El escenario
Expuesto, el macrismo frena a Cristóbal
Por primera vez desde que instaló, durante la gestión de Eduardo Duhalde, sus primeras tragamonedas en el Hipódromo de Palermo, el empresario kirchnerista Cristóbal Lópezencontró un límite en su marcha hacia el monopolio del negocio del juego en la ciudad de Buenos Aires.
Anteayer, el instituto porteño que regula esa actividad envió una carta documento a Lotería Nacional con la amenaza de iniciar acciones legales si avanza con un proceso de licitación de bingos que los dejaría también en manos del amigo de Cristina Kirchner. Esa notificación fue remitida dos días después de que LA NACION informó que Lotería había convocado a ese concurso mientras el Instituto del Juego, que debía prestar su consentimiento, guardaba silencio.
En octubre del año pasado, López notificó a los concesionarios de bingos: "Me voy a quedar con todo, gratis". Dos meses más tarde, el titular de Lotería, Roberto López, quien está identificado con Cristóbal por razones más poderosas que la homonimia, casi hizo cumplir la profecía: anunció la licitación de esas salas. Al hacerlo, violó dos veces el convenio que regula las relaciones entre el gobierno nacional y el de la ciudad para la administración del juego. Por un lado, no tenía la aprobación del Instituto local. Por otro, insinuó en el pliego del concurso que habrá nuevos establecimientos de bingos, algo prohibido por el acuerdo entre los dos distritos.
En enero, Roberto López había enviado dos notas a Néstor García Lira, el presidente del Instituto, emplazándolo para que comunique su aprobación. García Lira las respondió que el caso estaba en estudio y que no correspondía intimación alguna. Sin incorporar esas contestaciones al expediente, Lotería inició igual el proceso. Por lo menos dos de las empresas que ofertaron están relacionadas con Cristóbal López .
El lunes pasado se consignaron en este diario esas desviaciones y la falta de definición del gobierno de Mauricio Macri. Ese día García Lira se dirigió a Lotería para objetar el concurso. Y anteayer volvió a hacerlo para reclamar que "ponga fin y deje sin efecto".
Es la primera gran disidencia entre Cristina Kirchner y Macri por el negocio del juego en la ciudad, que viene beneficiando a Cristóbal López desde el año 2002. El gobierno porteño no objetó el entendimiento suscripto entre Néstor Kirchner y Aníbal Ibarra, por el cual la administración porteña desistía del controlar la actividad de casinos y bingos. Tampoco se negó a que, cinco días antes de dejar la Casa Rosada, en 2007, Kirchner prorrogara la concesión del Hipódromo desde su vencimiento en 2017 hasta 2032. Entre los argumentos del ex presidente para justificar ese regalo de despedida figuraba que López es un buen padre de familia.
La Presidenta y el jefe de Gobierno coincidieron también en que Cristóbal López debía ser exceptuado de pagar el impuesto a los Ingresos Brutos a cambio de abonar un canon más generoso. Y el Instituto del Juego no se pronunció cuando, al cabo de un procedimiento escandaloso, Lotería cedió al amigo de la señora de Kirchner la captura online de apuestas. Este largo consenso tuvo anteayer una fisura.
PRETENCIONES SIN LÍMITES
López deberá reponer un engranaje a la impresionante maquinaria que está montando para monopolizar y expandir la explotación del juego en el país. Se ha fijado varios objetivos. Uno de ellos es instalar tragamonedas en los bingos. Según los empresarios que dejarán esas salas, sólo así el rubro puede ser rentable. Lo que pretende Cristóbal López está prohibido. Pero Roberto López jamás le ha dicho que no a nada.
Sin embargo, la verdadera cantera con la que sueña el empresario kirchnerista es la de las apuestas deportivas. Un día antes de morir, Julio Grondona, el eterno titular de la AFA, confesó a un dirigente deportivo: "Estoy atormentado. Ya no aguanto más la presión". Se refería a la exigencia del Gobierno para que los clubes entreguen ese negocio. Allí el celador de los intereses de López es Carlos Zannini.
Lo advirtieron hace ya varios años los directivos de la empresa Cirsa, que debieron ceder al amigo de presidencial la mitad de los casinos flotantes de la costanera. Entonces, Zannini condujo por teléfono la negociación como si fuera el abogado de López. Para quedarse con esa participación fue necesario un trabajo previo: personal de Inteligencia detectó que los concesionarios de los barcos transportaban 500.000 euros en efectivo en un avión privado. Fue sólo uno de los servicios que la Presidenta no tuvo tiempo de agradecer a Antonio Stiuso antes de convertirlo en jubilado.
El otro paso que López dio en el mismo sentido fue la adquisición de la empresa La Corte, que televisa el fútbol. Cuando, gracias a un convenio con Grondona, la Presidenta estatizó esas transmisiones, acusó a su anterior operador, el Grupo Clarín, de ser "secuestrador de goles". Ahora es su amigo López quien se dedicará a esa actividad.
Al comprar La Corte, el monopolizador del juego monopolizará también la voz y la imagen de la señora de Kirchner. Esa compañía tiene la exclusividad de la comunicación oficial. Una frustración para Martín Sabbatella: no pudo "democratizar" la palabra de su jefa.
Ahora sólo queda esperar que, a pesar de su afán de hacer dinero, López respete la investidura de su amiga. No vaya a ser que dentro de poco invite a apostar a cuántas cadenas nacionales habrá en una semana, o a cuántos minutos tardará la Presidenta en decir lo que piensa delante de las cámaras.
Cristóbal López forma, junto a Lázaro Báez y Gerardo Luis Ferreyra -el amigo de Zannini en Electroingeniería-, el trío de hombres de negocios que, por millones de motivos, tienen derecho a bendecir la "década ganada". López sobresale por una peculiaridad: es el rostro del impresionante desarrollo que imprimieron los Kirchner al negocio del juego. No debería sorprender que haya sido también el autor intelectual del sistema de blanqueo de capitales que el Gobierno sigue prorrogando. Ese mecanismo fue diseñado entre Néstor Kirchner y un contador de López durante tres fines de semana, en El Calafate.
No es el único campo en el que este operador de tragamonedas pretende progresar antes de que su amiga deje el poder. López puja por quedarse con negocios petroleros en Santa Cruz y no se resigna a que los brasileños le nieguen Petrobras. En las últimas semanas intenta remover uno de los obstáculos en esas dos aspiraciones: se acercó a Eduardo Eurnekian, su competidor, para negociar un acuerdo.
Los movimientos de López son reveladores de muchos aspectos de la vida pública argentina durante este ciclo histórico. Desnudan un sistema de poder que entrelazó, con una intensidad acaso nunca vista, la política con los negocios. Fue público que, al poco tiempo de morir su esposo, Cristina Kirchner organizó una reunión con López y Báez para hablar de sus negocios. Y esa publicidad la enfureció. ¿Habrá más novedades? La justicia de Nevada todavía no identificó a los accionistas de Val de Loire, la sociedad inscripta en ese estado. Es curioso: Federico de Achával, socio de López en los casinos, dijo que había sido creada en 1996. Pero en los registros norteamericanos aparece recién el 26 de octubre de 2005.
Detrás de estos detalles asoma un rasgo general de la política: sin estas actividades que se realizan en el borde externo de la ley es imposible explicar el financiamiento de la mayoría de los candidatos electorales. Tal vez no exageró la monja Martha Pelloni cuando el domingo pasado, durante una reunión organizada por Jorge Bergoglio, denunció en el Vaticano una "corrupción institucionalizada" y la presencia de "mafias enquistadas en los distintos poderes" del Estado.