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viernes, 9 de septiembre de 2011

Ideas Claras " Distinto"- 09/09. -TRIPLE CRIMEN- DECAMERON- CELOS-DELINCUENTES-ASESINOS-SEXO-DROGAS


El 13 de agosto de 2008, la sociedad argentina se desayunó con la imagen que cambiaría ciertos paradigmas argentinos para siempre. Ese día, tres jóvenes fueron hallados acribillados a balazos en un solitario descampado ubicado en la localidad de General Rodríguez.

Los medios fueron impiadosos a la hora de mostrar esa postal, donde yacían Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina en un perdido punto ubicado dentro del vasto territorio de la provincia de Buenos Aires.

Dos de los asesinados —Forza y Ferrón— estaban vinculados a pequeñas droguerías que habían desembarcado poco tiempo antes en el redituable negocio de los medicamentos adulterados; el tercero —Bina— había tenido la mala suerte de ser amigo de uno de ellos. A sus asesinos no les interesó ese detalle, los tres cayeron finalmente bajo las balas de oportunos sicarios.

Hasta ese momento, erráticos funcionarios insistían en un dogma que ya había sido derribado mucho antes del triple crimen: que la Argentina solo era un lugar de paso para el narcotráfico y que los asesinos a sueldo solo eran recuerdos de buenas películas de Hollywood.

Después del ingrato 13 de agosto de 2008, ese y otros paradigmas oficiales se derrumbaron por propio peso.


La muerte le sienta bien

A fines de mayo de 2008, me llamó una importante fuente de información del Ministerio de Salud a efectos de presentarme a un supuesto "arrepentido" en el tema farmacéutico. No era casual: unos meses antes había publicado una vasta investigación acerca de la mafia que envuelve a algunos de los laboratorios medicinales más conocidos.

Interesado en la propuesta hecha por el informante, arreglamos en encontrarnos al día siguiente en una confitería ubicada en la intersección de las calles Viamonte y Paraná de la Capital Federal. Allí, la fuente —que llegó con su respectivo chofer— me presentó a la persona que me relataría los pormenores de una supuesta "mafia farmacéutica". Se llamaba Sebastián Forza y venía acompañado a su vez de uno de sus empleados, llamado Pablo Florentín, a la sazón uno de sus "testaferros".

Nos sentamos los cinco en el lugar central de la confitería y nos dispusimos a almorzar. Forza me había impresionado fuertemente, no sólo por su elegante vestimenta —imposible de costear para un periodista como yo— sino por la seguridad que demostraba en cada una de sus afirmaciones. "Yo trabajé con Rubén Romano, fui socio de él en una empresa llamada Prefarm", me dijo para quebrar el hielo. "Rompimos relaciones en noviembre de 2007, porque quise abrirme de la joda. A partir de ese momento, no dejo de recibir amenazas", prosiguió.

Le mencioné entonces que conocía la existencia de Romano y de una causa judicial que lo rozaba por jugosos negociados en el PAMI. "Es una causa que llevó adelante (el fiscal Carlos) Stornelli, con quien tengo cierta amistad", le aseguré para intentar ganar su confianza.

A partir de ese momento, Sebastián comenzó a describir una diabólica trama de corrupción que involucraba a laboratorios medicinales, organismos públicos e instituciones privadas. Algunas de sus afirmaciones:

-"Hay un fraude descomunal con medicamentos para hemofílicos, especialmente uno llamado Novoseven, es un factor siete (proteína de coagulación). Son medicamentos carísimos que encima son sobrefacturados por los mismos laboratorios (...) Hay que investigar a un tal Javier Gauna, gerente de laboratorios Novo Nordisk".

-"Otra de las jodas era la de truchar recetas y prescribir de más medicamentos caros, como los oncológicos, contra el SIDA y los propios factores hemofílicos, a ciertos pacientes. Es decir, si una persona necesitaba tres dosis de un remedio, se le prescribían 20. Los 17 restantes eran revendidos en el mercado. (...) En esto estaban prendidos los mismos laboratorios, ciertos funcionarios del Estado y nosotros, los intermediarios".

-"Te mentiría si te dijera que no estoy involucrado en esto, pero yo me quiero abrir. El problema es que conocer todo esto pone en riesgo mi vida. Acá no sólo estamos hablando de negociados y sobreprecios, también de adulteración de drogas y manejo de químicos (¿precursores?)".

-"Un fraude interesante se ha dado entre el Ministerio de Salud y laboratorios Abbott en la provisión de remedios contra el SIDA. Muchos de esos remedios eran revendidos, a sabiendas de los funcionarios".

-"Laboratorios Roche solía rellenar un remedio para el cáncer de mama llamado Mabthera. Con lo que le ponían, lo dejaban totalmente inocuo".

-"En algunos robos a camiones con medicamentos están involucrados los mismos laboratorios. Por un lado, cobran el seguro correspondiente. Por otro lado, revenden los remedios a través de un mercado paralelo".

-"¿Quiénes me amenazan? buscá la solicitada en la que aparecemos todos los aportantes de la campaña de Cristina Kirchner y allí encontrarás los nombres".
-"Hubo un millonario lavado de dinero en la campaña presidencial (de 2007) a través de una droguería llamada San Javier".

-"Si querés entender cómo es posible todo esto, investigá a algunos funcionarios del ANMAT y empresarios de una empresa fantasma llamada Profarma".

-"Hay un importante ministro de la Nación que protege a todos estos delincuentes (...) Los Kirchner están al tanto de todo".

Tres meses después de esa inesperada y reveladora conversación, se iba a cumplir el vaticinio del propio Forza y sería asesinado junto a Ferrón y Bina.
Quienes lo asesinaron no contaron con que la entrevista había sido registrada por mí en un grabador de periodista. Ello fue aportado a la Justicia, junto con otras anotaciones y hasta una copia del disco rígido de Forza.

Ello derivó en la conformación de tres expedientes diferentes: uno que investiga la mafia de los medicamentos, a cargo del juez Norberto Oyarbide; otro que indaga sobre el triple crimen en sí, bajo la tutela del fiscal de Mercedes José Ignacio Bidone; y el tercero que puso la lupa sobre los aportes de campaña del Frente para la Victoria, de la mano del juez Ariel Lijo.

A pesar de que han transcurrido ya tres años, solo el expediente de Mercedes ha logrado avanzar y llegar a rozar a algunos de los responsables del asesinato de Forza y sus amigos. Las otras dos causas judiciales, duermen el sueño de los justos.


Los sonidos del silencio

Aún hoy, la sociedad se sigue preguntando quién/es y por qué asesinaron a los tres jóvenes. ¿Estaban acaso vinculados con narcotraficantes mexicanos como se dijo en un principio? ¿Querían meterse en el negocio de la efedrina?

Es posible, aunque en realidad las pruebas que surgen del expediente que lleva adelante el fiscal Bidone, muestran una trama completamente diferente a la que se dijo oficialmente.

De allí surge claramente que el principal negocio de Forza era el de los medicamentos —y las recetas adulteradas— a través de puntuales “firmas fantasma”. Aparece también mencionado el tema efedrina, pero a través de socios autóctonos, no mexicanos.
Pocos saben que en el expediente de Mercedes se mencionan con nombre y apellido a los involucrados en la autoría intelectual del triple crimen. Dos de esos nombres, son personajes protegidos por el poder, uno es Ibar Esteban Pérez Corradi —detenido en Estados Unidos por narcotráfico— intermediario de cárteles mexicanos en el negocio argentino de los precursores químicos y los medicamentos. Este último le habría adelantado gran cantidad de dinero a Forza a efectos de iniciar una especie de Joint venture para exportar efedrina.

"Sebastián (Forza) se gastó todo el dinero aportado por Pérez Corradi para cubrir sus gastos y encima se dio el lujo de mandarlo a la mierda. El tipo le dijo que se lo iba a cobrar y lo hizo. Es un personaje peligrosísimo, la cara visible de algunos cárteles de la droga en la Argentina", comentó oportunamente a este cronista una persona de estrecha confianza del fallecido Forza.

Hay un dato real: Forza, bajo la modalidad de "testigo protegido", había denunciado a Pérez Corradi en la Justicia, hecho que llegó a oídos de este último a través de un importante intendente de la zona oeste de la provincia de Buenos Aires. Lo demás, es historia conocida.

El otro nombre es el de Martín Lanatta —hoy preso por esta causa—, hombre de estrecha confianza del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y quien emboscó a los tres "empresarios" antes de que fueran asesinados. Él, junto a su hermano Christian y los hermanos Víctor y Marcelo Schillaci recibirán en estos días una muy mala noticia: el expediente de marras se elevará a juicio oral.

¿Qué ocurrirá cuando se ventilen inoportunas cuestiones que rozarán a funcionarios de primera y segunda línea y que hoy solo reposan en vetusto papel judicial?

Mucho puede augurarse y presumirse, pero hay una sola realidad: será para alquilar balcones.


Christian Sanz




LOS CELOS

Amor o sentimiento de posesión?

Los celos, ("el vicio de la posesión", como Jacques Cardonne los denominaba) han sido, desde hace siglos, argumento recurrente y fértil de la literatura aunque constituyan también el germen de demasiados sucesos desgraciados y muy reales. Pero, ¿qué son los celos?.

Podríamos definirlos como un estado emotivo ansioso que padece una persona y que se caracteriza por el miedo ante la posibilidad de perder lo que se posee-tiene, o se considera que se tiene-posee, o se debiera tener-poseer (amor, poder, imagen profesional o social...).

En el ámbito sentimental, el rasgo más acusado de los celos es la desconfianza y sospecha permanentes en el otro que tiñen, y perjudican gravemente, la relación con la persona amada. La mayoría entendemos por celos ese confuso, paralizador y obsesivo sentimiento causado por el temor de que la persona depositaria de nuestro amor prefiera a otra en lugar de a nosotros.

Cuando se muestra en su forma aguda, el origen de los celos hay que buscarlo en situaciones neuróticas o, en general, psicopáticas. Algunos autores creen que el sentimiento de los celos es universal e innato. Linton, por ejemplo, ve una prueba de esta tesis en el hecho de que en las Islas Marquesas, donde la libertad sexual es prácticamente total, los indígenas manifiestan sus celos sólo cuando están ebrios; es decir cuando su control voluntario, su raciocinio, ha disminuido. Por el contrario, otros psicólogos (como O.Klineberg) señalan que este sentimiento es de origen cultural, y que los celos no dependen del deseo o necesidad de goce exclusivo de los favores del otro, sino del "estatuto" social. En las sociedades monogámicas, como la nuestra, y siempre según este autor, el adulterio sólo provoca reacciones celosas en la medida en que origina inseguridad (material o afectiva) o afecta al prestigio y al honor. Son dos teorías relativamente antagónicas, pero como ocurre con frecuencia, perfectamente complementarias

Los celos no son amor

Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, argumentos literarios o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor, ni indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. Y, normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, que sólo se curarán saliendo de su autoencierro. En muchas situaciones de celos hay, más que amor o miedo a la soledad, otras causas: sentimientos de posesión del otro, de necesidad de controlarle, de inseguridad en uno mismo, de envidia hacia la mayor riqueza de la vida emocional del otro...

Un tipo muy especial de celos son los infantiles ("complejo de Caín"), que se manifiestan tras el nacimiento de un nuevo hermano. El niño, antes centro de todas las atenciones, se ve obligado a aceptar que debe compartir con el nuevo miembro de la familia el amor y cuidados de sus padres, muy especialmente de la madre, lo que hace que vea en el recién llegado un usurpador y la malquerencia hacia "el intruso", lo que puede conducirle a volcar su agresividad en su pequeño hermano. Según los psicólogos, no es extraño que incluso el origen de ciertos estados neuróticos que sufren los adultos provenga de secuelas de celos infantiles padecidos hace décadas. Pero los celos no son exclusivos del espacio familiar o sentimental: otro ámbito donde germinan es el mundo laboral.

Sufrir celos de forma moderada es una respuesta emocional normal pero, sentirlos de manera exagerada y descontrolada lo convierten en algo patológico. Esto es señal de que a nivel psicológico hay algo que no va bien. Pero, ¿sabemos por qué sentimos celos?, ¿qué podemos hacer para superarlos?.

1. ¿Qué son los celos?
2. ¿Por qué somos celosos?
3. Cómo controlar los celos

1. ¿Qué son los celos?

Los celos son un sentimiento de temor a perder a la persona amada.

Los celos, de forma controlada y en pequeñas dosis, pueden ayudarnos a potenciar la relación pero, cuando los celos son enfermizos nublan la razón de quien los padece.

Sus sospechas se basan, la mayoría de las veces, en hechos infundados y, el constante temor a ser abandonados les lleva a ejercer un continuo temor sobre la pareja.

Aunque conviene saber que cuanto más seguros nos sentimos de nuestra pareja y de nuestra relación con ella menos intensos y duraderos son.

2. ¿Por qué somos celosos?

1. Falta de confianza en uno mismo: las personas inseguras muchas veces no se sienten merecedoras del amor de su pareja y esto les lleva a desconfiar de la sinceridad y cariño del otro.

Siempre están pensando en que en cualquier momento su pareja puede conocer a alguien mas atractivo y tienen miedo a que descubra lo poco que vale en realidad.

2. Experiencias familiares: Es probable que una persona que haya presenciado escenas de celos en sus padres tenga más predisposición a ser celoso que otra cuyos padres se sentían seguros el uno del otro.


3. Experiencias vividas: las personas que han sido traicionadas alguna vez por alguien en quien confiaban es más probable que posteriormente desarrollen una personalidad celosa.

4. Trastornos psicológicos: las personalidades paranoides, narcisistas e histriónicas tienen una gran tendencia a desconfiar continuamente de los demás y por consiguiente a desarrollar una celotipia.

3. Cómo controlar los celos

1. Evita pensamientos destructivos que hacen que el problema de los celos se agrave e intenta sustituirlos por otros de seguridad y confianza que ayuden a frenarlos.

Esfuérzate en ser objetivo y aprende a diferenciar lo que son hechos reales de lo que puede estar manipulando tu imaginación.

Esto no es otra cosa que tomar verdadera conciencia del problema e intentar hacer algo al respecto.

2. Procura ser más tolerante y dejarle su espacio a tu pareja: evita ese impulso irrefrenable que te lleva a estar en todo momento controlando y preguntándole sobre lo que hace y con quien.

De esta forma lo único que vas a conseguir es que se sienta cada vez más agobiada y atosigada.



3. Comenta lo que te ocurre a algún amigo de confianza y pídele consejo. No olvides que ocultar el sufrimiento y negarlo hace que se potencie cada vez más.

Los consejos y puntos de vista de otras personas ayudan a analizar lo que nos ocurre de forma objetiva y a encontrar soluciones que tal vez no se nos habían ocurrido.

4. Reflexiona sobre lo que te ocurre e intenta aclarar tus ideas. Esto te ayudará a exponer tus sentimientos con sinceridad, a descubrir tus miedos, necesidades, etc.

Y una vez detectado el problema procura poner todos los medios a tu alcance para solucionarlos.

5. Evita utilizar amenazas, habla claramente de lo que te ocurre, no te ciegues con la rabia e intenta buscar soluciones al problema.

6. Evita culpabilizar a alguien de lo que te ocurre. Procura ser responsable de lo que sientes y no olvides que tus actos dependen de ti, y eres la única persona que puede cambiar tu conducta ante lo que estas sintiendo.


7. Evita ser trágico a la hora de asumir los celos: esfuérzate en apreciarlos como síntoma de amor verdadero y prevenirlos cuando se descontrolan y vuelven dañinos.

Sin embargo, si aprendemos a controlar estos impulsos, los celos nos pueden ayudar a apreciar y valorar a la persona que tenemos al lado y a cuidar el amor del otro sin darlo siempre por supuesto.

En algunos casos, cuando los celos son muy frecuentes, intensos y duraderos y surgen sin ningún motivo, se vuelven patológicos.

Esto produce un sufrimiento intenso en quien los sufre, y en muchas ocasiones se aconseja acudir a un profesional especializado en terapia de pareja.

Cuando el hombre es celoso, molesta; cuando no lo es, irrita.
Refrán

El que no tiene celos no está enamorado.
San Agustín

El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.
Benavente, Jacinto

El celoso ama más, pero el que no lo es ama mejor.
Molière, Jean-Baptiste Poquelin

Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio.
Montaigne, Michel Eyquem de la

El hombre es celoso si ama; la mujer también, aunque no ame.
Kant, Inmanuel

Las mujeres feas son celosas de sus maridos. Las bonitas no tiene tiempo, ¡están siempre tan ocupadas en estar celosas de los maridos de los demás...!
Wilde, Oscar

De cualquier forma los celos son en realidad una consecuencia del amor: os guste o no, existen.
Stevenson, Robert Louis

El amor es fuerte como la muerte; los celos son crueles como la tumba.
Salomón

Amor sin celos no lo dan los cielos.
Refrán

Los celosos son los primeros que perdonan, todas las mujeres lo saben.
Dostoiewsky, Fiodor Mijailovich




Ser celoso es el colmo del egoísmo, es el amor propio en defecto, es la irritación de una falsa vanidad.
Balzac, Honoré de

Donde hay celos hay amor, donde hay viejos hay dolor.
Refrán

Los celos se alimentan de dudas.
Rochefoucauld, François de la

Los celos son una mezcla explosiva de amor, odio, avaricia y orgullo.
Karr, Jean Baptiste Alphonse




Los celos son una falta de estima por la persona amada.
Bunin, Yvon

Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
Shakespeare, William

En los celos hay más amor propio que amor.
Rochefoucauld, François de la

Los celos cuando son furiosos, producen más crímenes que el interés y ambición.
Voltaire, François Marie Arouet


OTELO
Primer actoYago se encuentra hablando con Rodrigo, quien confiesa que está enamorado de Desdémona y le reprocha a Yago que sus consejos han sido inútiles para acercarse a su amada. Yago, a su vez, está furioso con Otelo, porque no le ha nombrado su lugarteniente a él, sino a Casio. Rodrigo avisa a Brabancio, padre de Desdémona, de que ésta se ha escapado con Otelo. En otro lugar, poco después, Yago cuenta a Otelo que ha estado varias veces a punto de matar a Rodrigo porque éste hablaba mal de él. Llega Casio para llamar a Otelo ante el Senado veneciano para que reciba el mando de una expedición a Chipre contra los turcos. Estando allí, Brabancio le acusa de seducir engañosamente a su hija, pero Otelo cuenta toda su historia y hace llamar a Desdémona para que declare si no le sigue por su voluntad. Yago, después, incita a Rodrigo a reunir dinero y a seguir a Otelo para conseguir a Desdémona, cuando ésta se canse de su "moro", que según afirma él es inevitable.

[editar] Segundo actoEn Chipre, una tormenta ha destruido la flota turca antes de que los venecianos combatieran contra ella. Casio ha desembarcado ya; aparece la nave de Otelo, tan esperada por Desdémona, Yago, Rodrigo y la mujer de Yago (Emilia), llegados antes en otra nave. Entre todos ellos se forma una conversación un tanto desvergonzada en sus alusiones nupciales. Aparece Otelo y se va con Desdémona. Yago convence a Rodrigo de que Desdémona, en realidad, está enamorada de Casio, y le incita a provocar a éste para que le quiten su puesto de lugarteniente de Otelo. Chipre está en fiestas: Yago quiere hacer beber a Casio, quien se marcha, pero vuelve con otros (entre ellos, Montano) que ya han conseguido que beba, y se va otra vez. Yago manda a Rodrigo provocar a Casio, que vuelve persiguiendo a Rodrigo. Casio, en lucha, hiere a Montano, que le quería retener. Aparece Otelo, para saber qué riñas son ésas. Las hipócritas declaraciones de Yago contribuyen a que despida a Casio de su puesto de lugarteniente suyo. Quedan solos Yago y Casio; Yago le convence para que apele a Desdémona, y luego (ya solo) decide que Emilia también ayude a Casio en esa tarea.

[editar] Tercer actoYago va a buscar a Emilia para que Casio hable con ella sobre cómo ver a Desdémona. Casio se entrevista con Desdémona, encargándole que interceda ante Otelo para recuperar su puesto de lugarteniente. Se está despidiendo cuando llega Otelo y le ve irse. Desdémona intercede por Casio ante Otelo, pero éste aplaza el asunto. Yago suscita celos en Otelo, a propósito de esa visita de Casio. Vuelve Desdémona, y encuentra perplejo a Otelo. Se le cae el pañuelo que le había regalado Otelo, con quien se va. Emilia recoge el pañuelo. Yago lo ve al llegar y se lo pide, para dejarlo caer luego en el cuarto de Casio. Vuelve Otelo, ya del todo celoso. Yago le dice que, aunque no pueda ahora probar sus celos, están bien fundados, y le promete pruebas. Desdémona, con Emilia, va a buscar a Casio. Aparece Otelo: Desdémona le dice que ha mandado llamar a Casio para que hable con él. Otelo le pide el pañuelo que, según Yago, habría regalado ella a Casio. Como Desdémona no lo tiene, se va, furioso. Entran Yago y Casio; éste habla con Desdémona sobre la inutilidad de sus intentos de mediación. Casio, que tiene el pañuelo de Desdémona (sin saber que es de ella, por haberlo encontrado en su cuarto, dejado allí por Yago), se lo da a una mujer con quien tiene amores, Bianca.

[editar] Cuarto actoYago, con insinuaciones, aumenta los celos de Otelo, quien sufre un ataque. Yago hace que Otelo se esconda para observar su conversación con Casio, llevada por él malignamente. En realidad, habla acerca de Bianca, pero de modo que Otelo piense que se refiere a Desdémona. Bianca entra entonces y devuelve el pañuelo de Desdémona a Casio, quien se va con ella. Otelo queda convencido al ver el pañuelo: Yago impide que se incline a la compasión y al perdón, y le incita a estrangular a Desdémona. Entra Ludovico, de Venecia, primo de Desdémona, con una carta en que ordenan a Otelo volver a Venecia, dejando a Casio al mando de la flota. Otelo abofetea a Desdémona, ya entregado a sus celos, y le dice que se retire. Ludovico piensa que se ha vuelto loco. Otelo habla de sus celos con Emilia, quien niega toda culpa por parte de Desdémona. Entra ésta, y también rechaza toda sospecha de Otelo. Él se va, y Yago le dice a Emilia que la excitación de Otelo está causada por sus responsabilidades de mando. Se queda solo Yago, y entra Rodrigo, quien le reclama que cumpla su promesa de conseguirle ver a Desdémona, a cambio de lo cual le había dado joyas y dinero . Yago le persuade para que mate a Casio, ya que así no se podrá marchar Otelo, llevándose a Desdémona. Luego, en una escena entre Emilia y Desdémona, ésta canta la famosa canción del sauce, de tristes presagios.y acepta su desvelo

[editar] Quinto actoYago acompaña a Rodrigo, situándole al acecho para que mate a Casio, pero éste hiere a Rodrigo, aunque es herido por la espalda por Yago. Entra Otelo y alaba a Yago, creyendo que ha herido a Casio en atención a él mismo y a sus celos. Quedan gimiendo Casio y Rodrigo, éste moribundo, aquél herido. Aparece Ludovico, con Graciano, pero no se atreve a acercarse. Entra Yago, en camisa, como si se hubiera acostado ya. Casio le dice que Rodrigo le ha herido, sin saber que es el mismo Yago quien lo ha hecho. Yago remata a Rodrigo para que no descubra su intriga. Llega Blanca, y se llevan herido a Casio, quien declara no conocer al hombre ya muerto (Rodrigo) que le atacó. Yago hace que le retiren. Llega Emilia, ante la cual Yago echa la culpa de la pelea a Bianca.

En la alcoba de Desdémona, entra Otelo con una luz y la despierta. Otelo la acusa de infidelidad y, a pesar de sus negativas, la estrangula. Antes de que muera, entra Emilia para contar la riña en que fue herido Casio, pero la interrumpen los gritos finales de Desdémona ("¡injustamente asesinada!... Muero con muerte inocente"), la cual, sin embargo, muere sin acusar a Otelo. Éste declara a Emilia haberla matado y explica su motivo, la imaginada infidelidad. Emilia defiende la inocencia de Desdémona y, al saber que todo se basa en el testimonio de su marido, Yago, afirma que éste miente, y cuando le ve aparecer, junto con Montano y Graciano, le emplaza a que diga la verdad. Emilia aclara la historia del pañuelo perdido; Yago la mata entonces, furioso de que le descubra en sus intrigas. Entonces hacen prisionero a Yago, y traen también a Casio, herido, para que se aclare todo. Otelo, desesperado, hiere a Yago y se da muerte a sí mismo.

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