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sábado, 4 de febrero de 2017

Bienvenidos al reality llamado la Argentina, por Carlos M. Reymundo Roberts

Bienvenidos al reality llamado la Argentina

por Carlos M. Reymundo Roberts


















Suena el teléfono celular de Cristina, que estaba en El Calafate. Atiende secamente. Cristinamente. Y oye:

-Hello, Cristina! How are you?

-¿Quién habla? ¿Quién es el pelotudo que se hace el gringo? ¿Sos vos, Oscar?

Pobre Cris, no pega una. No era Parrilli. Era Trump. Llamaba por el tema del muro: quería preguntarle si Lázaro Báez seguía vinculado a la obra pública. Pero, como diría mi amigo Nik, el brutish english de ella hizo imposible la conversación.

El episodio me lo contó, muy risueña, la propia Cristina, que admite no estar pasando un gran momento. Se le complica el frente judicial, sigue complicado el político por la disgregación de la tropa y su cuenta bancaria no es lo que era: ahora sólo le quedan unos pocos cientos de millones de dólares. Aunque ya nada me une a los Kirchner, a la vuelta de las vacaciones la llamé como parte de mi recorrida por el espinel para ponerme al día. Fue una conversación muy fluida: habló todo el tiempo ella. Del famoso audio con Parrilli dijo que lo llamó pelotudo cariñosamente, "porque en realidad es muuuy pelotudo". De Macri dijo barbaridades irreproducibles (por lo tanto, no pienso reproducirlas, salvo que me lo pidan en sede judicial), y las dijo despacito, como dando por hecho que alguien -yo mismo- la estaba grabando. Y sobre si va a ser candidata o no, se travistió de Evita: "Estaré junto a mi pueblo". La respuesta es tramposa: quizá piensa quedarse en El Calafate.

A Macri lo encontré súper optimista. Confía en que ganará las elecciones, que la economía crecerá, que bajarán los precios y que habrá menos inseguridad, menos piquetes, menos despidos, menos pobreza. Le pregunté cómo iba a conseguir todo eso: "No tengo idea, pero no me digas que el panorama no está buenísimo". La próxima vez lo busco directamente a Durán Barba.

Después de estas dos charlas decidí no llamar a nadie más. Tengo la sospecha de que los políticos no están siendo sinceros conmigo (un ejemplo: creo que Cristina, al igual que Massa, Scioli y tantos otros, esperaba una performance de Macri más flojita). Además, reconozco que un mes entero sin hablar con mis fuentes habituales me quitó gimnasia. Perdí capacidad de reacción. Si Mauricio me dice, como me dijo, que el lanzamiento de Precios Transparentes es una gran cosa, yo debería contestarle, y no lo hice, que es una lástima que un programa de transparencia no esté en manos de Gustavo Arribas.

Me propuse entonces informarme a través de los diarios, de las redes sociales, de conversaciones con amigos. Ahora tengo el panorama más claro: en enero pasaron pocas cosas importantes. 
Las enumero en orden de aparición. 
1) Capitanich se vistió de basurero y estuvo haciendo recolección de residuos por las calles de Chaco. Bien. Yo estaba seguro de que un día Coqui iba a encontrarle un cauce a su accidentada carrera política. 

2) Macri fue a almorzar al comedor de la Casa Rosada como un empleado más. Obviamente intentó diferenciarse de Cristina, que para encontrar el comedor hubiese necesitado un GPS, y al llegar seguro que no hacía la cola, pedía un menú especial, ordenaba que no se le acercara nadie y, por supuesto, no pagaba la cuenta. 

3) Aumentó la luz. Voy a ser políticamente incorrecto: estoy de acuerdo; nunca comulgué con la doctrina Kirchner/De Vido, que consistía en regalar la electricidad para que pudiéramos comprarnos un aire acondicionado o un plasma, y después había que importarla carísima, lo cual provocaba déficit fiscal e inflación. Y sorry De Vido si me meto con tus negocios. 

4) El Gobierno arremetió contra el exceso de feriados puente. También estoy de acuerdo, aunque me da lástima por las escapaditas al Caribe que le gusta hacer a Scioli con su rubia. 

5) "El Gobierno endurece la política migratoria", leí en un título. Gracias a eso me enteré de que el país tiene una política migratoria. 

6) Otro título: "Boom de venta de autos 0 kilómetro". Ojo, no me dejaría llevar por las compras de los hijos de Milagro Sala. 

7) "Boudou, Mariotto y Esteche se distanciaron de Moreno y D'Elía". A la pucha, sinceramente no esperaba esta grieta en la intelectualidad kirchnerista. 

8) Se abrió, por fin, la posibilidad de investigar la denuncia de Nisman contra Cristina por encubrimiento de los terroristas iraníes que volaron la AMIA. ¿Una presidenta argentina que encubre a terroristas que cometieron el peor atentado de la historia argentina? No puede ser cierto. No entiendo por qué la señora y sus abogados se han puesto tan nerviosos -Zaffaroni llegó a decir que ahorcaría a Nisman- si nadie puede creer que esa atrocidad sea cierta. 

9) En Venezuela, Maduro prohibió hablar mal de Chávez. No nos escandalicemos: acá está prohibido hablar del número real de desaparecidos. 

10) Estados Unidos puso más exigencias para poder entrar al país. Claro, temen una invasión de gente que quiere ir a comprobar si Trump es de verdad o es una serie de Netflix.

Como les dije, no pasó nada importante. Por suerte, la cosa enseguida se va a poner entretenida. La CGT va a un paro; el fútbol sigue sin autoridades, sin TV y sin fútbol; se vienen los juicios por corrupción a funcionarios kirchneristas, y en el horizonte aparecen las elecciones.

Bienvenidos: empezó una nueva temporada del reality llamado la Argentina.

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