La naturaleza no tiene un guión de película
En este mundo posmoderno de paredes tapizadas con pantallas LCD e imágenes en HD o 3D, los desastres naturales nos remiten, antes que al pasado histórico, a un pasado imaginario. Al pasado pergeñado por el cine y la literatura.
El arte y la ciencia ficción se ocuparon de construir un entramado argumental paralelo que en ocasiones se confunde con la realidad. Es cierto, como dicen, que la realidad puede superar a la ficción; sin embargo, vista la ficción, uno espera que eso no ocurra.
Y cuando la realidad "sucede", nuestro antecedente inmediato son las películas o las historias que traen los libros. En alguna medida estamos hablando de recuerdos implantados. Algo que hace pensar en "El origen" o en "Matrix".
Éste es uno de los factores que alimentan, amparado en una batería de comunicación que hace 20 años resultaba impensada, el pánico colectivo o las especulaciones de toda índole.
El atentado del 11 de septiembre en Nueva York había sido parcialmente imaginado ya por al menos una película ("Estado de sitio"), un par de grupos de rap y heavy metal ("The Coup" y "Dream Theater") y hasta una historieta ("Mortadelo y Filemón", de Francisco Ibáñez de 1993).
Volcanes y terremotos han tenido una amplia cobertura guionística. Dos películas de fines de los 90 basaron sus historias en la erupción de un volcán. "Dante's Peak", con Pierce Brosnan, y "Volcano" con Tommy Lee Jones y Anne Heche.
La erupción del volcán Puyehue dispara ese imaginario global, tempestuoso, revestido de megadrama, que hace años se encuentra macerando en la psiquis de millones de personas. Las fotografías captadas por medios chilenos en alta definición parecen robadas a una película de Steven Spielberg. Y la imagen provista por la NASA no hace sino corroborar el hecho de que la naturaleza es capaz de atravesar las fronteras de la fantasía humana.
Los expertos japoneses en tecnología edilicia se ubicaron en el peor de los escenarios antes de construir la central nuclear de Fukushima, pero la realidad taló de cuajo sus peores expectativas. De igual modo, "The Last Day", estrenada en el 2005, del director coreano JK Youn, describe con escalofriante detalle cómo un tsunami arrasa las costas de una región de Asia.
Debajo de este teorema, donde se debaten como dos dragones lo posible y lo real, subsiste una reflexión de orden filosófico. Un teorema de lógica racional que ante la incertidumbre termina por aceptar un amplio rango de acciones probables e improbables.
La vida no es una película, se entiende. Queramos o no sigue su propio curso.
La gripe A, según la propia OMS, amenazaba con acabar en meses con el planeta. Un tsunami en Japón o en Chile sería el principio de otros tantos tsunamis. La radiación haría necesaria la evacuación de Tokio. Con el último día de 1999, el cambio de milenio marcaría el fin de la era moderna y de los sistemas informáticos. Como ya sabemos, nada de eso ocurrió. O, si "ocurrió", lo hizo en alguna película que pocos recuerdan.
El volcán podría continuar su actividad durante semanas o simplemente guardarse a silencio por meses o años. Los estudios científicos establecen parámetros y al menos con eso podemos manejarnos en las discusiones sobre prevención y seguridad.
Ciertamente no existe un guión que describa la verdadera dinámica de la naturaleza.
candrade@rionegro.com.ar
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