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domingo, 3 de enero de 2016

Qué hará Macri con los artistas por Pablo Sirvén

Qué hará Macri con los artistas


El funcionario de altísimo rango recibe la inesperada llamada telefónica de un megaastro del rock nacional, muy identificado con el kirchnerismo que, sin asco, le propone, amistoso, compartir pronto un cafecito.
Nada que deba sorprender en una sociedad democrática y civilizada que admite el disenso. Menos de un artista que, a pesar de su fervorosa adhesión a las autoridades nacionales que dejaron de serlo hace 24 días, fue contratado en su momento por su innegable talento por el gobierno porteño.
Y está muy bien que así haya sido porque el arte y el espectáculo no tienen, o no deberían tener dueños ni banderías, ni es territorio para premiar a sumisos y castigar a díscolos.
Costará un tiempo volver a darle valor a lo que cantaba Enrique Pinti ("Pasan los gobiernos, quedan los artistas"). Es que el kirchnerismo les cobró muy caro el otorgamiento de derechos (Sagai, ley del actor) y convertirse en el principal empleador de sus recursos, al potenciar la realización de recitales, películas y ficciones televisivas. Más allá de la genuina adhesión de muchos artistas a esa fuerza, queda claro que el gobierno anterior tuvo un definido modus operandi para fidelizar a ese "colectivo" (tal como les gusta decir) que le servía de invalorable promoción. Supo sacarles intenso provecho, al incentivar a no pocas figuras a participar de sus actos, propagandas y hasta recorridas proselitistas.
Hoy, el nuevo gobierno se encuentra ante el desafío de abrir ese corralito en el que se metieron de buena fe, a conciencia, sin darse cuenta o interesadamente intérpretes muy prestigiosos, y otros no tanto, que el kirchnerismo manipuló a su favor, vampirizando parte de su popularidad.
El millonario presupuesto que repartía el ex Ministerio de Planificación Federal (entre 200 millones y 500 millones anuales) pasa ahora al Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. ¿Acaso no es evidente que derramar plata sobre los artistas era para esa repartición mucho más estratégico que velar por el buen funcionamiento del sistema eléctrico y la recuperación del autoabastecimiento en combustibles, ámbitos que las actuales autoridades declararon en emergencia por su calamitoso estado?
El megaorganismo que preside Hernán Lombardi busca redefinir y sanear esa perversa relación de aparente mutua conveniencia, pero que terminó por perjudicar a la parte más débil: los sensibles (e hipersensibles) artistas. Mediante concursos, y también discrecionalmente, se encargaron centenares de producciones sin importar demasiado dónde y de qué manera serían exhibidas (de hecho, hay muchas sin estrenar o salieron al aire sin pena ni gloria) porque el negocio era encargarlas. Otra prueba más de que el móvil del anterior gobierno era claramente otro.
Y todas fueron políticamente correctas para la ideología derrotada en las urnas. Ni una sola producción se animó a arriesgar siquiera una velada crítica hacia los que mandaron hasta el 10 de diciembre.
Nadie debe hostigar a los actores por esto: era trabajo y cobraron por ello (más allá de algunos puntuales excesos registrados). Pero, ya desde el llano, el kirchnerismo, una vez más, volvió a manipularlos al malversar -desde el ahora fenecido 6,7,8 y entidades ultrakirchneristas como la Asociación Argentina de Actores- el sentido de la nota de José Crettaz sobre las producciones dispuestas por De Vido (ver http://tinyurl.com/znkjgqb). Contaba, además, con un valioso anexo documental, extraído de fuentes oficiales de la administración CFK, que inventariaba las realizaciones por productora, protagonista y director. Se la quiso hacer pasar por una lista macartista cuando, en realidad, allí se entremezclan nombres de figuras declaradamente kirchneristas con otras que no lo son, sin selección ni recorte alguno y sólo como soporte enumerativo del artículo principal.
Fue tal el éxito del avieso fogoneo K contra LA NACION, que no pocos artistas, pública o discretamente, condenaron esa nota periodística. Incluso, una conocida pareja de exitosísimos actores, que está muy lejos de simpatizar con el cristinismo, se comunicó con la redacción de manera destemplada para reclamar un pedido de disculpas porque la mujer figuraba en esa lista, por haber trabajado en una de las producciones subsidiadas por el Estado. ¿Disculpas de qué?
Ahora, un equipo liderado por Gabriela Ricardes, a cargo de los contenidos del Sistema, revisa el amplio stock de programas heredados y los que están todavía en etapa de producción, mientras que se redefine qué es lo que el Gobierno debe hacer en esa materia y para qué usuario. La idea principal es desarmar el anterior mecanismo de cooptación de voluntades y simpatías. Se procurará, por eso, apostar a contenidos más libres que se aparten, incluso, de lo políticamente correcto, con los riesgos y malestares que eso pueda producir en el nuevo poder.
Otro punto en el que pondrán especial hincapié es en la descentralización de la ficción ya que incentivarán la promoción de polos de producción provinciales, en contraste con el kirchnerismo que prefirió concentrar todas sus atenciones y presupuestos sólo sobre las figuras conocidas, funcionales -lo quisieran o no- a su buscada hegemonía del relato.
Twitter: @psirven

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