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domingo, 8 de marzo de 2015

Cristina contra todos, incluyendo el peronismo- vía Urgente24

CAMPAÑA ELECTORAL 2015

Cristina contra todos, incluyendo el peronismo

A Cristina Fernández le importa polarizar. Y ya no se trata del kirchnerismo contra el massismo o el macrismo o las corporaciones hegemonicas. Ahora ella irá contra el peronismo tradicional, además de ir contra el Frente Renovador, el PRO, el Grupo Clarín, la Corte Suprema, el Poder Judicial. El 'autito chocador' K está en movimiento, Cristina conduce y La Cámpora empuja.
"(...) Hacer proyecciones parece arriesgado, pero algo es seguro: Cristina Fernández gobernará hasta el último día de su mandato y, hasta ese día, intentará controlar el resultado de la elección, tratará de dejar la máxima cantidad de cargos, electos y no electos, ocupado por tropa propia y buscará desangrar al peronismo, elegir al futuro Presidente de la Nación, desguazar al Grupo Clarín y colonizar a la Justicia. Hace 4 años comenzó con esta lista de objetivos. No los va a baja ahora. Como hace siempre, redoblará la apuesta. Su poder de hacer daño, aún, es inmenso. (...)"
N. de la R.: El plan electoral 2015 de Cristina Fernández de Kirchner es antiguo. Ella intenta apegarse a las ideas que escuchó de Néstor Kirchner. En 2010, cuando se veía fuera del poder en los comicios 2011, Kirchner insistía en que a Mauricio Macri había que hacerlo Presidente para voltearlo velozmente y regresar a escena, tal como si fuese Fernando De la Rúa. Es evidente que falta mucho tiempo y que todo es volátil, en especial a causa de la mediocridad de los contendientes. Pero lo concreto es que el Frente para la Victoria se encuentra endeble, no se quiere retirar del poder y, caso contrario, ambiciona regresar cuanto antes. En definitiva, la sociedad argentina tiene pendiente aún su evaluación en lo que hace a estabilidad, prueba irrefutable para conocer si sale de esta transición democrática que ya lleva 32 años. En cuanto a la prescindencia del peronismo, fue una idea de Cristina en 2003 y 2004, que luego Néstor abandonó al acercarse los comicios 2005 porque no conseguía los sufragios suficientes y Cristina fue candidata a senadora nacional sostenida por los Barones del Conurbano, contra Hilda de Duhalde. Para vengarse, durante aquella campaña electoral, en los actos de Cristina no se acostumbraba entonar la Marchita y hasta el color verde prevaleció sobre el azul y blanco convencional del PJ. Es evidente que ahora Cristina no tiene quien le imponga un freno a tiempo. A propósito de todo esto, algunas reflexiones:
 
 
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Según el Mundo Ultra K, Cristina Fernández le ha declarado la guerra al peronismo tradicional y se encamina a establecer una lista propia presidencial para competir en octubre, con el objetivo de conocer en forma directa cuántos votos propios tiene el kirchnerismo, sin contar con la pata del peronismo más convencional.
 
Esta decisión implica, agregan los que frecuentan el despacho de Carlos Zannini, que Daniel Sciolideberá comenzar a hacerse la idea de que no tendrá el 30% de “núcleo duro” que dicen las encuestas, Sergio Massa tendrá que estudiar la opción de bajarse de la presidencial y competir para gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri deberá terminar de ponerse la camiseta de opositor al kirchnerismo y Florencio Randazzo tendrá sus 6 meses de gloria, hasta que se cuentan los votos.
 
En la últimas horas, los hechos confirman la decisión de la Presidente de la Nación de no querer dejar a un peronista (Daniel Scioli, en este caso) como heredero y de hacer lo posible para que Mauricio Macri sea su reemplazante, con la esperanza de volver en un corto plazo, tal como hizo Carlos Saúl Menem cuando no apoyó a Eduardo Duhalde y facilitó la elección de un Fernando de la Rúa, que apenas soportó 2 años en la Casa Rosada.
 
De esta forma, lo que el menemismo no pudo conseguir, Cristina Fernández cree conseguir lograr. Pero, además, busca que el kirchnerismo, como fuerza política e ideológica, no se diluya en el tiempo, tal como lo hizo Montoneros en los ´70, sepultado y divido en diversas líneas internas del peronismo post Dictadura.
 
El despido, casi sin preanuncios, del Coordinador General de Asuntos Político Institucionales de la Unidad Presidencial, Juan Carlos Mazzón, un título honorífico para el mayor operador político del peronismo, desde hace más de 25 años; confirma que la Presidente de la Nación no acepta los cierres de listas que se operaron en Santa Fe y Mendoza, donde La Cámpora quedó relegada a lugares menores y el peronismo volvió a ocupar las mejores posiciones, justo lo contrario de lo que ocurrió desde las elecciones de 2011 para acá.
 
Desde hace meses, Juan Carlos Mazzón, alias 'el Chueco', venía trabajando con el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, en el armado del interior. Sin embargo, muchos viajes, muchas conversaciones, pocas fotos, ningún anuncio. Hoy, salvo el gobernador de Misiones, Maurice Closs, y unos 40 intendentes bonaerenses, nadie ha adherido públicamente a la candidatura del ex vicepresidente de Néstor Kirchner. Sin embargo, sigue siendo la promesa del regreso de un peronismo“tradicional” al poder. Y en ese marco hay que comprender la decisión de Cristina Fernández.
 
A estas alturas, el kirchnerismo no tiene candidato propio con buenas chances electorales en Mendoza, ni en Córdoba, ni en Santa Fe, ni en la capital federal. Tampoco tiene presencia fuerte de La Cámpora en Mendoza ni en Santa Fe. Pero en Ciudad de Buenos Aires, obligó a Daniel Scioli a bajar a Gustavo Marangoni y su lista de legisladores, aunque habilitó otros 5 precandidatos a Jefe de Gobierno y 2 listas de diputados nacionales. Es una puñalada directa a las posibilidades electorales del bonaerense.
 
El domingo 01/03, en su último mensaje de apertura de Sesiones Ordinarias, Cristina Fernández dejó en claro que, tal como decía una pancarta en la Plaza de los 2 Congresos, “El modelo es el candidato”y en el discurso presidencial quedó definido que “el modelo” es Ella. Por eso, no importa si el candidato del kirchnerismo es Florencio Randazzo, la esposa de Néstor Kirchner seguirá siendo “dueña”del “modelo” y no cederá ese puesto, fuera o dentro del poder. Justo lo contrario de lo que hizo María Estela Martínez de Perón, luego de que fuera saca del cargo por un golpe militar y dejó sin liderazgo al peronismo, algo que, en parte, lo llevó a la derrota en 1983.
 
Desde hace 49 días, el 'caso Nisman' está en la tapa de los diarios, provocando un daño enorme a Cristina Fernández y su Gobierno. Pero no fueron pocas las oportunidades en que los funcionarios o la propia Presidente de la Nación se ocuparon de mantener el tema “caliente”, en vez de dejarlo transitar la senda de la investigación judicial. 
 
En conceptos de Roland Barthes, la Casa Rosada no quiere que el discurso que sostiene en la opinión pública que el fiscal de la 'causa AMIA' fue asesinado resulte el único y definitivo como percepción de la población (algo difícil de lograr luego de la presentación de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado). Por ese motivo intenta ahora instalar que la muerte y el culpar a Cristina Fernández por ese fallecimiento es parte de un juego internacional entre grandes potencias del Medio y Lejano Oriente, lo que en forma paralela, coloca a la Presidente de la Nación en un un juego geopolítico global que ni por asomo ella puede alcanzar en la realidad.
 
La batalla por imponer el discurso oficial en el 'caso Nisman' seguirá en los Tribunales, pero también, en los medios de comunicación, para crear todo tipo de duda alrededor de la causa, el fiscal fallecido y las denuncias en contra de la Presidente de la Nación y otros miembros del Gobierno y aliados. La Casa Rosada no puede dejar que se mantenga, ni para el hoy ni para la historia, que Alberto Nisman fue asesinado por orden, connivencia o conveniencia de Cristina Fernández.
 
Por eso, en 49 días, se ha dicho que Alberto Nisman era depresivo, que se emborrachó, que era gay, que era 'fiestero', que nunca escribió la denuncia presentada, que fue utilizado, que se dio cuenta que no tenía razón, que tomaba pastillas, que se suicidó, que le mintió a su ex mujer, que adelantó su viaje en forma inesperada, que era esperado su regreso, que era perseguido, que confundió los datos, que manipuló los hechos, entre otras falacias y mentiras. Embarrar la cancha y alejar las sospechas de la Casa Rosada siempre fueron los objetivos que se buscó con las operaciones de prensa y declaraciones.
 
En tanto, Cristina Fernández ya ordenó avanzar sobre la causa Papel Prensa para que sean llamados a declarar las máximas autoridades de Clarín y La Nación, y así neutralizar el efecto adverso de una eventual citación de Máximo Kirchner a declaración testimonial. Además, la Afsca acudió ante la Corte Suprema para que decida sobre el desguace obligatorio de los medios del Grupo Clarín, situación que anticipa otra batalla legal con el multimedios en el ámbito del Alto Tribunal.
 
De esta forma, Cristina Fernández avanza en su plan de polarizar. En esa polarización, ya no es el kirchnerismo contra el massismo o el macrismo o las corporaciones hegemonicas. Ahora será contra el peronismo tradicional, además de ir contra el Frente Renovador, el PRO, el Grupo Clarín, la Corte Suprema, el Poder Judicial. 
 
En ese marco, es desafiado Daniel Scioli, quien es el mejor candidato que tiene el peronismo tradicional. El Frente para la Victoria irá a las elecciones, por 1ra. vez desde 2003, sin el Partido Justicialista como su columna central. No es casual que Eduardo Duhalde busque recuperar el control de Partido Nacional Justicialista para dárselo al gobernador de Buenos Aires. 
 
Habrá lucha judicial por el sello de goma y la foto de Juan Domingo Perón y Evita en la boleta, pero Cristina Fernández quiere un Frente para la Victoria “desperonizado”, para que el kirchnerismo muestre su verdadero potencial electoral en su peor momento, como hizo la Unión Cívica Radical en 2003, con Leopoldo Moreau a la cabeza y tuvo sólo 2% de los votos.
 
Desde 2003, el matrimonio Kirchner y sus más fieles y antiguos seguidores pensaron el kirchnerismo como una “etapa superior” al peronismo. Y que su principal trabajo no era destrozar al duhaldismo, sino dividir al peronismo, para crear un 4to. movimiento histórico. En parte, la muerte de Néstor Kirchner, que nunca quiso desprenderse o despreció al peronismo, facilitó el plan que tenía en mente Cristina Fernández. Por eso con el 54% de los votos recién sacados dijo “Vamos por todo”.
 
Cristina Fernández ya ha colocado funcionarios propios en el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores, diversos organismos de control, la Procuraduría General de la Nación, más de 500 jueces (56% del total) y tiene frenada en la Justicia unos 1.600 fiscales para la Justicia Penal, gracias al nuevo Código de Procedimiento Penal. Cada semana son pasados a planta permanente entre 2.000 y 3.000 militantes de “La Cámpora”. Y la Presidente de la Nación quiere dejar, sobre todo, como herencia, una importante bancada de Diputados y Senadores kirchneristas de paladar negro, que asegure que lo que llama “transformaciones realizadas”.
 
¿Imaginan el discurso presidencial de la semana pasada con el juez federal Daniel Rafecas impulsando la imputación de Gerardo Pollicita y las medidas de prueba solicitadas y con Sandra Arroyo Salgado diciendo “a Alberto Nisman lo mataron”? 
 
No es casual que durante parte de la semana pasada corrieran fuerte rumores de que la Presidente de la Nación anunciaría en el Congreso la intervención del Poder Judicial y la declaración “en comisión” de muchos jueces y fiscales que tienen en sus manos causas que afectan al kirchnerismo. Era una advertencia (¿de improbable ejecución?) que activó ciertas negociaciones para frenar los avances contra la mandataria. Actuaron funcionarios de primerísimo nivel. Eso descomprimió la situación circunstancialmente. Pero Cristina Fernández sabe que toda tregua es limitada, dado su poder menguante. Por eso polariza
 
Estamos ante una campaña electoral como nunca antes se ha visto en la Argentina. Hace 6 meses, Sergio Massa era indiscutible ganador de las elecciones. Hoy, Mauricio Macri aparece como el futuro Presidente de la Nación. ¿Le tocará ese rol a Daniel Scioli dentro de 6 meses? El clima es volátil, lo mismo que la opinión pública y el campo político. 
 
Hacer proyecciones parece arriesgado, pero algo es seguro: Cristina Fernández gobernará hasta el último día de su mandato y, hasta ese día, intentará controlar el resultado de la elección, tratará de dejar la máxima cantidad de cargos, electos y no electos, ocupado por tropa propia y buscará desangrar al peronismo, elegir al futuro Presidente de la Nación, desguazar al Grupo Clarín y colonizar a la Justicia. Hace 4 años comenzó con esta lista de objetivos. No los va a baja ahora. Como hace siempre, redoblará la apuesta. Su poder de hacer daño, aún, es inmenso.

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