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domingo, 26 de marzo de 2017

Balcarce y el gato, Por Alejandro Borensztein

Balcarce y el gato

Por Alejandro Borensztein










La crecida de la virulencia kirchnerista verifica aquellos dichos. La ecuación cierra. Cuanto más acorralados, más locos se ponen, más se encorvan, más gruñen, más muestran las uñas, más zarpazos tiran, y, por supuesto, más errores cometen.
Balcarce y el gato

Venga para acá, Balcarce ¡¡Sit Balcarce!! Aprovechemos estas semanitas de tranquilidad que estamos viviendo para pensar juntos, Balcarce.

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“Macri basura, vos sos la dictadura” gritan los sobrevivientes del naufragio kirchnerista mientras resisten la tiranía de Cambiemos levantando carteles que dicen “Macri gato”. El humor ante todo.

Que al Compañero Mauri lo comparen con la dictadura no sorprende a nadie. Para los kirchneristas, todo aquel que no piense como ellos fue parte de la dictadura o la reivindica. Desde María Eugenia Vidal hasta Fernández Meijide y desde Campanella hasta Strassera, pasando por Stolbizer, Magdalena Ruiz Guiñazú, Julio Bárbaro, Pepe Eliaschev, Luis Brandoni, Del Potro y tantos otros miembros de la derecha nacional. Nada nuevo.

El hecho de que el kirchnerismo es conducido por unos tipos que en el 83 apoyaban la autoamnistía de los militares, que luego sabotearon la CONADEP, que en los 90 se bancaron los indultos de Menem, que en 2004 fueron a la ESMA y pidieron perdón porque “el Estado Nacional no hizo nada en 20 años de democracia” cagándose en Alfonsín, en los Juicios a las Juntas y en todos los que se jugaron la vida, y que finalmente remataron la faena designando a Milani, es un pequeño detalle que ya no tiene ninguna importancia. Simplemente, será uno de los recuerdos más divertidos: la idea de que “el otro” es la dictadura.

En cambio lo de “Macri gato” es más confuso. No queda claro de donde viene.

En la jerga tumbera, el “gato” es el presidiario que, para sobrevivir, le hace los trabajos al pesado del pabellón. O sea, el servil del poderoso. Hilando muy finito, sería una manera sutil de decir que “Macri gato” gobierna para los poderosos. Es muy Copani. Demasiado rebuscado.

Antes de esto, en los años 40 y 50, se llamaba “gato” al millonario que pasaba a buscar por el Maipo o el Nacional a una vedette seducida por el “gato” que le bancaba los gustos. Contrariamente a lo que mucha gente cree, en este caso “gato” no viene del reino animal sino del término lunfardo “gatillar” (en la ortodoxia lunfarda es “gatiyar”, con y griega). O sea, el “gato” “gatiya” los “gastos”.

No suena muy aplicable porque, aunque Macri siempre fue millonario, se hizo más famoso como cartonero que como gatillero.

En el lunfardo porteño, también se le dice “gato” a los pobres. Tampoco es el caso de Macri, obviamente. Y según tuBabel.com, el diccionario social de regionalismos latinos, en el lunfardo chileno “gatillar” significa masturbación femenina. Ya nos fuimos al carajo, Balcarce.

No importa, en cualquier caso, así lo llaman los kirchneristas. Cosas raras que tiene estos tipos.

Pero Macri no sería el único gato en la política nacional. Seguime en el razonamiento y pará de rascarte, Balcarce.

A finales de 2015, previo a la primera vuelta de las elecciones presidenciales, compartí un almuerzo con uno de los más importantes dirigentes que todavía tiene el peronismo. Me refiero al peronismo en serio. No estos pelagatos que estuvieron la última década haciéndose pasar por peronistas, al decir de los verdaderos peronistas.

Te hablo de un dirigente del interior del país, de esos que las vivieron todas y que llegó a ejercer los más altos cargos de la República. No me mires así Balcarce y no te toques ahí abajo porque no era Menem.

Le pregunté al personaje en cuestión si pensaba que después del 10 de diciembre se terminaba el kirchnerismo. Con la misma contundencia con la que minutos antes me había dicho que a Nisman lo asesinaron, me contestó: “el kirchnerismo se terminó, pero ojo... ¿alguna vez viste un gato acorralado? Van a tirar zarpazos hasta el final.” Dicho y hecho, no se equivocó. Todas las cosas que me dijo aquel viejo zorro de la política se fueron cumpliendo, incluido el resultado de las elecciones.

La crecida de la virulencia kirchnerista verifica aquellos dichos. La ecuación cierra. Cuanto más acorralados, más locos se ponen, más se encorvan, más gruñen, más muestran las uñas, más zarpazos tiran, y, por supuesto, más errores cometen.

Desde los delirantes tweets de Ex Ella escritos en su clandestinidad hotelera, hasta Kicillof gritando en el Congreso como un perro para dejarle servida la respuesta devastadora a Marcos Peña gato, pasando por los furiosos videoclips humorísticos del Guille Moreno.

Saben que a medida que Macri muestre resultados ellos se quedan cada vez más lejos, y encima el peronismo ya no los deja ni subirse al palco.

No sé si Macri es gato, pero el kirchnerismo definitivamente lo es. Balcarce, anda encargando el cartel: Kirchnerismo gato.

Acorralados, el viernes pasado Hebe de Bonafini declaró que ellos ya no son más una organización de DDHH sino que son parte de un partido político: el kirchnerismo. Luego agregó que Estela de Carlotto es una traidora y que la Compañera Vidal es una “asesina”. Literal, Balcarce.

En el mismo camión que trasladaba a Hebe venía Aníbal Fernández que en todo caso es el único kirchnerista que tiene derecho a llamar “asesina” a la piba de Morón: en dos meses lo liquidó para siempre.

Ese mismo día, la gobernadora cómplice de la dictadura, recorría el Registro de las Personas ordenando digitalizar las partidas de nacimiento confeccionadas entre el 1975 y el 1981 para agilizar la búsqueda de hijos de desaparecidos y colaborar con las Abuelas de Plaza de Mayo. Así están las cosas Balcarce.

Vivimos en una pelea de aldea. Una riña por cuestiones nunca resueltas. Mientras tanto no hay nadie pensando seriamente a 20 o 30 años. A nadie se le ocurre diseñar el futuro. Plantear cuatro ideas básicas, ponerlas en un papel, firmarlas y hacerlas respetar por todos.

Esta semana se cumplieron 60 años del Tratado de Roma. Un idea originalmente impulsada por los italianos Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, que se transformó en la piedra fundacional de la Unión Europea. Por más que hoy se diga que está en riesgo, fue la movida política más exitosa de la historia europea.

El gobierno no puede ocuparse de encarar algo así porque están emputecidos apagando incendios y apurando rutas y cloacas. Además no creen en la idea de un gran acuerdo porque sienten que pactan el futuro con la vieja política.

La oposición democrática tampoco puede ocuparse. Están desesperados viendo como corno se organizan en los 90 días que les quedan hasta el cierre de candidaturas del 24 de mayo. Del kirchnerismo, ni hablemos.

Es tu misión, Balcarce. Inspirate en Spinelli y en Rossi. O en el Pacto de la Moncloa. Es tu gran oportunidad de pasar a la historia, Balcarce.

Corré Balcarce. Juntá algunos tipos que representen, que sean idóneos y que estén fuera de la pelea electoral. No es fácil. Te van a putear por cada nombre. Pero pensá en Sanz, Duhalde, Lavagna, Meijide, Dante Caputo. Algún intelectual como Kovadloff, un par de notables de la ciencia y el arte. Si querés, agregale un uruguayo como Sanguinetti que siempre ayuda.

Los encerrás en una quinta y hasta que no acuerdan cinco puntos básicos no los dejás salir. Luego se lo llevás al Presidente, lo arrastras de la botamanga hasta el Congreso y se lo hacés firmar a todo el espectro político por cadena nacional. ¿Cuál es el único sector que se van a negar a firmar? El kirchnerismo gato, obviamente. Pero no importa. Mandalo a pérdida.

Vamos Balcarce. Mientras la política sigue en la pelea berreta, alguien tiene que pensar en lo importante. Y ese sos vos, Balcarce. El único que la sabe lunga. El perro de la Patria. Balcarce de América.

Por favor Balcarce, pará de rascarte.

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Yo por las dudas, el #1A  yo marcho a defender a Cambiemos...GUAU

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