Después de sacar todos los restos, se pudo caminar sobre el campo donde cayó el avión de Sol.
LOS MENUCOS (AJ).- Un paisaje desolador donde todavía se respira un aire viciado de olor a humo y combustible.
A cada paso la tierra mezclada con la ceniza se levantan como el talco.
Así se presenta hoy el lugar donde se estrelló el avión de la empresa Sol, en la Línea Sur rionegrina.
Once días después de la tragedia que causo la muerte de 22 personas, la zona fue liberada y ya no quedan restos de la aeronave. El sábado un camión de Gendarmería ingresó al campo de Pedro Ñonquepán, ubicado a unos 35 kilómetros del sur de Los Menucos, para realizar el último de los tres viajes en el que se llevaron del lugar hacia Bariloche los restos de hierro retorcido y quemado que quedaron del Saab 340.
"Aún hoy persiste el olor a humo y al combustible que impregnó el ambiente. Todo es desolación, donde abundan los pastizales quemados, las piedras al pie de los cerros que muestran rastros del impacto, sobres de edulcorante, té, algún resto de lo que podría haber sido un envase de polietileno. Todo está irreconocible, quemado. Papeles carbonizados y una tierra espesa mezclada con cenizas se elevan al pisar, es lo persiste a diez días del accidente" señaló a este medio el periodista Elio Díaz, un joven de Los Menucos que visitó el lugar.
El sábado, un de profesionales del Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios, entre los que se encontraban psicólogos e instructores, visitó Los Menucos para realizar distintos trabajos denominados "de psicología de emergencias" para asistir y apoyar a los bomberos de la región que trabajaron en el siniestro.
También transcendió que en pocos días más, se colocaría en el lugar una cruz construidas con madera en homenaje a las víctimas. Para su colocación, llegaría al lugar el obispo de Bariloche, Fernando Maletti.
Diario Río Negro
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