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sábado, 17 de septiembre de 2016

Lo que nadie contó del mini-Davos, por Carlos M. Reymundo Roberts

Lo que nadie contó del mini-Davos

por Carlos M. Reymundo Roberts
Carlos M. Reymundo Roberts

El mini-Davos de esta semana en Buenos Aires fue una fiesta extraordinaria. A ver: 2500 inversores, 500 CEO -una suerte de reunión de gabinete ampliada-, algunas de las principales multinacionales del mundo, 67 países, clima de negocios, el Gobierno en pleno a disposición de los visitantes y consenso sobre las increíbles oportunidades que se abren a partir de los cambios políticos y económicos que está viviendo la Argentina. En fin, todo bien. Todo bien hasta que, en uno de los animados corrillos del CCK, habló un sciolista (todavía queda alguno) resentido: "Es más fácil traer inversores que inversiones".

Nada sorprendente: siempre hay una mano traviesa que le mete sal al dulce de leche. Lo mismo el ministro Lombardi. Aunque elogió las bondades del magnífico CCK, cuyo reciclado costó dos mangos y no se pagó una sola coima (según alguien tan creíble como De Vido), andaba contando por los pasillos que había tenido que echar agua bendita para expulsar los demonios.

Pude conversar con muchos de nuestros ilustres visitantes y no salían de su asombro. ¿Por el nuevo rumbo institucional, por los esfuerzos de Macri para reinsertar al país, por el clima democrático que dejó atrás 12 años de discurso único? Bueno, no tanto. Eso ya lo sabían. También sabían que en Ezeiza el Gobierno los esperaba con alfombra roja y trámite migratorio exprés. Antes los recibía Timerman con un alicate y Moreno con gases lacrimógenos. Hay que pensar que los CEO globales sólo piensan en términos de rentabilidad. Miradas desde su óptica, algunas cosas no terminan de cerrar. Por ejemplo, la detención del "Caballo" Suárez, el gremialista amado por Cristina, supone para los que exportan a la Argentina un cambio brusco en las reglas de juego: ellos sabían que pagándole un peaje de 50.000 dólares a las patotas del Caballo tenían garantizada la entrada y salida de los barcos. Qué va a pasar ahora -se preguntan- con la operatoria en el puerto y con este señor que no deja de ser un colega: es dueño de 16 empresas. Además, el llamativo silencio de la CGT, del PJ y del Frente Comodoro Py (ex Frente para la Victoria y ex Contrafrente para la Resistencia) sobre la detención del Caballo alimentó las sospechas: si tres espacios tan identificados con la transparencia no aplaudieron que alguien salido de sus filas fuera a parar a la cárcel es porque no les debe parecer mal eso de cobrar peajes en el río.

También la inhibición de los bienes de Cristina Kirchner dispuesta esta semana por Ercolini fue vista con inquietud por los ejecutivos: quieren saber cómo va a repercutir en el mercado el congelamiento de semejante volumen de dinero. ¿Caerá el consumo? ¿Habrá iliquidez? ¿Cerrarán bancos? ¿Entrará en crisis la industria hotelera de la Patagonia? La gran duda es ésta: qué seguridad jurídica tienen en una Argentina donde la Corte fija las tarifas de la luz y el gas y donde un juez paraliza una de las mayores fortunas del país.

La venta forzada de las acciones que tenía Aranguren en Shell fue interpretada por los asistentes al foro en el mismo sentido: una persecución al inversor. Gracias a que no tuvieron tantos escrúpulos con el conflicto de intereses, los Kirchner lograron convertir a su socio y amigo Lázaro Báez, un humilde empleado bancario, en el más próspero empresario de la construcción del país. En el CCK se comentó mucho el caso de Aranguren, pero porque lo meneaba el macrismo, orgulloso de que un ministro, para dar el ejemplo, siguiera la sugerencia que le había hecho la Oficina Anticorrupción. Algunos funcionarios del gobierno anterior quizá hubiesen hecho algo parecido, pero cuando les hablaban de una oficina que combatía la corrupción creían que era una broma.

¿Qué opina el kirchnerismo de los bombos y platillos con que anunció Macri la decisión del ministro de Energía? En La Cámpora están indignados: "El rey del tarifazo se desprendió de 16 millones de pesos en acciones de una multinacional y lo presentan como la gran noticia. El pobre José López de desprendió de 9 millones de dólares en un convento y lo metieron en cana".

A propósito, otra cuestión que apareció recurrentemente en el CCK es la situación de los bancos en la Argentina. Los visitantes internacionales creen que si el país tuviese un sistema financiero confiable, los grandes inversores locales no optarían por dejar sus depósitos en cuevas, pozos, bóvedas, conventos y, según nos enteramos el miércoles con el allanamiento a la casa de un ex funcionario de Scioli, en la estatua de un dragón. Una explicación posible es que, como se vio en el monasterio de General Rodríguez, estas cajas de seguridad del circuito financiero informal tienen un horario de atención más amplio que el de los bancos.

De todos modos, no es aventurado decir que las estrellas de los negocios que vinieron al mini-Davos se llevaron una gran imagen del país, que reordena su economía y muestras síntomas de crecimiento. Muchos CEO se quedaron con ganas de escuchar a Massa, el dirigente opositor de mayor proyección. Pero, ¿qué tenía que hacer en un foro de inversores globales alguien que propone cerrar las importaciones? Por eso el Gobierno no lo invitó. En mi opinión, un error. Las rarezas forman parte de nuestro paisaje y no hay que esconderlas. Yo incluso hubiese organizado un tour a la pancita del ya célebre dragón.

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