“Todo está unido entre sí, como la sangre que une a una misma familia. Todo está unido. Lo que acaece a la Tierra, les acaece, también, a los hijos de la Tierra"
Autor: Gran Jefe Seattle
Esta es la segunda entrega del blog dedicada a la espiritualidad de los
indios norteamericanos. En la anterior, repasamos su 'Código ético
tradicional' y hoy nos detendremos en el decálogo de mandamientos, que
determinaba tanto su comportamiento como sus modos de vida.
Desde la más
temprana niñez un indígena indio aprendía a escuchar y a comprender el
mundo que le rodeaba: el sol, las estrellas, el viento, el bosque, el
río, los animales… Aprendía a convivir y a respetar las leyes de la
naturaleza, percatándose de que la transgresión de cualquiera de ellas
causaba dolor injustificado a otros seres vivos.
Los indios,
a diferencia del hombre blanco, no eran “prisioneros" de sus casas de
piedra y de sus ideas sobre la estructura del mundo. Los indígenas
se sentían como una parte indivisible de la naturaleza; su hogar eran
los bosques infinitos, las montañas rocosas, los lagos azules y las
cascadas. La unión con la naturaleza era esencial en su existencia.
Cruzando un río en una piragua, caminando por senderos montañosos y boscosos, un indígena se sentía uno solo con el viento, con el agua, con las montañas y con las aves. Entendían que su cuerpo no era nada más que un fragmento pequeño del mundo material, no más importante que los pinos, que el viento o que las ardillas o los peces…
Cruzando un río en una piragua, caminando por senderos montañosos y boscosos, un indígena se sentía uno solo con el viento, con el agua, con las montañas y con las aves. Entendían que su cuerpo no era nada más que un fragmento pequeño del mundo material, no más importante que los pinos, que el viento o que las ardillas o los peces…
Para los
indios, las fronteras entre el mundo real y el de los espíritus no
estaban claramente definidas, pues ellos entendían que existía un
"tercer mundo" de transición. Consideraban que el alma de los difuntos
viajaba a otra parte del universo, donde disfrutaban de una existencia
placentera, mientras desarrollaban las actividades cotidianas. Los
antepasados que habitaban en el reino de los espíritus habían dado su
vida por los que ahora están vivos; por ese motivo se debía sumo respeto
a los muertos y a sus parientes vivos.
El chamán o hechicero
estaba a cargo de la interpretación de los signos sobrenaturales
contenidos en los sueños y visiones, provocados por los los ayunos y la
ingesta de drogas, principalmente peyote, aunque el contacto de los fieles con sus dioses era, por lo común, directo.
'Diez Mandamientos indios'
- Trata a la Tierra y a todos los que moran en ella con respeto
- Permanece cerca del Gran Espíritu
- Muestra un gran respeto por tus semejantes
- Trabaja junto a tus hermanos para el beneficio de toda la humanidad
- Brinda ayuda y amabilidad siempre que sea necesario
- Haz lo que sepas que está bien
- Vela por el bienestar de la mente y el cuerpo
- Destina una parte de tus esfuerzos para el bien común
- Sé sincero y honesto en todo momento
- Asume la plena responsabilidad por tus acciones
Reflexión
final: "Guarda tu lengua en la juventud", dijo el jefe Wabashaw, "y en
la vejez quizá madures un pensamiento que sea de utilidad a tu pueblo."
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