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domingo, 12 de junio de 2016

El Papa extraña... por Alejandro Borensztein

El Papa extraña

por Alejandro Borensztein

Humor político

Ultimamente en nuestro país está ocurriendo algo que, un par de añitos atrás, hubiera sido impensado: hay mucha gente que anda embroncada con el Papa.
Y lo más raro es que muchos de los que ahora están fastidiados son los que estaban más eufóricos cuando fue elegido como Sumo Pontífice.
Del mismo modo, también llama la atención lo contento que están ahora con Francisco los mismos tipos que se la pasaron hablando mal de él, cuando era simplemente Bergoglio.
Ahondando en el tema, hay una hipótesis posible: el enojo de los nuevos disconformes sería directamente proporcional a su gorilismo. Esto nos da alguna pista sobre el problema, pero no alcanzaría para sacar conclusiones definitivas.
Lo efectivamente probado es que, a esta altura, los nuevos indignados se enojan por cualquier cosa que haga Su Santidad y que a ellos no les guste. Sea porque le dedicó más tiempo a Ex Ella que al Compañero Mauri, o porque a una le regaló una sonrisa de oreja a oreja y al otro le puso su mejor cara de Lanús 4 – San Lorenzo 0.
Se espantan porque el Papa recibe a Hebe de Bonafini y no desmiente sus dichos, se agarran de los pelos cuando lo ven con una camiseta de La Cámpora, se descomponen cuando ven que se saca fotos con Moreno, y se dan la cabeza contra la pared cuando descubren que no le da bola a Margarita Barrientos, ni siquiera para averiguar si es pariente del Pitu Barrientos (a los negados del fútbol les aclaro que el Pitu es un mediocampista de San Lorenzo).
Ante estos hechos, por ahora no hay explicaciones posibles que tranquilicen a los flamantes ofuscados. No convence las que suele dar el legislador Gustavo Vera, que viene a ser algo así como el RRPP del Papa, ni mucho menos las que da el Jefe de Ceremonial del Vaticano, un obispo de apellido Karcher que de milagro no se llama Kirchner. Dos letritas nomás.
Sin embargo, si uno lo piensa bien, la situación de Francisco es comprensible. Veamos.
Yo supongo que cuando en marzo de 2013 el Cardenal Bergoglio salió de Buenos Aires rumbo a Roma para asistir al Cónclave que elegiría al nuevo Papa, habrá llevado simplemente un bolsito con un par de mudas, una sotana de recambio, algunas estampitas, la foto del Lobo Fischer en la billetera y no mucho más que eso. “Vuelvo en un par de días”, le habrá dicho a sus más cercanos.
Años atrás, en 2005, había llegado hasta la final contra el Cardenal Ratzinger, pero ya se sabe que entre nosotros y los alemanes, suelen ganar los alemanes. Así fue que la Copa se la terminó llevando Benedicto XVI.
Luego pasó lo que ya todos sabemos, el padre Jorge se transformó en Francisco y desde entonces no volvió más a nuestro país.
Imagínese, amigo lector, si por cualquier motivo usted se fuera al exterior y no pudiera volver más. Es muy duro.
Quiérase o no, por más extraordinario que haya resultado su destino, es normal que en algún momento le agarre un poco de nostalgia. Por ahí el padre Jorge está en su dormitorio en Santa Marta, tirado en la catrera, pensativo, recordando cuando iba a la Catedral en el Subte A con el Olé bajo el brazo y de repente le golpea la puerta un obispo con cara de amargo y le dice: “Santo Padre, habemus quilombus… parece que gana Trump”.
Y el Santo Padre, que viene haciendo tanto por la paz, que resolvió el bloqueo a Cuba, se da cuenta de que si llegan a ganar los Republicanos tal vez tenga que lidiar con ese burro de marca mayor. Y es ahí cuando inevitablemente tiene que añorar a nuestros pequeños y adorables burros. Tanto más inofensivos. Entonces, ¿por qué no lo va a recibir a Moreno?
Tal vez Moreno justo lo llamó esa semana diciéndole que le gustaría verlo para llevarle alguna cosita. Obviamente no le iba a llevar un globo de “Clarín Miente” o una remera con la inscripción “Con Videla se comía rico”, pero por ahí le ofreció unas salchichitas parrilleras que se guardó como recuerdo de cuando matoneaba en el Mercado Central. ¿Por qué el Papa debería decirle que no? ¿Sólo porque el Guille es medio fascista? Lo mismo vale para Hebe. O para todos aquellos que, injustamente, tienen tanta mala prensa. Sin embargo, el padre Jorge también los necesita.
Piense, amigo lector, que cuando Bergoglio partió a Italia, el gobierno kirchnerista lo denigraba, la falange de propaganda de Gvirtz y Szpolsky lo difamaba y Verbistky decía que había sido cómplice de la dictadura. Aunque usted no le crea, cuando uno está afuera también extraña todo eso.
Inclusive la televisión. Yo sé que en Italia está la RAI que es buenísima, pero no es lo mismo. En la RAI no hay Tinelli, no hay Mirtha, no hay Brancatelli. Es un plomo. Después de media hora de Nicola Di Bari te querés matar.
Para colmo, justo ahora que él está allá, acá Telefe está pasando todas las noches “Los Diez Mandamientos”. Y él lo sabe, y se la está perdiendo.
Por eso amigo lector, así como él nos comprende a nosotros, también nosotros debemos comprenderlo a él.
¿Por qué enojarse si recibe al juez Casanello? No lo vivamos como una interferencia en los asuntos de la Justicia Argentina. Él quiere participar. Llegó tarde para vivir el mani pulite italiano, y está lejos para vivir el mani pulite argentino.
También pensemos un poco en el pobre Casanello. Todo un país puteándolo desde la mañana hasta la noche. Unos porque dicen que no la va a meter presa y otros porque dicen que sí la va a meter presa. ¿Cómo el Papa no va a recibir a esta criaturita de Dios con semejante problemón?
Y tampoco hay que asustarse si un día de éstos lo llama por ejemplo Esteche, el quilombero de Quebracho y le dice: “Santidad, tengo una camiseta del Pipi Romagnoli firmada por él mismo para llevarle, ¿puedo ir?” ¿Usted cree que no lo va a recibir? No es sólo misericordia. También es melancolía. Añoranza. Pertenencia. Memories. Saudades. Hay de todo un poco.
Ayer los enojados saltaron como locos porque el Papa le rechazó al Gobierno la donación de 16 palos. Obviamente, no era el camino. Tal vez, si el Compañero Mauri mandara al Vaticano a dos o tres ministros con un buen par de tappers llenos de milanesas le iría mejor de lo que le fue hasta ahora. No lo sé. Habría que probar.
Sin duda alguna, es el argentino más importante de la historia. La figura más respetada del mundo. El representante de Dios en la Tierra.
Pero también es un hombre de carne y hueso. Argentino y peronista. Amén.

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