
corrientes politicas
El extremo centro
Por Tomás Abraham
10/07/11 - 02:30
La palabra “centro” lleva a cabo una operación de lavado en la política argentina. Convencidos muchos de que han muerto las ideologías y que el pragmatismo es la etiqueta apropiada para adaptarse a cualquier circunstancia, todos los partidos se han puesto de acuerdo en que son de centro por su significado de equidistancia. No olvido a los que no usan la palabra mencionada y se ubican en los extremos ya sea de la izquierda o de la derecha, pero en esta nota me quiero referir a los grupos políticos que pretenden gobernar con el apoyo de mayorías y que no desestiman el sistema representativo. Los otros, desde los guevarismos a los neofascismos, usan la urna sólo para soñar con depositar en ella las cenizas del sistema una vez demolido.
Tampoco quiero olvidar a los miembros de la izquierda cultural –vertiente específica del snobismo urbano que abarca arte y academia– apareados a la militancia, a quienes les viene bien diferenciarse del progresismo considerado burgués y moralista para enarbolar así el ideal revolucionario. Y, finalmente, ser de extrema derecha conviene a los pocos que entre racismos al por mayor explicitan su deseo de venganza para acabar con la degeneración cultural. Pero todo político auténtico que pretende disipar los temores de la ciudadanía de verse perseguida en sus bolsillos o en sus ideas, se dice de centro con lo que gana la cuota de prudencia que toda masturb… maduración adulta merece.
Todos los ciudadanos con afán de tolerancia, pluralismo y sensatez, somos, entonces, de centro. Centroderecha o centroizquierda. Por eso, para evitar esta confusión típica de las noches en la que todos los gatos son pardos, propongo anular por decreto de necesidad y urgencia la palabra “centro” del vocabulario político para así desnudar las verdaderas intenciones de quienes aspiran a ejercer el poder en nombre de sus semejantes.
En el mes de mayo de 1968, en la París de los estudiantes y en medio de los miles de graffitis que marcaban los frentes de los edificios de la ciudad, hubo uno que me llamó poderosamente la atención: “Viva el extremo centro”. Tal fue mi entusiasmo al leer la propuesta dibujada que me dispuse alguna vez crear el PECA, Partido de Extremo Centro Argentino, como primera organización “oxímoron” (contradictio in terminis) de América latina. Uno de los principios básicos de la nueva agrupación de acuerdo a su estatuto es el de no almorzar con otros políticos y la prohibición de hablar con quien fuere en los pasillos de cualquier dependencia por la que nos toque transitar. Se lograría de este modo anular las condiciones objetivas (corrillos y carrillos) que permiten los pactos, contubernios, alianzas, intercambio de favores, entre ambulantes políticos de diversas tendencias. Recuerdo que por haber publicado esta idea en uno de mis libros, se me acercaron militantes de una facción del trotskismo nacional para asesorarse sobre la posibilidad de crear un movimiento trotskista de centro. La idea era la de infiltrarse, una vez acaparados los centros de estudiantes, en la estructura no docente de las instituciones educativas, es decir las bedelías, y sabotear por dentro a la burocracia educacional. Se adecuaban así a los nuevos tiempos de la sociedad de conocimiento haciendo uso de la vieja táctica del “entrismo” que fue fabril en épocas de la lucha proletaria. Pero de lo que aquí se trata es, por el contrario, de prohibir el centrismo global y rebautizar las corrientes políticas que disputan los puestos de mando en el mapa electoral argentino. Dicho sea de paso, en momentos en que salga publicada este escrito, los porteños estaremos obligados a participar de este mamarracho eleccionario en el que deberemos votar por candidatos que hasta hace semanas eran postulantes a presidentes de la Nación, otros que esperaban el dedazo para saber si eran ungidos con la bendición vertical, y deberemos elegir, además, entre listas comunales de una nueva entidad de la que nadie se enteró –las comunas–, que no se sabe para qué sirven, qué funciones cumplirán, en dónde estarán, quiénes son los que las ocuparán, con qué dinero contarán, y a quiénes representarán. Doble mamarracho porque se supone que soportaremos también esa repetición que tiene nombre de sopa francesa: ballottage.
Entonces, suprimido el centro, nos quedan las siguientes corrientes políticas que de ahora en más designarán sin edulcorantes a los exponentes de las tendencias del mapa político argentino. Lo ilustraremos con los candidatos a jefes de Gobierno porteños. A) La izquierda democrática: suma calidad institucional con justicia social. Su lema apunta a que las reformas deben hacerse cada día, de a poco y con todo el mundo. El proceso es largo por definición, sus dirigentes, por lo general, fallecen antes de ver concretados sus sueños de consenso, y las agrupaciones correspondientes a esta línea de acción carecen con frecuencia de ramas juveniles (Giudici, etc.). B) Nacionalismo popular: corriente ideológica que basa la soberanía nacional en un Estado gerenciador de emprendimientos económicos que comienzan en yacimientos petrolíferos y terminan en frutas y verduras. En realidad, esta propuesta no es política ya que sus portavoces se fortalecen en la declamación y se debilitan en las propuestas de transformación. No superan las fases de fidelidades y traiciones de los emprendimientos teológicos (Solanas). C) La derecha. Orientación política que basa su legitimidad en defender el orden con nuevos y eficientes sistemas de seguridad, respeto a la meritocracia, subordinación a los mandos naturales (padres, curas, sargentos, empresarios), y devoción irrestricta al mercado de libre empresa en donde ganan los mejores. A diferencia de sus exponentes más notorios de antaño, se han afeitado los bigotes y suavizaron su tono de voz, que dejó de ser amenazante para “estar bueno” (Macri). D) Populismo: designa a una realidad política de los años cincuenta del siglo pasado. Fue un factor integrador y democratizador de masas obreras y campesinas, a las que se les otorgaron derechos laborales, sindicatos poderosos, educación, vivienda y participación en los asuntos públicos. Duró el tiempo en que se agotaron las reservas fiscales fruto de las exportaciones hacia una Europa hambrienta y por los beneficios de la sustitución de importaciones hasta la reconstitución de los sistemas de producción de los países centrales dañados por las guerras.(Julio Jorge Nelson y Julio Marbiz). E) Neopopulismo: es un fenómeno político más reciente que se sostiene en una nueva demanda de materias primas de países ricos o enriquecidos, ya provengan de Europa o de Asia, y que ha permitido una nueva distribución de riquezas entre las naciones. Pero a diferencia del populismo de hace medio siglo, no se trata esta vez de un proceso democratizador y de integración de masas a los bienes terrenales de la civilización avanzada, sino de lo que ha decidido en ser llamado “inclusión”, es decir una pobreza que se mantiene como tal sin cambiar su modo de vida en factores de desarrollo humano (vivienda, salud y educación), que recibe dádivas de un poder central abastecido por el crecimiento de fuerzas productivas en expansión (Filmus).
Propongo entonces aplicar esta grilla semántica a los partidos políticos nacionales que se dicen de centro, y filtrar sus impurezas, hasta que sólo quede lo sustancial. Una vez efectuada la tarea que neutraliza las habituales operaciones de lavado desde un supuesto centro imaginario que engaña conciencias y confunde a la gente, fundaremos la primera sección del PECA, y lanzamos el proyecto de reforma constitucional cuyo modelo será la Esfera de Pascal.
*Filósofo www.tomasabraham.com.ar Fuente : Perfil
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