Antes de embarcarse para América y luego de dejar España para siempre, el entonces teniente coronel. de caballería José Francisco de San Martín, adquiere en 1811 en Londres, usado, un sable corvo de origen oriental (los expertos en armas dicen que su origen es persa) que lo acompañaría toda su campaña en tierra americana.
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo del inicio de su nueva gran empresa.
El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad. Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los nobles o altos jefes, en sus espadas.
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo del inicio de su nueva gran empresa.
El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad. Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los nobles o altos jefes, en sus espadas.
El largo total es de 0,95 mts y el de la hoja 0,82 mts. El peso de la vaina es de casi 700 grs y el del sable de unos 900 gr. No tiene inscripción alguna excepto un trébol. La empuñadura es de ébano, a la usanza turca. Se estima que la hoja es unos 100 años más antigua que la empuñadura. En un estudio efectuado por el gabinete scopométrico de la Policía Federal se han encontrado, detallado y descripto centenares de rayas y aplastamientos por golpes que denotan un uso activo por parte del Libertador.
La Comisión Nacional de Energía Atómica ha efectuado el estudio métalográfico del sable, concluyendo que fue construido con acero damasquinado (procedimiento empleado por los árabes que partían de un lingote de alta aleación de carbono) siendo su origen, muy posiblemente, Persia.
Esa opinión es compartida asimismo por un especialista británico en espadas, apoyándose además en que la curva irregular de la hoja se ve únicamente en sables proveniente de esa parte del mundo (Medio Oriente, Persia); todos los sable europeos tienen una curva regular. Esa curva irregular requiere de una vaina ranurada, pues de otra forma el sable no puede desenvainarse, ello constituyó una moda en Medio Oriente.
Retirado el héroe en su exilio voluntario en Europa, desde 1824, había quedado el sable en la querida tierra mendocina bajo la custodia de una familia amiga.
Diez años más tarde, en diciembre de 1835, les escribe a su yerno Mariano Balcarce y a su hija Merceditas, diciéndoles: "que si les encargo se traigan es mi sable corvo, que me ha servido en todas mis campañas de América, servirá para algún nietecito, si es que lo tengo''. El sable lo acompañó desde entonces en Gran Bourg, primero, y en Boulogne-sur- Mer, después, hasta su muerte, acaecida el 17 de agosto de 1850.
Por carta fechada el 30 de agosto, Mariano Balcarce le escribe a Rosas expresándole, con referencia a la muerte del General San Martín, y de su testamento, lo siguiente: ''como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad, me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: "3º. El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla."
A su vez Rosas, en su testamento, dispone en la cláusula décimo octava: "A mi primer amigo el Señor D. Juan Nepomuceno Terrero se entregará la espada que me dejó el Excelentísimo Señor Capitán General D. José de San Martín "y que lo acompañó en toda la Guerra de la Independencia" por la firmeza que sostuve los derechos de mi Patria''. Muerto mi dicho amigo, pasará a su esposa la Señora D. Juanita Rábago de Terrero, y por su muerte a cada uno de sus hijos e hija, por escala de mayor edad''. A la muerte de Rosas, acaecida en 1877, ya había fallecido Juan Nepomuceno Terrero, correspondiéndole, conforme a la cláusula testamentaria, la posesión a Máximo Terrero, hijo mayor, y esposo de Manuelita Rosas.
En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza, solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del Libertador.
Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta Manuelita Rosas de Terrero a Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva, que: ''Al fin mi esposo, con la entera aprobación mía y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del Sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó'' requiriéndole, posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envío del sable. Con fecha 20 de diciembre Carranza, conforme al requerimiento efectuado, se dirige por nota oficial a Máximo Terrero, pidiéndole la donación del Sable Corvo del General San Martín. Con fecha 1º de febrero de 1897, Terrero contesta la nota oficial al Director del Museo Histórico, expresándole en su parte resolutiva: "Mi contestación es el envío de la prenda a Buenos Aires, acompañada de una nota dirigida al Señor Presidente de la República, suplicando a S. E. se sirva aceptarla en calidad de una donación hecha a la Nación Argentina, en nombre mío, de mi esposa, de nuestros hijos y al mismo tiempo manifestando el deseo que sea depositada en el Museo Histórico Nacional".
En la nota dirigida por Máximo Terrero al Presidente de la República, doctor José Evaristo Uriburu, le expresa, en su parte fundamental: "En virtud de esta solicitud, la presente tiene por objeto ofrecer a V.E. en su carácter de Jefe Supremo de la República, este monumento de gloria para nuestro país, siendo mi deseo donar a la Nación Argentina, para siempre, este recuerdo, quizá el más interesante que existe, de su valiente Libertador".
"Suplico a V.E. se digne aceptar la ofrenda que hago a la patria en nombre mío, de mi esposa Doña Manuela Rozas de Terrero y de nuestros hijos, y si bien en caso de ser aceptada la donación, nos fuera permitido expresar nuestro deseo en cuanto al destino que se le diera al sable, sería el que fuese depositado en el Museo Histórico Nacional, con su vaina y caja tal cual fue recibido el legado del General San Martín". En la misma época, con fecha 25 de enero, se extendió en la Legación Argentina de Londres, a cargo entonces del poeta Luis Domínguez, un certificado donde constan los sellos colocados en la caja que contenía el sable corvo, en su vuelta de regreso a América y en el que se expresaba: "y deseando mandarla al Señor Presidente de la República Argentina para que se conserve en Buenos Aires perpetuamente, pide al Ministro de la República que suscribe, que haga poner el sello de la Legación para constancia, y para entregarla así sellada en Buenos Aires".
La caja conteniendo el sable corvo fue embarcada en el ''Danube'', de la Royal Mail, desde el puerto de Southampton para Buenos Aires, donde fue desembarcada, previo transbordo desde la corbeta ''La Argentina'', el día jueves 4 de marzo de 1897.
Hace cuarenta y seis años, un grupo de militantes de la Juventud Peronista (JP) decidió robar el sable corvo del general José de San Martín, para dar un golpe de efecto al régimen militar de entonces. “El objetivo era demostrar que el peronismo seguía vivo en las calles”, evoca hoy Alejandro Tarruella, autor de “Historias secretas del peronismo. Los capítulos olvidados del Movimiento”.
En aquel 1963, el triunvirato que conducía la JP (Envar El Kadri, Jorge Rulli y Héctor Spina) resolvió que la operación iba a estar en manos de Osvaldo Agosto, el chofer, otro militante, el ex policía Manuel Félix Gallardo, Alcides Bonaldi y Luis Sansoulet.
La fecha fue el 12 de agosto. El museo cerraba a las 19.30 y sólo quedaban en su interior un empleado y un custodio, por lo que los militantes se hicieron pasar por estudiantes secundarios para ingresar fuera de horario y reducirlos con facilidad.
El sable quedó en custodia de Agosto y luego fue entregado a Aníbal Demarco, que en 1974 sería ministro de Bienestar Social del gobierno de Isabel Perón. Estaba previsto que éste lo ocultara para luego enviárselo a Perón, en Madrid.
“Apenas trascendió la noticia – relata Tarruella - la policía se movió vertiginosamente buscando a los responsables. La temible Brigada de San Martín de la bonaerense, responsable del crimen y la desaparición de Felipe Vallese, intervenía una vez más fuera de la ley y entraba en la Capital bajo la mirada ausente de la Federal”
Enseguida, la JP emitió un primer comunicado en el que exigió una ruptura con el FMI e hizo del hecho un acto de fe: “Desde hoy, el sable de San Lorenzo y Maipú quedará custodiado por la juventud argentina, representada por la Juventud Peronista”.
El 12 de octubre, ya con Arturo Illia como presidente, difundieron un segundo comunicado en el que ampliaban sus demandas, exigiendo la liberación de los presos políticos, la devolución del cadáver de Evita, el retorno de Perón y el castigo para los asesinos de Vallese.
La respuesta no se hizo esperar: la Brigada de San Martín secuestró ilegalmente a Osvaldo Agosto y a Manuel Félix Gallardo. “Tenía una sensación extraña que me llevaba a pensar, mientras me golpeaban, que no me iban a matar, tal vez por eso no tenía miedo de que me mataran. Creo que en esos días aprendí a perdonar a quien "cantaba" por ser torturado y apremiado por el dolor y el terror”, relata Agosto en “Historias secretas del peronismo” (Sudamericana).
Poco después, Demarco se puso en contacto con el capitán Phillipeaux y ambos acordaron la devolución del sable para bajar la tensión y el acoso policial a los peronistas. La Juventud Peronista emitió un nuevo comunicado en el que calificó a Demarco como un "traidor".
Años después, en 1969, cuando Osvaldo Agosto fue a Madrid a entrevistarse con Juan Domingo Perón se produjo el siguiente diálogo:
- Agosto, yo lo esperé mucho tiempo creyendo que usted vendría a Madrid a traerme el sable.
- Ésa era la idea, general, pero tuvimos algunos inconvenientes: compañeros detenidos, otros bajo la persecución de la policía…
- Estoy enterado, Agosto, sé que lo detuvieron y lo golpearon mucho, es parte de la lucha y usted ha sabido cumplir.
Con fecha 17 de agosto de 1964, en virtud de un mandato judicial, se entregó el sable corvo, en sencilla y emotiva ceremonia, al Museo Histórico Nacional.
Sin embargo, la serena paz que reclamaba con justicia la reliquia de todos los argentinos, fue quebrantada el 19 de agosto de 1965 al volver a ser robada, por segunda vez, del Museo Histórico Nacional.
Diez meses más tarde volvía a ser recuperada, depositándosela en el Regimiento Granaderos a Caballo "General San Martín", donde fue colocada para su guarda y seguridad dentro de un templete blindado, construido al efecto, por donación del Banco Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.
Por decreto N 8756, del 21 de noviembre de 1967, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso su guarda definitiva en el Regimiento creado por el Libertador, el cual expresa:
"CONSIDERANDO: Que corresponde confiar el sable corvo del Libertador al Regimiento de Granaderos a Caballo "General San Martín'', por ser la unidad que creara y la que más íntimamente está ligada, en el sentir popular, a su vida gloriosa.
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