Éramos pocos y parió la economía
Por Carlos M. Reymundo Roberts/La Nación
Un temblor está sacudiendo el camino hacia las PASO y hacia octubre. Es un movimiento que ningún sismógrafo había previsto: la economía empezó a dar señales de vida. A saber. Crece la producción industrial, la construcción, los créditos hipotecarios, las inversiones, la venta de autos y propiedades, el consumo (bueno, por ahora se está desperezando), la recaudación impositiva. Se crean empleos. Dicen que por primera vez la pobreza está por debajo de los niveles que dejó Cristina, lo cual no es ningún mérito: ella y su marido encabezaron una cruzada para enriquecer a la población, pero después de 12 años la movida sólo fue exitosa en su familia y en sus funcionarios.
Este temblor, que no sabemos cuánto va a medir en la escala Richter, está poniendo la campaña patas para arriba. Toda la oposición estructuró su discurso sobre la base de que al gobierno de los CEO y la CEO (Confederación de Empresarios Oligarcas) los números no le cierran. Aun en un contexto que sigue siendo crítico, si la economía cobra vigor, los brotes no se secan y la inflación consolida su retroceso, la estrategia opositora va a tener que cambiar. En Unidad Ciudadana se declararon en sesión permanente, sin saber muy bien para dónde rumbear. Tienen miedo de que los extras que hacen subir a los escenarios para relatar lo mal que la están pasando empiecen a decir que ahora no la están pasando tan mal. Cristina no puede creer que la gente no haya esperado unos meses para comprar un departamento o cambiar el auto. Máximo, que según su última declaración jurada en 2016 perdió plata, dirá que si gobernara su madre eso no le hubiese pasado. De Vido frenó un spot en el que presentaba un ambicioso plan de obras públicas. A Kicillof le pidieron que pensara una réplica al rebote de la economía y propuso decir que es "una confabulación de la industria, el campo, los constructores, las inmobiliarias, las automotrices y los consumidores". Fernanda "Papelón" Vallejos se muere por declarar que la economía estaba mejor con Boudou, pero le pusieron un bozal. Parrilli tiró una idea que no prendió: "Digamos que el Indec miente".
Massa también se despistó un poco, porque el cambio de expectativas se da justo cuando había conseguido centrar su mensaje en las cuestiones que atañen al bolsillo. ¿Su ventaja? Se mete en el placard de las estrategias y sale revestido con nuevas fórmulas, siempre convincentes y que él se esmera en vender como nadie. Margarita volverá a poner el foco en la corrupción. De paso, apareció una nueva sospecha, y no de la era cleptonista. En un poderoso lobby empresarial están quejosos con un área del Gobierno que no tiene a la transparencia en su agenda.
Sanfilippo va a decir que las cosas empezaron a enderezarse gracias a su amenaza de "garrote, garrote, garrote". Randazzo dice que ya no sabe qué decir. Está harto de que le muevan el arco. Scioli cree que este contratiempo lo obligará a caminar más la provincia. El miércoles visitó un centro de jubilados de San Martín. Hace campaña sin dejar de pensar en su futuro.
Hasta en Cambiemos tuvieron que modificar radicalmente los planes. Durán Barba les había prohibido a los candidatos que hablaran de economía. Ahora les va a prohibir que hablen de otra cosa.
También lo de Venezuela se debate en la campaña. Maduro reprime y mata, recurre al fraude, viola lo que le queda por violar de la vida cívica e institucional, encarcela a opositores, somete a su pueblo a horribles vejámenes. Por las mañanas se propone ser peor que el día anterior, y lo consigue. Acá, todo el mundo está esperando que Cristina diga algo. El ominoso silencio del "progresismo" ante dramas como el venezolano fue magistralmente abordado el miércoles por Norma Morandini en la nacion. Pero Cristina, igual que muchos otros, sigue callada. Allá crecen la hambruna y el río de sangre, la más flagrante violación de los derechos humanos, y ella no dice una palabra. Pues bien, les doy una primicia. Ya tiene redactado un tuit claro, contundente, inequívoco. Una cerrada defensa de su amigo Maduro.
Tan demorado como Cristina, el Vaticano pidió ayer la suspensión de la Constituyente y manifestó su preocupación por el agravamiento del clima social y político. El comunicado viene a desmentir el rumor de que el Papa no estaba enterado de la crisis.
Anteayer me di una vuelta por el Palacio de Justicia, donde unos miles de personas se congregaron para reclamar que avancen los juicios por corrupción del kirchnerismo. El fin de la impunidad. No sé si las investigaciones van a ritmo cansino o si los fueros corren más rápido. La respuesta de los tribunales a la protesta fue absolver ayer a Boudou por prescripción de la causa. Como que se puso viejita, pobre. Los pecados de juventud se perdonan. Durante el acto prendieron velas para simbolizar "la luz que debe iluminar el entendimiento de los jueces". Yo prendí la linterna de mi celular, menos solemne pero más potente. Muchos me siguieron. Desde un despacho del palacio nos pidieron que las apagáramos. A oscuras se sienten más cómodos.
Así, en penumbras, está el contador de los Kirchner, Víctor Manzanares, en el penal de Marcos Paz. Acaba de decir que se siente como Mandela, que estuvo 27 años en la cárcel. La pucha. Por qué será que imagina una condena tan larga.
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