“Se puede confiar en las malas personas. No cambian jamás"
Autor: William Faulkner Hablemos
hoy de ese tipo de personas con las que es imposible razonar. Aquellas
que piensan que no se equivocan jamás. Las que siempre encuentran a
alguien a quien culpar de sus faltas o de sus múltiples carencias. Gente
en estado de permanente sarcasmo, insolentes, groseros, que disfrutan
con las burlas hacia los demás y que se enojan sobremanera cuando
alguien les devuelve la chanza. Los maliciosos, mezquinos, matones,
envidiosos de los éxitos ajenos y que, en la mayoría de los casos, son
simplemente gente triste, frustrados y aislados socialmente, que
buscan tu hostilidad como forma de confirmar su propia visión negativa
del mundo. Es decir: mala gente.
Ante ellos,
mantener la calma es siempre la mejor actitud. Su negatividad se
alimenta de las respuestas emocionales de los demás. Bien, pero ¿y si
uno no puede mantener la calma ante un comportamiento tan infame? lo
mejor es alejarse de ellos cuanto nos sea posible. No razonan, solo escupen ira y malos modos.
¿Y por qué deberíamos ser amables con alguien que no lo es con nosotros?
En primer lugar, por salud. Por los beneficios para nuestra salud que
conlleva actuar así. La ciencia nos dice que cuando participamos en
actos de urbanidad y cortesía, tanto la persona que los brinda como
quien los recibe, terminan beneficiándose. Este efecto se conoce como 'éxtasis de la persona que ayuda'.
Cuando damos una muestra de nuestra educación, se activan una gran
cantidad de hormonas y neurotransmisores. De hecho, muchos estudios
confirman que las personas más amables tienden a vivir más tiempo y a llevar una vida más saludable. Por
ejemplo, quienes participan como voluntarios en acciones humanitarias,
tienen menos problemas de salud y la gente compasiva es más propensa a
ser más saludable y a tener más éxito.
El profesor de la Universidad de Standford Robert Sutton,
distingue entre las groserías ocasionales —algo en lo que todos caemos
alguna vez— y la cretinez certificada. Su lista de las doce peores
acciones cotidianas con las que identificas a una persona como
desagradable incluyen:
1. Insultos personales
2. Invadir el territorio personal de otro individuo
3. Contacto físico no requerido
4. Amenazas e intimidación (verbal o no)
5. Chistes y bromas sarcásticos usados como sistema para insultar
6. Ataques fulminantes por medio del correo electrónico
7. Ataques en el estatus de redes sociales con la intención de humillar a sus víctimas
8. Avergonzar a una persona en público y rituales de degradación
9. Interrupciones bruscas groseras
10. Ataques hipócritas y doble cara
11. Miradas obscenas
12. Tratar a las personas como si fueran invisibles
Los 'cretinos certificados' muestran patrones persistentes de estas malas actitudes y tienen una larga lista de víctimas.
Y ya que las personas desagradables son inevitables en la vida diaria, el profesor Sutton ofrece algunos consejos para tratar con ellos:
Y ya que las personas desagradables son inevitables en la vida diaria, el profesor Sutton ofrece algunos consejos para tratar con ellos:
Defiéndete o desarrolla indiferencia
Si eres
víctima del mal comportamiento, haz un análisis para determinar si
puedes enfrentar directamente el problema, o puedes ejercer el fino arte
de la indiferencia emocional. Hay ocasiones en que las cosas que
escapan a nuestro control y lo mejor que puedes hacer para tu salud
mental es no darles importancia.
Reformula y cambia tu forma de ver las cosas
Intenta
reformular un pleito con un cretino de una forma que sea menos molesta.
“Este es un tipo de pequeña terapia cognitiva”, dice Sutton. Si no
puedes escapar al factor de estrés, puedes reducir el daño al cambiar tu
mentalidad sobre lo que sucede. Desarrolla un mecanismo de defensa, si
es necesario.
Limita tu exposición
Evítalo si es
preciso. Cuando limitas la frecuencia y la intensidad de tus encuentros
con cretinos, creas un colchón contra el comportamiento humillante. En
el contexto de trabajo, establece estrategias adicionales, como
construir zonas de seguridad, apoyo y cordura, y buscar y pelear solo
las batallas que tengas una buena posibilidad de ganar.
Las estrategias de Robert Sutton: defiende tu posición, indiferencia, reformular y evitar, nos remiten a la sabiduría de la filosofía oriental a la hora de afrontar los problemas: “Serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las
cosas que puedo y sabiduría para conocer la diferencia entre unas y
otras”.

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