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domingo, 10 de julio de 2016

Lorenzo, el abanderado descalzo que ya va a la escuela con zapatillas

Lorenzo, el abanderado descalzo que ya va a la escuela con zapatillas

Clarín en un pueblo olvidado de Misiones
“A mí no me molestó salir así en la foto”, le dice a Clarín, y agradece la solidaridad que despertó en la gente. 

La vieja ambulancia Ford F-100 ronronea y por momentos apenas se divisa entre la densa niebla. El rojizo barro no frena su zigzagueante andar rumbo a la aldea mbyá Ñamandú, la misma que fue noticia hace una semana atrás cuando una docente publicó la foto del abanderado de la escuela de la zona con sus pies desnudos, en la fría mañana del 20 de junio. Esa imagen despertó la solidaridad de la gente y también al Estado, que envió a un equipo de Desarrollo Social para conocer las necesidades de Ñamandú y una decena de aldeas vecinas.
Lorenzo (16), el abanderado, ya no va descalzo a la escuela. El jueves Clarín lo encontró en la Escuela 948. “A mi no me molestó salir descalzo en la foto”, se sincera con su voz apenas audible y mirada tímida. De chupines verdes y ahora con unas zapatillas de lona, Lorenzo cuenta que “casi todos venimos descalzos cuando hace calor”, mientras mira a sus compañeros que juegan en el patio: más de la mitad todavía está con sus pies desnudos.
Lorenzo arrancó tarde su vida escolar. Comenzó a estudiar hace unos años en una escuela bilingüe de otra aldea, lo que le permitió una rápida promoción al cuarto grado de esta escuela, que cursa actualmente sin sobresaltos. Los maestros reconocen que es inteligente y bien podría convertirse en el futuro en agente de salud o en maestro auxiliar. El se encoge de hombros y esboza una breve sonrisa cuando se le pregunta sobre sus sueños.
El cacique Florencio González (36) se presenta cauteloso ante la visita de los “juruá” (blancos). “La aldea está hace más de 50 años. Mi abuelo falleció acá y en la década del 90 sufrimos un intento de desalojo del Gobierno porque quedamos dentro de un parque provincial, nos tiraron abajo todas las casas pero resistimos”, recuerda.
Las 19 familias –casi un centenar de personas– ahora tienen una buena convivencia con las autoridades. “Con los guardaparques no hay problemas, pero necesitamos que se regularice la tenencia de la tierra“, pide Florencio. Sin embargo, a los enviados de Desarrollo Social también le pidieron víveres y útiles escolares.
A esta escuela, que tiene dos maestros, un auxiliar que enseña el guaraní, y una directora, asisten unos 100 chicos de media docena de aldeas, muchas de las cuales no se ven desde el camino que se pierde en el horizonte, en los cerros.
La escuela nació hace poco más de un año, literalmente bajo tres plantas de mandarina. Después se mudaron a la salita de salud, una construcción de tablas a la que le falta una pared y tiene piso de tierra. El nuevo edificio, que todavía espera la llegada de la energía eléctrica y agua potable, fue inaugurado este año luego que un filántropo suizo aportara el dinero necesario para levantar las aulas con galería y sanitarios. Los baños todavía no se pueden usar por la falta de agua.
Los chicos entran a las 8 y desayunan antes de empezar las clases. Allí almuerzan gracias a las donaciones que la directora recoge semanalmente en varios pueblos cercanos. “La comida no falta por ahora”, resume un docente. Antes de volver a sus casas los chicos reciben la merienda que, por ahora, consiste sólo en una naranja.
Los docentes admiten que la fotografía que se viralizó en las redes sociales les trajeron problemas con el Consejo General de Educación de Misiones. Es por eso que eliminaron la imagen del perfil de Facebook de la escuela. Luego llegaron a la aldea los funcionarios de Asuntos Guaraníes de la Provincia llegaron a la aldea. “Hace como 5 años que no venían. Nos amenazaron que no íbamos a recibir nada, pero a nosotros sólo nos ayuda la Municipalidad de Ruiz de Montoya”, se sincera Florencio.
En Ñamandú y las otras aldeas cercanas, los mbyá conservan casi intacta su cultura. Las tallas en madera, cestería y confección de collares con semillas permiten reunir el dinero necesario para el sustento diario

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