por Manuel Garrido

POLITIZACION DE LA JUSTICIA

Pícaros y cachafaces

Por Manuel Garrido

20/05/12 - 12:40

Las decisiones judiciales en los casos Schoklender, Ciccone y Macri se desgranan siempre en el sentido más favorable al Gobierno nacional.
Desplazamientos de fiscales y jueces incómodos a través de picardías judiciales ensalzadas con compinches palmadas en la espalda.
Abogados desplegando celadas para emboscar a jueces insuficientemente dóciles.
Encarcelamientos indebidos de personajes molestos y opciones por cursos de investigación convenientes para personajes cercanos al Gobierno que podrían verse en problemas.
Demoras que se acomodan a los tiempos electorales oficialistas y celeridad procesal y casos que progresan contra candidatos opositores con alguna chance de competir electoralmente.
Abogados exitosos que se caracterizan por el despliegue de operaciones de inteligencia en lugar de estrategias jurídicas.
La posible designación de un jefe de fiscales vaciado en ese modelo operativo en el que la formación jurídica no tiene absolutamente ninguna relevancia y lo que importa son los vínculos, la lealtad y la disposición al sacrificio.
Desembozadamente asistimos a la colonización de los tribunales federales por estos servicios, y jueces cínicos y alineados se mueven en las sombras escondidos detrás de la funcional y fulgurante fachada del juez Oyarbide.
Nada ya se espera de un panorama judicial federal consolidado a través de dos décadas, donde la argamasa ha fraguado en un modelo asociado al fracaso.
Esa realidad judicial no puede describirse fielmente apelando a la palabra “politización”.
El fenómeno imperante no responde a adscripciones ideológicas o partidarias de magistrados y fiscales.
La dinámica que impera es la tribal, favorecida por la opacidad y la falta de eficacia de controles de desempeño y donde no existe siquiera una academia atenta y reactiva a los prevaricatos que las voces parásitas de este estado de cosas estimulan, ensalzan y premian.
A este panorama nadie es ajeno. Ni siquiera sus ocasionales víctimas. Hace pocos meses el macrismo daba luz verde en el Consejo de la Magistratura al concurso más numeroso y más sospechoso de los últimos años.
De nada sirve rasgarse las vestiduras y promover manifestaciones públicas cuando en los momentos decisivos se claudica.
En pocos días más asistiremos a uno de esos puntos de inflexión, cuando se discuta en el Senado la candidatura de Daniel Reposo.
La prosperidad y la incidencia judicial de las que hoy disfrutan verdaderas organizaciones delictivas revela, por otro lado, la falacia del declamado modelo progresista nacional y popular. Es, en cambio, una matriz que se aviene al florecimiento de la corrupción y a la consagración de la impunidad.
Será muy difícil desmantelar una estructura ineficaz y corrupta que no ha generado hasta ahora la reacción y la movilización pública.
Claro que nunca se sabe. Los jueces de la mayoría automática de la Corte desplegaron sus desvíos y sus extorsiones hasta el hartazgo de las multitudes y un cambio político bastaron para que pasaran a ser historia.
*Diputado nacional (UCR). Ex fiscal nacional de investigaciones administrativas.

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