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martes, 14 de enero de 2014

Amoldarse a la impronta del kirchnerismo

Análisis

Amoldarse a la impronta del kirchnerismo

Por   | LA NACION
 
Capitanich asumió hace casi dos meses como jefe de Gabinete con, por lo menos, tres objetivos centrales. Fortalecer un cargo que estaba devaluado por la gestión deAbal Medina y que por la actividad parcial que lleva la Presidenta desde su última operación demandaba mayor volumen político. Revitalizar un gabinete que lucía oxidado y reconectarlo con los actores políticos, económicos y sociales que estaban desatendidos por el Gobierno, desde los gremios y los empresarios hasta los gobernadores e intendentes. Y cambiar la lógica de comunicación oficial, para ofrecer a la opinión pública una alternativa más dispuesta al intercambio que las escuetas apariciones en formato de parte médico del vocero Alfredo Scoccimarro, los extensos discursos de Cristina Kirchner o las cuidadas apariciones de los ministros en medios oficialistas.
A su gestión intentó imprimirle el estilo empresarial que lleva internalizado por formación. Ejecutividad y dinamismo pragmático. La fórmula le resultó en el Chaco, donde como gobernador acostumbraba a estar en varias cosas por día y donde su capacidad de acción era muy amplia.
Capitanich imaginó algo similar cuando le ofrecieron la Jefatura de Gabinete, especialmente porque el mandato que recibió fue ponerse al frente de un Gobierno que aparecía debilitado. Creyó que los viejos zorros kirchneristas, ya desgastados, se correrían para dejarlo conducir libremente el carro triunfal de la reconstrucción y, sobre todo, que Cristina le delegaría las riendas. ¿Pudo un hombre con la trayectoria del jefe de Gabinete subestimar la naturaleza política del kirchnerismo puro, habiendo convivido con él durante la mayor parte de su gestión pública?
En las últimas semanas quedó claro que ese plan no existe más y ahora Capitanich está viendo cómo administra los costos de ese error de cálculo inicial. En función de su primer objetivo, asumió que su protagonismo no lo exime de ser una polea de transmisión de las decisiones que toma la Presidenta. No hay ningún rastro de cogestión ni funciones reales de ministro coordinador del Gabinete: sólo una posición privilegiada para interactuar con la Presidenta.
En la relación con los actores políticos, sociales y económicos externos, Capitanich mantiene la dinámica de las reuniones constantes, aunque se resignó a que la amplitud de las convocatorias y su capacidad de resolución estarán acotadas a los parámetros de Olivos. Esto hace que sectores gremiales o referentes del peronismo comiencen a reclamar nuevamente una atención directa de Cristina.
Y en la fase comunicacional, la que más dolores de cabeza le trajo, Capitanich también se está asimilando. Sin resignar su frecuencia diaria, ayer anunció que acotará sus conferencias de prensa, algo que varios en el Gobierno le venían demandando y que la Presidenta le pidió ahora expresamente. En el entorno del funcionario explican que el cambio responde a que la dinámica no era la más conveniente. Pero la decisión es una expresión del proceso de adaptación a la realidad. Si pensó que le daría su propia impronta al Gobierno, ahora asumió que no le queda otro camino que amoldarse..

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