Reproductor solumedia

Tu radio en Internet Netyco Argentina

lunes, 30 de mayo de 2011

LAS PRERROGATIVAS DE LA CURIA - La Levedad de Los Dogmáticos por : Huber Cracogna




Por Huber Cracogna

Eduardo Galeano, la máxima pluma latinoamericana contemporánea definió a Diego Maradora como un dios sucio. Cuando se le preguntó por qué profanó la memoria del máximo ídolo del futbol mundial explicó: porque es el único dios que es venerado por quienes se le parecen. Maradona es guapo, traidor, borracho, canta, llora, se emociona, ama y odia y se desvanece ante lo que cree superior o insuperable. Si no fuera sucio, no podría ser dios, explicó la verborragia del genio.

Ante tales declaraciones de quién admiro y respeto no pude menos que intentar superar la emotiva perplejidad con que Galeano construye emociones, define situaciones imposibles y se baña de una singular poesía. No se me ocurrió suponer, en ese solazante momento, qué diría algún jerarca de la iglesia, si habría de escuchar esa metáfora poética que alcanzo para iluminar al pensamiento y la sensibilidad de los futboleros e intelectuales. Tras la mirada de la lupa de algunos conservadores, estos dichos habrían de ser objeto de imperiosa necesidad de declaración de herejía respondiendo a su doctrina herética.

Un bautismo que intentó celebrarse en una iglesia enclavada en la localidad de Campo Hardy, algunos kilómetros al norte de la ciudad de Las Toscas, fue suspendido porque a la tolerancia del cura encargado de consagrar el sacramento, la compañía del padrino no se encuadraba dentro de los preceptos de la fe. La moral se amplía o se restringe según la época en que se vive y de las sociedades que la aceptan como parámetros que permite la convivencia en armonía de una sociedad. Sin embargo, hoy, más que nunca, la libertad, tolerancia, amor y otros valores, están siendo juzgados e, incluso, sojuzgados por museos que solo anidan en los dogmas religiosos.

El dogma de la iglesia siempre ha reñido fervorosamente con el dinamismo social y evolución de los pueblos. Por siglos, la iglesia Católica decretó que los libros no debían ser parte ni ser compartido el conocimiento con el resto de la sociedad, salvo con los nobles. Libró batallas y guerras – inquisición – en nombre de Dios cegando decenas de miles de vida, bajo argumentos que hasta la fecha, resultan incomprensibles e irracionales. Se opuso al uso del profiláctico, como el elemento preventivo para evitar contagios de millones de personas que hoy padecen sida. Podría enumerar otras colaboraciones tales como hechos de pedofilia ocultadas y manipuladas hasta el escándalo que obligó al sumo pontífice a formular disculpas a la humanidad. Por esta última, algunas víctimas habrán logrado una efímera reparación moral. Las disculpas sobre las atrocidades llevadas a cabo en la inquisición tardaron en escucharse unos 500 años. Sin dudas, un poco tarde.

Podría enunciar la batalla perdida en el Congreso de la Nación al momento en que Argentina lograba la aprobación de una Ley Igualitaria otorgándole derechos a quienes nunca se lo reconocieron: Matrimonio Igualitario. La Ley en cuestión, no solo permite la unión civil de personas del mismo sexo, sino derechos como ciudadanos que les fueron vedados solo por ser diferentes. Es casi como afirmar que un Alemán NO TIENE DERECHO EN EL CONGO, por ser el único rubio de la sociedad. Teñido de una falsa moral y un dogma de museo, se intentó seguir negando a un estamento social UNA CUESTIÓN DE DERECHOS. Vale decir, que cada batalla ganada por distintos sectores de la sociedad en términos de derechos, fueron, cada una de ellas, terrenos arrebatados a la institución de la Fe, quién se las negó por siglos con su poder dogmático.

En qué punto o encrucijada habremos de encontrarnos aquellos que siendo hombres de fe y sin necesidad de renunciar al reconocimiento de la divinidad, seguiremos obligados a dar la espalda a la vida y a las únicas cosas que hacen de ellas el merecimiento de vivirla: tolerancia, amor, solidaridad, sensibilidad, sueños, y esperanza.

Reconociendo libertades igualitarias o abordando prejuicios y preconceptos que a la luz de ¿QUIÉN?, aparecen ante nosotros - Católicos - como distintos, no se los debe reconocer como iguales, ni siquiera ante Dios. ¿A cuál de las prerrogativas habremos de responder?

Hasta ahora, solo respondimos con indiferencia y tras los muros que nos permiten ver el velo de la hipocresía. Tal como enseña el axioma: Hasta cuando, permitiremos que la moralina, desde el vicio del prejuicio y preconcepto, le siga pagando impuesto a la virtud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Buscar este blog